Mis primeros pasos en el mundo de la interpretación los di estando en el colegio, precisamente sobre el mismo escenario en el que Almodóvar también empezó a hacer sus pinitos. Sucede que, a medida que uno se hace mayor, hay aficiones que se van perdiendo. Sigo disfrutando con el teatro, mucho, pero ahora siempre como espectador. Sin embargo, conservo calvada una espinita, y es que me hubiera gustado participar en alguna película, aunque sólo fuera como extra. Todavía estoy a tiempo. Otros tienen más suerte, como mi amigo Felipe, con el que compartí tablas en aquellos años, y que de seguir por este camino, cualquier día lo veremos convertido en estrella de Hollywood. Aunque él, como yo, de verdad sólo aspira a que le concedan un título nobiliario.
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