domingo, 29 de junio de 2008

Ladrones de tumbas

No sé cómo les habrá sentado a los trujillanos que, en su última película, Indiana Jones se dedique a profanar la tumba del conquistador Francisco de Orellana. Bromas aparte, y hablando desde un punto de vista profesional, me parece que el trabajo de excavar una sepultura con varios siglos de antigüedad puede implicar ciertas contradicciones éticas. Me explico.

Francisco de Orellana (1511-1546)

Pongamos el caso de un individuo de otra época o cultura que fallece y es enterrado. Supondremos que, de acuerdo con sus creencias religiosas, habría deseado que sus restos permaneciesen en el mismo lugar por los siglos de los siglos, y que su tumba jamás fuera violada. Además, es muy probable que el momento de la inhumación (o de la cremación) hubiese estado ritualizado, es decir, que se desarrollasen una serie de ceremonias, con el fin de hacer más solemne si cabe el acto universal de pasar a mejor vida (según algunos). Pero he aquí, que varias centurias más tarde, aparece un tipo que, sin afán de ofender al difunto, ni tampoco con ánimo de lucro por apoderarse de su ajuar, sino porque es su trabajo, porque por allí va a pasar una carretera o porque interesa estudiar las costumbres funerarias o el comportamiento demográfico de aquella población del pasado, pues va y desentierra al finado en cuestión, como el que saca patatas de un huerto.

Nosotros mismos, en pleno siglo XXI, por muy agnósticos y laicos que nos hayamos vuelto, somos los primeros a los que no nos apetece que dentro de quinientos, mil o dos mil años, viniera un arqueólogo y, por muy profesional que fuese, nos despertara de nuestro descanso eterno. Y menos gracia nos haría aún, si además resulta que es extranjero. Los pueblos de la antigüedad en cierto modo debieron prever que esto, tarde o temprano, podía suceder; por eso se inventaron toda clase de maldiciones dirigidas tanto a aquellos simples ladrones o curiosos insaciables que osaran profanar sus tumbas.


En alguna ocasión, durante las campañas arqueológicas en las que he participado, he tenido la oportunidad de exhumar una tumba. Recuerdo que la primera vez fue en la alcazaba de Mérida. Se trataba del enterramiento de un varón que, aunque adulto, llamaba la atención por su pequeña estatura. Por la posición se deducía que había sido inhumado según el rito cristiano, y según me contaron, podía llevar enterrado allí desde el siglo XIII o el XV. De ajuar funerario, no había nada de nada, por lo que también podíamos imaginarnos su condición social. Mientras limpiaba con cuidado y precisión aquellos huesos, no podía evitar pensar que en su día pertenecieron a una persona como yo, que aquel hombre habría tenido su familia, sus hijos, su trabajo… su vida, en definitiva. Aquellos huesos mondos y lirondos me infundían respeto, pero también me evocaban una cotidianeidad que nos estamos acostumbrados a percibir del pasado.

Vista de la alcazaba emiral de Mérida

A pesar de los años que habían transcurrido, aunque no supiese nada sobre la vida de aquel sujeto, ni siquiera quedara nadie que se acordase de quién había sido, en todo momento procuré atender la tarea de desenterrar a este señor, o lo que quedaba del mismo, ante todo con mucho respecto, y después con la mayor solemnidad posible. Quizá en aquel momento habíamos roto siglos de anonimato, y aunque sus huesos no descansaran ya al calor de su tumba, sino metidos en una caja de plástico en un almacén del museo, este hombre del medievo podría seguir sintiéndose tranquilo, porque nadie había tenido la intención de despertarle de su descanso eterno.

Este respeto por los muertos del que hablo, me consta que es seguido a rajatabla por los arqueólogos judíos, los más profesionales de todo el mundo. Si en Oriente Próximo se descubre cualquier tipo de sepultura, sea de la época que sea, o pertenezca a una u otra cultura, se sigue un estricto protocolo en colaboración además con las autoridades religiosas.


Por todo esto se exige una profesionalidad en el ámbito de la Arqueología. Al igual que no todo el mundo está capacitado para ejercer la medicina, hay que saber diferenciar entre un aficionado y un arqueólogo profesional. Los ladrones de tumbas no sólo hacen un daño irreparable a nuestro patrimonio, sino que puede estar cometiendo un grave sacrilegio. Nos puede parecer una tontería, pero de nuevo os hago esta pregunta: ¿Qué pensaríais si un día alguien abriera la tumba de vuestros abuelos para comprobar si dentro hay algún tesoro?


- Del álbum de Las aventuras de Tintín: Las siete bolas de cristal (Hergé, 1943).

sábado, 28 de junio de 2008

Una nueva esperanza

Sí, lo sé. Quizá el título de esta entrada os recuerde al del cuarto episodio de la saga de La Guerra de las Galaxias, o lo que es lo mismo, la primera película de la trilogía original (A New Hope). Pero no voy a hablar ni de Darth Vader ni del maestro Yoda, sino de otro personaje que últimamente me tiene fascinado: el candidato demócrata a la presidencia de los EE UU, Barack Obama.

Siempre cabe la posibilidad que al final resulte ser un político más, que como el resto termine defraudándonos, pero escuchando sus discursos encuentro un fondo de sinceridad que desde hace décadas muy pocos han sabido transmitir. Por eso mismo, creo que su camino hacia la Casa Blanca no va a ser un camino de rosas. Podría hablaros de lo que pienso sobre la mentalidad política de los estadounidenses, de cuán fácil considero que es engañar en ese país y conseguir el voto de sus gentes, pues hace ya varios años tuve la oportunidad de descubrirlo por mí mismo y, después, en varias ocasiones, lo he comentado con amigos norteamericanos; pero, como sabéis, la intención de este blog no es crear ni polémicas que ofendan a nadie, ni tampoco aburriros con largas disquisiciones. Por eso, lo único que espero es que, por el bien de todos, las próximas elecciones en EE UU las gane el candidato demócrata.

