Durante este mes de febrero, en el Museo de Cáceres se muestra como pieza del mes una de las dos fíbulas aquiliformes del tesoro de Galisteo. Como me ha correspondido a mí redactar el texto de la exposición, lo pongo aquí:
Los conocidos como pueblos germánicos, y en concreto los godos, aportaron a la tradición romana, entre otras cosas, una nueva forma de entender el vestido y el adorno personal. Estas fíbulas son un ejemplo de las innovaciones que introdujeron en el ámbito de la joyería, tanto en lo que se refiere al diseño como a las técnicas de elaboración.
Las fíbulas aquiliformes fueron unas de las creaciones más genuinas del grupo visigodo. La técnica por la que en un reticulado de metal se engarzan piezas de pedrería recibe el nombre francés de cloisonné, ya que siglos después, a principios del XX, los seguidores de la vanguardia artística del Art Decó emplearían este mismo procedimiento para el diseño de joyas y otros objetos decorativos.
En este caso, como en la mayoría de las fíbulas hispanogodas, el material utilizado fue el bronce, que, originalmente, se disimularía bajo un baño dorado que remataba la factura de estos ricos objetos, y que en esta pieza todavía se conserva en parte. La excepción la representa otro par de fíbulas encontradas en la Tierra de Barros (provincia de Badajoz) y que actualmente se conservan en la Walter Arts Gallery de Baltimore (EEUU), pues son las únicas de este tipo elaboradas completamente en oro.
Las celdillas, con diferentes trazados geométricos, acompasados con las diferentes formas de cada parte del águila, acogieron vidrios de distintos colores, fundamentalmente el verde y el rojo. Solamente en la parte del cuello del águila se aprecia un engaste de vidrio azul. El que fuera así, en vez de contener gemas o piedras preciosas, nos da idea de la intención del artista de aparentar la estética del objeto por encima de su valor material. Hasta este momento, los visigodos habían sido un pueblo errante, y como tal trataban de concentrar todo el lujo en su atuendo personal, aunque éste fuese más ficticio que real.
La fíbula que aquí se expone formaba parte del ajuar de un enterramiento que se encontró de manera fortuita en el lugar conocido como La Jarilla, en la localidad cacereña de Galisteo. Por su tipología, podría adscribirse al siglo VI; así pues, a una época en la que la población visigoda todavía se estaba asentando en nuestro territorio y, por tanto, no se había producido una asimilación con el resto de la población de raíz hispanorromana.
Objetos como éste solían integrar el ajuar de alguna persona distinguida, en este caso de una mujer, dado que las fíbulas aquiliformes eran propias de su uso. Normalmente se utilizaban en pares, para sujetar la indumentaria a la altura de los hombros, a modo de broches o imperdibles. Según algunas interpretaciones simbólicas, las aves enfrentadas estarían representando a las dos águilas que el dios Odín llevaba sobre sus hombros: Huqui (la reflexión) y Munin (la memoria), las cuales le murmuraban en sus oídos cuanto veían y comprendían sobre los hombres.
Además de la pareja que acompaña a esta fíbula, el enterramiento encontrado en la finca de La Jarilla proporcionó también un broche de cinturón con cabujones y seis cuentas de collar.
La Pieza del Mes se puede ver en el Museo de Cáceres (Palacio de las Veletas)
domingos: 10,15 - 14,30
(entrada gratuita)
No hay comentarios:
Publicar un comentario