Os dejo con el siguiente vídeo de un mitin en el que Obama habla de Historia, en donde nos ofrece interpretación muy sugerente de los orígenes de los EE UU y su devenir hasta la actualidad, vertebrado en clave racial, sin que por ello tengamos que considerarlo un discurso racista. En definitiva, se trata de un mensaje de esperanza. A veces, los políticos también son capaces de encontrar la solución a nuestros problemas…

parte 1 - parte 2 - parte 3 - parte 4

sábado, 21 de junio de 2008

Nuevos datos sobre doña Mencía de los Nidos

En mi entrada del 6 de abril, en la que trataba sobre la figura de doña Mencía de los Nidos, la heroína cacereña de la conquista de Chile, dije que no se sabía si había llegado a estar casada. Rectifico. Repasando el libro del conde los Acevedos, encuentro que contrajo matrimonio, al menos en dos ocasiones. La primera con el capitán Cristóbal Ruiz de la Ribera, que fue encomendero en los llanos de Osorno, corregidor en 1561 y regidor en 1564 de la misma ciudad chilena. El historiador Óscar Espinosa Moraga apunta incluso que un tal Pedro Ruiz de la Ribera, fallecido en 1587, era hijo de la pareja. Sin embargo, no parece seguro que doña Mencía tuviese descendencia, por lo que luego diremos.


Su segundo marido fue el licenciado Hernando Bravo de Villalba, asesor del Cabildo y gobernador de Santiago de Chile, así como corregidor de esta ciudad y la de Valdivia, y fiscal de la Real Audiencia de Concepción. Debía ser natural de Villanueva de la Serena, pues en los libros de bautizados de esta localidad pacense figura su nombre, acompañado de la fecha del 11 de agosto de 1527. Además, había enviudado de Leonor Ortiz de Caravantes y Morales, que era hija del bachiller Alonso Bravo de Villalba, alcalde de Villanueva de la Serena. Falleció en Valdivia en diciembre de 1599, tras un ataque de los indios.

Digo que doña Mencía no debió tener hijos pues en su testamento, dado el 6 de enero de 1603 en Santiago, no menciona a ninguno, sólo a un sobrino nieto: el capitán Luis Monte de Sotomayor, a quien, con anterioridad, por una escritura que otorgó el 23 de julio de 1587, había donado todos los bienes que aún poseía en Cáceres. Nuestra heroína además debió morir poco tiempo después de hacer testamento, pues en él menciona el mal estado de salud en el que se encontraba. Dejó dispuesto que la enterrasen en el Convento de la Merced, en Santiago de Chile.

Convento e iglesia de la Merced, Santiago de Chile.

Bibliografía:
- Óscar Espinosa Moraga: «El linaje de los Nidos de Cáceres a Santiago de Chile», Revista de Estudios Históricos (Santiago de Chile), nº 31, 1986.
- José Miguel de Mayoralgo y Lodo, Conde de los Acevedos: La familia de doña Mencía de los Nidos: heroína cacereña en la conquista de Chile. Cáceres: Instituto de Estudios Heráldicos y Genealógicos de Extremadura, 1994. Págs. 27-31.

De vuelta con Indiana Jones

La semana pasada, una amiga peruana escribió un comentario en el que me hacía notar su malestar por la última entrega de las aventuras de Indiana Jones. Entendí perfectamente su enfado, y no es para menos, pues la película transmite una imagen distorsionada y, en muchas ocasiones, errónea de lo que es Perú, su historia, su patrimonio y sus gentes. Es normal que si ésta es la manera en que tu país va a ser conocido en el resto del mundo, te puedas sentir nada menos que ofendido. En España estamos aburridos de soportar topicazos --recuérdese esa sorprendente escena de Misión Imposible II, en la que se mezcla sin ningún pudor la Semana Santa sevillana con las Fallas de Valencia--… y en Extremadura, ni os cuento.

Reconozco que seguiré siendo un fan incondicional de Indiana Jones. Ahora mismo, me acabo de descargar el juego para la PSP, ese en el que los personajes está interpretados por figuras de Lego; por lo que ya tengo entretenimiento para soportar algunos de los tediosos cursos de verano, a los que, por motivos laborales, me toca acudir a partir de la próxima semana. Pero a lo que iba… A pesar de que haya defendido lo conveniente de tener en cuenta la diferencia, cuando estemos hablando de Historia o de ficción; esto no quita para que, en determinadas ocasiones, la ficción pueda suponer un insulto a la inteligencia y al orgullo de determinadas personas.

Desde aquí, aprovecho para enviarles un fraternal saludo a todos los peruanos que leen mi blog, que sé que son varios. Lo mismo que vuestro país y su milenaria civilización ocupan un espacio en mi biblioteca, así os tengo reservado un hueco en mi corazón.

domingo, 15 de junio de 2008

Paseo por la Ribera del Marco

(Foto: Juan Gil)

Desde el mes de abril, la Universidad Popular de Cáceres viene organizando todos los fines de semana excursiones guiadas por la Ribera del Marco. Ayer por la mañana tuve la ocasión de participar en una de ellas, y la verdad es que resultó una experiencia bastante agradable y entretenida.

En alguna otra ocasión, ya me he referido a que contamos en nuestra ciudad con lugares de sumo interés y atractivo, entre ellos la Ribera del Marco, que aparte de resultar desconocidos para algunos, no son valorados en su justa medida, cuando encierran una riqueza natural y patrimonial tanto o más importante como la que podamos encontrar de los muros de la ciudad monumental hacia dentro. Ayer por la mañana, todos aprendimos algo nuevo, y seguro que a partir de ahora, a cada nuevo paseo, irá creciendo nuestro afecto por la Ribera y su entorno.

Restos del molino de Fuente Fría.

El nombre de Ribera del Marco hace referencia al nacimiento del arroyo en la Fuente del Marco, también conocida como la del Rey. Tal denominación comenzó a hacerse popular en el siglo XIX, porque en sus proximidades existía un espacio rectangular delimitado con mojones de cantería, que indicaba la extensión que tenía un marco real, una medida de superficie que equivalía a 4.446 metros cuadrados actuales. Esta zona estaría situada en lo que hoy son las traseras de la Ciudad Deportiva y el aparcamiento del Hospital. Aunque «el marco» también podría hacer referencia a las medidas de capacidad aplicadas a la distribución del agua de la rivera entre los regantes de las huertas y los propietarios de los distintos molinos. Por último, algunos autores consideran que el nombre de Ribera del Marco procede por la cercanía de las dos ermitas dedicadas a San Marcos: la de San Marcos el Viejo, actualmente desaparecida, y la de San Marcos el Nuevo, también conocida como San Marquino.

Antes de concluir, quería aprovechar la ocasión para darles las gracias y mi enhorabuena a Víctor y a Ana, los organizadores de esta excursión, por lo bien que resultó todo; y les animo para que, en un futuro, de aquí pueda salir la propuesta de otras rutas por zonas igualmente interesantes (se me ocurre la Sierra de la Mosca, la Sierrilla, los Alcores… o, ¿por qué no?, la Sierra de San Pedro).

Las excursiones a pie salen todos los sábados, a las diez de la mañana, desde la Charca del Marco, en la Ronda de San Francisco. No es necesario inscribirse. Los domingos también hay paseos en bicicleta. Para más información, puede consultarse la página web del Ayuntamiento.


P. S.: En algunos medios de comunicación he visto escrito que el Ayuntamiento había organizado «paseos por la Rivera del Marco». No se trata de una falta de ortografía, porque nos podemos referir tanto a la Ribera como a la Rivera, pero en el caso de que la excursión transcurriera por la segunda, tendríamos que haber ido montados en canoa. Porque la rivera es el «cauce por donde discurre el caudal de un río o arroyo», mientras que la ribera es «el margen o la orilla», que puede ser del mar, de un río… Así pues, siempre que paseemos lo haremos por la ribera, mientras que sólo podremos navegar o nadar en la rivera.

La película de la semana: "Persépolis"


Vuelvo a retomar esta sección, después de varias semanas de travesía por el desierto, en las que apenas he hablado de cine. Esta vez la película elegida es Persépolis (2007), adaptación del cómic del mismo nombre y dirigida por su dibujante, la iraní Marjane Satrapi, que de manera autobiográfica narra las vicisitudes que ha atravesado su país en los últimos treinta años, desde la revolución islámica hasta la actualidad, momento en que Irán es el único país del mundo que cuenta con un régimen teocrático, en donde los derechos más fundamentales son conculcados diariamente y su pueblo permanece privado de toda clase de libertades. Nunca pensé que una película de dibujos animados pudiese resultar tan trágica y a la vez tan conmovedora.

Algunos podrían alegar que la directora, como protagonista del argumento, nos proporciona una visión subjetiva, y puede que hasta interesada, de la situación política en su país. Yo no creo que sea así. Pero a estas alturas, no creo que nadie tenga la mala sangre de encontrar algo bueno en el régimen de los ayatolás, que desprecia la dignidad de las mujeres, condena a la horca a los homosexuales, impone preceptos religiosos en la legislación civil, que tiene entre manos un ambicioso programa nuclear y una desbocada carrera armamentística, etc. Puede que otros países, incluso algunos que reconocemos como democráticos, no sean mejores en algunos aspectos; pero éste no es un argumento que nos sirva para defender el régimen iraní, por mucho que se empeñen algún que otro político ignorante, en compañía incluso de profesores de universidad, que a mi entender, sólo pueden pensar así porque están a sueldo del gobierno de Teherán.



www.persepolislapelicula.es

sábado, 14 de junio de 2008

Masonería y Extremadura


Ayer por la tarde, el Ateneo de Cáceres celebraba su octavo aniversario. Aprovechando la ocasión, se presentaron las actas del congreso organizado en abril del año pasado en torno a la Historia de la Masonería en Extremadura, en el que tuve el placer y la ocasión de participar. Por la noche, estuve hojeando el libro y, a primera vista, me pareció bastante interesante. En cuanto tenga un poco de tiempo, me pondré con él. Lejos de la imagen esotérica y a veces casi ridícula que últimamente cierta historiografía --con sus derivaciones en la novela y en el cine-- se empeña en transmitirnos, este trabajo aporta la seriedad y el rigor que exige la Historia cuando nos adentramos, como en este caso, en un campo que roza el ámbito del misterio y, para algunos, de la conspiranoia. Investigar sobre sociedades secretas, como lo fueron los masones, entraña una dificultad tremenda, precisamente por la propia naturaleza del objeto de estudio: al ser sociedades secretas, es normal pensar que las fuentes a las que los investigadores podemos tener acceso son muy escasas o están muy limitadas.

Pero a pesar de las dificultades, tanto Cecilia como yo nos atrevimos a presentar sendas comunicaciones al congreso, y que hoy podéis leer en su publicación. La suya, titulada «Margarita Nelken: incidente en la prensa cacereña», trata sobre las graves acusaciones que se vertieron contra la diputada socialista por Badajoz en el periódico cacereño Nuevo Día, en febrero de 1932; y cómo con la ayuda de su procurador en Cáceres, consiguió que el autor de aquellas declaraciones difamatorias se retractara y pidiera perdón públicamente un año después.


Por mi parte, presenté una comunicación que llevaba por título «La supuesta relación con la masonería de un hombre del Régimen». Del Régimen de Franco, se entiende. No voy a desvelaros de quién se trata, si estáis interesados podéis leer el artículo. Sólo os comentaré, brevemente, las circunstancias que me llevaron a escribirlo. Estando en el Archivo de la Guerra Civil en Salamanca, para investigar sobre las Brigadas Internacionales, durante una mañana que me sobraba algo de tiempo, me puse a curiosear en el Fondo del Tribunal para la Represión de la Masonería. Cuál fue mi sorpresa cuando, por pura casualidad, encontré un expediente en el que se citaba la investigación que se había abierto en 1941 para aclarar si había pertenecido o tenido alguna relación con la masonería nada menos que uno de los personajes más relevantes de Cáceres durante aquellos años de posguerra, que ocupó entonces y después importantes cargos políticos. En un principio, me quedé impresionado por el hallazgo. Después recordé que el caso de muchos militares que había secundado el golpe de Estado de julio de 1936 y que eran masones: por ejemplo, el general Cabanellas o el mismo hermano del Caudillo, el famoso aviador Ramón Franco, que tuvieron que pasar por procesos parecidos de depuración. En otros casos, posiblemente como el que me ocupaba, no me encontraba más que ante una acusación motivada por envidias personales o motivos políticos.

Para terminar, y con la intención de romper una lanza a favor de la masonería, tantas veces denostada y que, sin embargo, ha aportado tantos hombres ilustres a nuestra Historia, me gustaría reproducir aquí una de las versiones del Código Moral Masónico. Veréis que lo que dice tampoco es para echarse a temblar.


Adora al Gran Arquitecto del Universo.

El verdadero culto que se le da al Gran Arquitecto consiste principalmente en las buenas obras.

Ten siempre tu alma en un estado puro, para aparecer dignamente delante de tu conciencia.

Ama a tu prójimo como a ti mismo. No hagas a los otros lo que no quieras que ellos hicieran contigo.

No hagas mal para esperar bien.

Estima a los buenos, ama a los débiles, huye de los malos, pero no odies a nadie.

No lisonjees a tu hermano, pues es una traición; si tu hermano te lisonja, teme que te corrompa.

Escucha la voz de tu conciencia.

Se padre de los pobres, cada suspiro que tu dureza les arranque, son otras tantas maldiciones que caerán sobre tu cabeza.

Respeta al viajero nacional o extranjero; ayúdale, su persona es sagrada para ti.

Evita las querellas, prevé los insultos, deja que la razón quede siempre de tu lado.

Parte con el hambriento tu pan, y a los pobres y peregrinos mételes en tu casa; cuando vieses al desnudo, cúbrelo y no desprecies tu carne en la suya.

No seas ligero en airarte, porque la ira reposa en el seno del necio.

Detesta la avaricia, porque quien ama las riquezas ningún fruto sacará de ellas, y esto también es vanidad.

Huye de los impíos, porque su casa será arrasada, más las tiendas de los justos florecerán.

En la senda del honor y de la justicia esta la vida, más el camino extraviado conduce a la muerte.

El corazón de los sabios está donde se practica la virtud, y en el corazón de los necios donde se festeja la vanidad.

Respeta a las mujeres, no abuses jamás de su debilidad y mucho menos pienses en deshonrarlas.

Si tienes un hijo, regocíjate; tiembla del depósito que se te confía. Haz que hasta los diez años te tema, hasta los veinte te ame y hasta la muerte te respete. Hasta los diez años sé su maestro, hasta los veinte su padre y hasta la muerte su amigo. Piensa en darle buenos principios antes que bellas maneras: que te deba rectitud esclarecida y no frívola elegancia. Haz un hombre honesto antes que un hombre hábil.

Si te avergüenzas de tu destino, tienes orgullo; piensa que aquel ni te honra ni te degrada; el modo con que cumplas te hará uno u otro.

Lee y aprovecha, ve e imita, reflexiona y trabaja, ocúpate siempre en el bien de tus hermanos y trabajarás para ti mismo.

Conténtate de todo, por todo y con todo tipo de suerte que te ha tocado y conservarás la luz de la sabiduría.

No juzgues ligeramente las acciones de los hombres; no reproches y antes procura sondear bien los corazones para apreciar sus obras.

Sé entre los profanos libre sin licencia, grande sin orgullo, humilde sin bajeza; y entre los hermanos, firme sin ser tenaz, severo sin ser inflexible y sumiso sin ser servil.

Habla moderadamente con los grandes, prudentemente con tus iguales, sinceramente con amigos, dulcemente con los pequeños y tiernamente con los pobres.

Justo y valeroso defenderás al oprimido, protegerás la inocencia, sin reparar en los servicios que prestes. Honrarás a tus padres, respetaras a los ancianos, e ilustrarás a los niños.

Exacto apreciador de los hombres y de las cosas, no atenderás más que al mérito personal, sean cuales fueren el rango, el estado y la fortuna.

El día que se generalicen estas máximas entre los hombres, la especie humana será feliz y la Masonería habrá terminado su tarea y cantando su triunfo regenerador
.

The Story of Stuff (La historia de las cosas)

Un video para reflexionar...

viernes, 13 de junio de 2008

La ermita de San Antonio

A propósito de la onomástica que hoy se celebra, aprovecho para hablar de la ermita de San Antonio, que se encuentra en el Barrio Judío de la ciudad monumental y, desgraciadamente, sigue pasando desapercibida no sólo a los ojos de bastantes visitantes, sino también de algún que otro cacereño de los que se intitulan «de toda la vida». Conocida como ermita de San Antonio de la Quebrada o del Barrio, muchos investigadores continúan insistiendo en que fue edificada sobre una antigua sinagoga. Lo cierto es que la primera noticia de que antes de iglesia pudo haber sido tal no la encontramos hasta 1858, cuando entre los papeles de la cofradía del santo se dice lo siguiente: Que en el año de mil cuatrocientos setenta, el honrado caballero Alonso Golfín, de esta vecindad, con intención que se dijo concederles el Ilmo. Sr. Obispo de esta Diócesis, hizo construir a sus expensas la referida hermita, sobre una casa de su propiedad que hubo sido sinagoga de judíos (…).

No cabe duda de que la construcción de la ermita fue patrocinada por Alonso Golfín, señor de Torre Arias, el mismo en cuya casa se alojaron los Reyes Católicos, las veces que visitaron nuestra ciudad. Sin embargo, nada nos asegura que su emplazamiento fuese el mismo que el de la antigua sinagoga; ya que por esta fecha de 1470, la mayor parte de la aljama cacereña se habría trasladado en torno a la calle Ríos Verdes y los portales de la Plaza, y sabemos, esta vez sí de seguro, que la sinagoga se encontraba en la calle de la Cruz, en el edificio donde hoy se celebran las bodas civiles.


Dejando de lado estas aclaraciones, la ermita de San Antonio fue profundamente reformada a partir de 1661, cuando en las mandas testamentarias del portugués Francisco Díaz Suárez, vecino de Portalegre, se destina un dinero para construir la cúpula sobre el altar y cubrir con bóveda el resto de la nave. Seguramente hasta entonces la ermita había tenido una humilde cubierta de madera.


El tamaño del edificio es más bien modesto, el propio de una pequeña iglesia de sencillo aire popular sin demasiadas pretensiones. De planta rectangular, la construcción es toda de mampostería enlucida y encalada, como el resto de casas que se encuentran a su alrededor. Se diferencia, como hemos dicho, por la cubierta con bóvedas latericias de arista y la cúpula de media naranja que remata la cabecera. La puerta de entrada se encuentra situada en un extremo lateral: es adintelada y sobre la misma hay un azulejo del siglo XVIII e inspiración portuguesa, con una simpática representación de San Antonio de Padua.


Unas escaleras permiten el acceso al interior de la ermita, cuya planta se encuentra por debajo del nivel del suelo. A la entrada le precede un pórtico con tres arcos de medio punto, aunque irregulares, que se sostienen sobre dos pilastras de sillares, en la parte delantera, y sobre el muro de la ermita, en la trasera. Se cubre con una bóveda de cañón con dos lunetos, nuevamente encalada. El tejado es a tres aguas y en él encontramos una espadaña muy sencilla, con frontón triangular, y dos pequeñas linternas coronadas en cúpula.

En interior destaca el altar barroco, modificado a principios del siglo XX, cuando se le añadieron dos cuerpos laterales, en los que podemos ver sendos grupos escultóricos, La Sagrada Familia y El Bautismo de Cristo, también de inicios de dicha centuria, característicos de la imaginería de los talleres de Olot (Gerona). La parte original de retablo tiene un solo cuerpo, enmarcado por dos columnas adornadas con rocallas. Lo remata un ático con una hornacina, donde hay una imagen del arcángel San Miguel, y sobre ella un broche vegetal en el que se observan las azucenas simbólicas de San Antonio. También son originales los aletones de estilo rococó que flanquean este ático.


El retablo es obra del tallista cacereño José González, que nada tiene que ver con el salmantino Luis González, que unas décadas antes había trabajado en los retablos del cercano convento de San Pablo (1734) y la ermita de la Soledad (1730). El que nos ocupa estaba terminado en 1767 y sustituyó a otro más antiguo. En palabras de Tomás Pulido, «el retablo es una modesta obra de carpintería artística y por poco interés que tuviese el antiguo, seguramente sería hoy más importante por sus pinturas o tallas por muy restaurado que estuviese». La obra importó 2.300 reales, a los que hay que añadir otros 2.000 del dorado.

La imagen del santo con el niño en brazos, de aceptable calidad, fue adquirida en 1765 en Salamanca e importó 1.023 reales. En 1975 la ermita fue de nuevo restaurada y abierta al culto. Hasta hace unos años, la ermitaña vivía en una habitación a la que se entra por una puerta situada a la derecha del altar, y que creo debe tener acceso a un patio adosado a la muralla. La ermita también contó con su propia cofradía, devota del milagroso santo nacido en Lisboa, y que al menos hasta finales del siglo XIX debió existir, según atestigua la documentación de algunos protocolos notariales y de la propia cofradía, que se conserva en el Archivo Histórico de la Diócesis. Por último, es preciso mencionar que este santuario fue donde primero se estableció en Cáceres la institución del pan de los pobres y, en 1900, la Asociación de la Pía Unión de San Antonio.

Bibliografía:
- Publio Hurtado: La parroquia de San Mateo de Cáceres y sus agregados. Cáceres: [s.n.], [1918] (La Minerva). Pág. 113.
- Tomás Pulido y Pulido: Datos para la Historia Artística Cacereña. Cáceres: Institución Cultural «El Brocense», 1980. Págs. 195-197.
- Mª del Mar Lozano Bartolozzi: El desarrollo urbanístico de Cáceres (siglos XVI-XIX). Cáceres: Univ. de Extremadura, 1980. Págs. 167-168.
- Antonio Bueno Flores: Cáceres: conjunto monumental. Madrid: García-Plata, 1990. Págs. 77-78.
- Tomás Pulido y Pulido: Notas para la Historia de Cáceres. Cáceres: Institución Cultural «El Brocense», 1991. Págs. 21-22.
- José María Martínez Díaz: «El retablo mayor de la ermita de San Antonio de Padua (Cáceres)», Alcántara: revista del Seminario de Estudios Cacereños, nº 27, 1992, págs. 85-96.
- Alonso J. R. Corrales Gaitán: Ermitas cacerenses. Cáceres: Cámara Oficial de Comercio e Industria, 1998. Págs. 57-58.
- Florencio-Javier García Mogollón: Los Monumentos Religiosos de Cáceres, Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Cáceres: Ayuntamiento de Cáceres, 2005. Págs. 77-78.
- José Antonio Ramos Rubio: «La judería de Cáceres», Raíces: revista judía de cultura, nº 64, 2005, pág. 82.
- Francisco Acedo: «Donde las niñas buscaban novio», El Periódico Extremadura, 5 de febrero de 2006.
- Antonio Bueno Flores: Cáceres: historia escrita en piedra. Badajoz: Asamblea de Extremadura, 2006. Págs. 75-80.
- Fernando Jiménez Berrocal: Las huellas de Sefarad en Cáceres. Cáceres: Ayuntamiento de Cáceres, 2008.

El niño y los pajaritos


Hoy es el día de mi santo. Por eso, he querido traer esta canción en la que se narra el milagro que San Antonio obró siendo niño, en su Lisboa natal. Aunque quizá sea el santo más venerado de toda la cristiandad --es rara la iglesia donde no hay una imagen suya--, luego la gente conoce muy poco sobre su vida y milagros. En mi casa se le tiene mucha devoción, sobre todo mi madre, ya que los hijos le hemos salido un poco descreídos; y si llevo el nombre que tengo, también es por tradición familiar: por mi madre, mi bisabuelo…, y así hacia atrás. Me parece que todo viene por unos antepasados portugueses, pero no estoy del todo seguro y lo tendré que investigar.

La siguiente canción recuerdo que la cantábamos en la fiesta del colegio, que se celebraba tal día como hoy. Yo pienso que con esto los frailes mataban dos pájaros de un tiro (que sutil ironía, por cierto), ya que además de intentar fortalecer nuestra fe mediante la música, nos daban gratis una clase de ornitología. Seguramente esta tarde también se escuchará en la procesión que sale de la ermita del santo y recorre las callejuelas del antiguo barrio judío y la ciudad monumental. La versión que a continuación escucharemos fue popularizada por Cecilio, ese verato internacional que con su peculiar timbre de voz llenó de casetes los expositores de las gasolineras y los mercadillos ambulantes, con grandes éxitos que cada verano se vuelven a escuchar en las verbenas de todos los pueblos de la región. Espero que sea de vuestro agrado y os reto a que seáis capaces de aprenderos la letra.




Padre mío San Antonio,
suplicad al Dios inmenso
que con su gracia divina
alumbre mi entendimiento.

Para que mi lengua
refiera el milagro
que el huerto obrasteis
de edad de ocho años.

Desde niño fue criado
con mucho temor de Dios,
de sus padres estimado
y del mundo admiración.

Fue caritativo
y perseguidor
de todo enemigo
con mucho rigor.

Su padre era un caballero
cristiano, honrado y prudente,
que mantenía su casa
con el sudor de su frente.

Y tenía un huerto
donde recogía
cosechas y frutos
que el tiempo traía.

Por la mañana un domingo
como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a misa
cosa que nunca olvidaba.

Y le dijo: «Antonio,
ven acá, hijo amado,
escucha que tengo
que darte un recado.

Mientras yo estoy en misa
gran cuidado has de tener,
mira que los pajaritos
todo lo echan a perder.

Entran en el huerto,
pican el sembrado,
por eso te advierto
que tengas cuidado».

Cuando se ausentó su padre
y a la Iglesia se marchó,
Antonio quedó cuidando
y a los pájaros llamó:

«Venid pajaritos,
dejad el sembrado,
que mi padre ha dicho
que tenga cuidado.

Para que mejor yo pueda cumplir
con mi obligación,
voy a encerraros a todos
dentro de esta habitación».

Y a los pajaritos
entrar les mandaba
y ellos muy humildes
en el cuarto entraban.

Por aquellas cercanías
ningún pájaro quedó,
porque todos acudieron
cuando Antonio les llamó.

Lleno de alegría
San Antonio estaba
y los pajaritos
alegres cantaban.

Cuando se acercó su padre
luego les mandó callar,
llegó su padre a la puerta
y comenzó a preguntar:

«Ven acá Antoñito,
dime hijito amado
¿de los pajaritos
qué tal has cuidado?»

El niño le contestó:
«Padre, no tenga cuidado,
que para que no hagan mal
todos los tengo encerrados».

El padre que vio
milagro tan grande,
al señor obispo
trató de avisarle.

Acudió el señor obispo
con gran acompañamiento,
quedando todos confusos
al ver tan grande portento.

Abrieron ventanas,
puertas a la par,
por ver si las aves
se quieren marchar.

Antonio les dijo entonces:
«Señores, nadie se agravie,
los pájaros no se marchan
hasta que yo no lo mande».

Se puso en la puerta
y les dijo así:
«Ea, pajaritos,
ya podéis salir.

Salgan cigüeñas con orden,
águilas, grullas y garzas,
avutardas, gavilanes,
lechuzas, mochuelos, grajas.

Salgan las urracas,
tórtolas, perdices,
palomas, gorriones
y las codornices.

Salga el cuco y el milano,
zorzal, patos, y andarríos,
canarios y ruiseñores,
tordos, jilgueros y mirlos.

Salgan verderones
y las cardelinas,
también conjugadas
y las golondrinas».

Al instante que salieron
todos juntitos se ponen,
escuchando a San Antonio
para ver lo que dispone.

Antonio les dice:
«No entréis en sembrados,
marchad por los montes,
por riscos y prados».

Al tiempo de alzar el vuelo
cantan con dulce alegría,
despidiéndose de Antonio
y su ilustre compañía.

El señor obispo,
al ver tal milagro,
por diversas partes
mandó publicarlo.

Árbol de grandiosidades,
fuente de la caridad,
depósito de bondades,
padre de inmensa piedad.
Antonio divino,
por tu intercesión
todos merezcamos
la eterna mansión.

miércoles, 11 de junio de 2008

Consejos de economía

Esta mañana, mientras jugábamos una partida de ajedrez, Cecilia se ha puesto a tararear esta canción. Por un momento, he pensando que la crisis económica tenía fácil solución. Al cabo de un rato, me dijo: «¡Jaque mate!».

martes, 10 de junio de 2008

Russian Red

Mi hermana parece que tuviera un sexto sentido. Puede llevar años escuchando a cierto cantante o un grupo de música que no los conoce ni su madre, pero tarde o temprano, he comprobado, que acabarán siendo famosos. Y no es que me haya dado cuenta una ni dos veces, sino que a fuerza de poner la radio y escuchar una música que ya conocía, porque antes se la había escuchado a ella, he llegado a la conclusión de que si a mi hermana le gusta tal cantante, tiene el éxito asegurado.

Hace unas semanas le comenté que había descubierto la música de una chica madrileña que cantaba en inglés y que me tenía enganchado; entonces, va la jodida y me dice que ya la conocía desde hacía meses. Así que lo supe de inmediato: dentro de nada estaría sonando en los 40 Principales. La cantante en cuestión se llama Lourdes Hernández y tiene 22 añitos, y con el nombre de Russian Red acaba de editar su primer trabajo, titulado I love your glasses. Me gusta por la combinación de ese aspecto inocente y la dulzura de su voz, pero además porque hacía tiempo que nadie se atrevía a interiorizar la música folk, por lo menos en este país. Como he dicho, la escucho a todas horas. Espero que sea de vuestro agrado, y ya sabéis, si lo dice mi hermana será por algo…



El fantasma del Teatro Principal

Hace más o menos un mes, la alcaldesa, con varios concejales y algunos miembros de la plataforma que pretende recuperar el antiguo Teatro Principal, o al menos lo que queda de él, visitaron los restos del inmueble que se encuentra en la Plaza de las Canterías y se plantearon seriamente que el Ayuntamiento adquiriera este edificio para dedicarlo a usos culturales. Una magnífica propuesta, que esperemos que prospere y finalmente se lleve a cabo, por el bien de la ciudad.


El Teatro Principal, también conocido como Teatro de Pedrilla o de la calle Sande, fue el primero que con carácter estable se levantó en la entonces villa de Cáceres. El 5 de diciembre de 1798 se dio cuenta de un memorial suscrito por el comerciante Ventura Carlés y Busquet, donde pedía permiso al consistorio para edificar a sus expensas un patio de comedias en el lugar donde tenía unas casas de su propiedad, situadas entre la calle de Peña y de los Peces (actualmente la plazuela de las Canterías). Según Publio Hurtado, «en noviembre de 1801 se terminaron las obras, presentando el teatro un aspecto no sólo decente sino hasta lujoso, dadas las exigencias de los espectadores de aquellos días y las necesidades de la escena».


A primeros de junio de 1802 tuvo lugar su inauguración, a la que acudió no sólo la flor y nata de la sociedad cacereña, sino hasta el último hijo de vecino. Las representaciones elegidas para aquella ocasión fueron El desdén con el desdén, de Agustín Moreto, y La Casa de Tócame Roque, de Ramón de la Cruz. Así, durante los años siguientes, el Teatro Principal siguió acogiendo las más diversas actuaciones de las compañías dramáticas que pasaban por Cáceres, e incluso vio la puesta en escena de obras escritas por autores cacereños, como Antonio Hurtado Valhondo, y otras interpretadas por algunos vecinos aficionados a la farándula.

Don Antonio Hurtado Valhondo (1824-1878)

En 1923 el teatro fue adquirido por el controvertido obispo Pedro Segura Sáez, que le cambió el nombre por el de Salón Extremadura y lo dedicó a proyecciones cinematográficas y funciones benéficas. Por cierto, que este sería el primer cine estable que hubo en la ciudad, muchos años antes de que se levantara el también desaparecido Cine Norba. En los años cuarenta el edificio de la calle Peñas se encontraba en desuso y fue comprado por la familia Alonso, que instaló en él una panadería, llamada Panadería Principal en recuerdo del antiguo teatro. Aunque se derribó buena parte de la edificación original para construir unas viviendas, la propietaria de la panadería tuvo el acierto de conservar a la vista las columnas de piedra que separaban los palcos del desaparecido coliseo y sostenían una galería superior. Y estos mismos restos son los que se conservan actualmente.

La Plaza de las Canterías, con las obras el solar donde su día estuvo el Teatro Principal, al fondo.

Hace unos días me contaron una historia sorprendente. Resulta que esta misma señora, la dueña de la panadería, a la que llamaban La Rumalda, solía decir que en más de una ocasión había visto un fantasma. En un pequeño patio que debía haber junto a lo que antes fue el teatro, más de una noche se encontró con el espectro de lo que parecía una monja, sentada en el brocal de un pozo que allí se conservaba, con aire melancólico y atisbando la profundidad del mismo.


Pero esto no me hubiera parecido más que una simple anécdota, si no es porque resulta que en el mismo lugar donde durante décadas había estado el Teatro Principal, no se sabe cuánto antes, parece ser que hubo un convento u oratorio de monjas. De hecho, tampoco hace mucho, en el transcurso de unas obras en la Plaza de las Canterías, aparecieron unos huesos humanos, que bien podrían haber sido del cementerio de este convento. Luego, existe la leyenda popular de que una novicia se enamoró de un apuesto caballero que la cortejaba, y como no podía romper sus votos ni su familia tampoco vería aquella relación con buenos ojos, más aún después de haber pagado la dote; la frágil muchacha, desesperada, decidió terminar con su vida arrojándose a un pozo.


Bibliografía:
- Germán Sellers de Paz: Cáceres visto por un periodista (20.000 años de vida). Cáceres: EdiSell, 1995; págs. 408-409.
- Miguel Muñoz de San Pedro, conde Canilleros: La ciudad de Cáceres: estampas de medio siglo de pequeña historia. Cáceres: Ayuntamiento de Cáceres, 1999; págs. 44-45.
- Publio Hurtado: Recuerdos cacereños del siglo XIX. Sevilla: [s.n.], 2000; págs. 282-309.
- José Luis Bermejo: «El primer teatro estable cacereño», El Periódico Extremadura, 18 de enero de 2004.
- José Luis Bermejo: «SOS, salvemos el Teatro Principal», El Periódico Extremadura, 18 de febrero de 2005.
- Cristina Carrasco Roncero: Teatro Principal. Cáceres: la autora, 2007.

domingo, 8 de junio de 2008

Contra la blasfemia

Mi amiga Almudena me envía la transcripción del siguiente acuerdo que adopta el pleno del Ayuntamiento de Badajoz, con fecha del 25 de agosto de 1939, recién terminada la guerra civil:

ESPAÑA CONTRA LA BLASFEMIA.- Se da lectura de la carta del Sr. Presidente de la Unión Diocesana de Juventud Masculina de Acción Católica, informando de la campaña que se propone desarrollar contra la blasfemia y solicitando la cooperación moral de este Ayuntamiento, excitando en celo de la Guardia Municipal para que extreme la vigilancia y la represión de tan fea costumbre, y la material de adquirir las hojas editadas, al igual que otros Municipios. El Sr. Alcalde [don Ricardo Carapeto] manifestó que ya había dado las órdenes a la Guardia Municipal para que colabore a esta labor.

Cagarse en todos los santos y maldecir al gobierno ha sido y seguirá siendo el deporte preferido de los españoles. Por eso, cuando se llega a prohibir por ley este tipo de manifestaciones verbales, se trata de un signo inequívoco de la conculcación de las libertades y derechos más fundamentales. De todos modos, estamos hablando de un tiempo que afortunadamente nos queda muy lejano, y hoy día cuando trabajando en un archivo encontramos por casualidad uno de estos bandos, no podemos evitar que se nos escape una sonrisa. Por cierto, este documento me acaba de recordar unos letreros realizados con letras de azulejo, que estuvieron hasta hace unos treinta años en las principales entradas de Cáceres, como en la calle San Antón y en Barrionuevo, que rezaban lo siguiente:

CIUDAD
DE
CÁCERES
CAPITAL DE PROVINCIA
SE PROHIBE 

LA BLASFEMIA
Y LA MENDICIDAD

"A volar"

Actualidad arqueológica

A estas alturas dudo que haya nadie que pueda asegurar que todo está escrito y, ni mucho menos, descubierto:


«Un estudio concluye que Stonehenge fue un gran cementerio»



País de mierda

www.paisdemierda.org

Paseos por el cementerio

Hace unos días, se podía leer el siguiente titular en el periódico:

«El ayuntamiento de Cáceres planea una ruta turística por el cementerio»

Lo normal es que este tipo de noticias den pie a comentarios con sorna y a alguna que otra gracia escatológica. Pero esta vez me reprimo y no voy a ser yo quien abra la veda, porque reconozco que en más de una ocasión he paseado por las calles del cementerio como quien mira las vitrinas de un museo. Seguramente pensaréis que me sucede algo, que puedo estar sumido en una profunda depresión, y como aquellos románticos del siglo XIX, me gusta pasear mi melancolía entre lápidas y panteones. Pero no, nada más lejos de la realidad, estos garbeos tenían un importante contenido cultural, y por ahí creo que van los tiros de lo que propone el ayuntamiento.


Un cementerio es un microcosmos de la ciudad. De hecho, los antiguos los llamaban necrópolis: ciudades de los muertos. Un camposanto es un espacio privilegiado para el historiador: aparte de poder apreciarse la calidad artística de algunos monumentos funerarios, en ellos se encuentra recogida y concentrada buena parte de la historia de una población. No precisamente la historia de los grandes acontecimientos, sino los aspectos que más nos pueden interesar para el estudio de la vida cotidiana: las relaciones familiares, el reflejo de las clases sociales, las distintas actitudes ante la muerte… y, en último término, hasta las causas y las épocas de mayor mortandad. Es verdad que la muerte a todos nos iguala, pero aún después de muertos nuestras lápidas y modo de enterrarnos son un reflejo de lo que fuimos en vida.

No es la primera vez que escribo sobre el cementerio de Cáceres. En una ocasión ya comenté que los de Televisión Española me habían entrevistado para hablar sobre los enterramientos de los soldados moros que fallecieron en la guerra civil. Pero no sólo sobre eso, ya sea investigando o simplemente interesándome por algo en concreto, recurrentemente he acudido al cementerio para buscar la información que precisaba.

El actual cementerio municipal de Cáceres data de 1844, cuando vino a sustituir a otro que existía en las inmediaciones de la ermita del Espíritu Santo. Parece ser que, al principio, la gente era reacia a enterrarse en el nuevo camposanto, quizá porque no les agradara la idea de ser los primeros y, por tanto, encontrarse solos hasta que otros fuesen llegando. Por eso las autoridades decidieron que lo mejor sería que el primer enterramiento se trajese de otro sitio.

En aquellos años acababa de ser desamortizado el Convento de la Concepción, situado en la plaza que hoy lleva el mismo nombre. El edificio amenazaba ruina y finalmente fue demolido, pero antes se rescataron algunos elementos arquitectónicos, que precisamente fueron llevados al recién inaugurado cementerio municipal. Fue el caso del sepulcro de Juan Durán de Figueroa y su mujer, Isabel Baca, que en 1604 habían sido los fundadores del citado convento. Éstos fueron los primeros inquilinos del flamante cementerio, por entonces dependiente de la Diputación Provincial.


Con otros restos del Convento de la Concepción se edificó la capilla de planta circular del nuevo cementerio. En ella se colocó una escultura en mármol de la Virgen de la Estrella, que fue la que originalmente se diseñó para ponerla en el Arco de la Estrella. Pero por qué acabó esta imagen aquí y no en la hornacina de dicho arco es una historia que quizá cuente otro día.


Fuentes:
- Germán Sellers de Paz: Cáceres visto por un periodista (casi 3.000 años de vida en la ciudad). Cáceres: Extremadura, 1964; págs. 295-296.
- M.ª del Mar Lozano Bastolozzi: El desarrollo urbanístico de Cáceres (siglos XVI-XIX). Cáceres: Univ. de Extremadura, 1980; págs. 107 y 160.
- Fernando García Morales: «El origen de la Plaza de la Concepción», HOY, 20 de julio de 1982.
- Serafín Martín Nieto: «Las últimas voluntades del indiano cacereño Juan Durán de Figueroa», XXVIII Coloquios Históricos de Extremadura (1999). Trujillo: Centro de Iniciativas Turísticas, 2001.
- Antonio Carreras Panchón y Mercedes Granjel: «Extremadura y el debate sobre la creación de cementerios: un problema de salud pública en la Ilustración», Norba. Revista de Historia, nº 17, 2004, págs. 69-91.
- Francisco Acedo: «Un jardín sobre la ruina», El Periódico Extremadura, 21 de mayo de 2006.

Entrevista a Erich von Däniken

Por lo que parece, la nueva entrega de Las Aventuras de Indiana Jones viene cargada de polémica:

«Perú recomienda no ver Indiana Jones por sus graves errores históricos»

Ya he comentado que ciertas películas, al igual que algunas novelas del denominado género histórico, no hay que tomárselas al pie de la letra. Bien es verdad que en ocasiones se cometen errores garrafales por la ignorancia de los propios escritores y guionistas, pero en otras pueden estar justificados al tratarse de una obra de ficción. Y cuando se habla de ciencia y ficción es conveniente no mezclar las churras con las merinas. En mi caso, soy el primero que disfruta más con un buen libro de Historia entre las manos; pero después de toda una tarde de lectura y absorción de conocimientos, cuando voy al cine lo que me apetece es distraerme y pasar el rato. No pido más.


Por éste y otro motivos me gustan tanto las películas de Indiana Jones. Claro que carecen de rigurosidad, pero tampoco se echa de menos. En esta ocasión me quedo además con que me ha parecido que Lucas y Spielberg pretendían rendirle una especie de homenaje a la astroarqueología y su principal representante, el suizo Erich von Däniken. Reconozco que he leído algo sobre el tema, que me interesa todo lo relacionado con la denominada parapsicología, pero sólo por mero entretenimiento. El profesor Däniken se hizo famoso en los años ochenta por sus peculiares teorías: defendía que en el pasado los extraterrestres habían visitado la Tierra y fueron ellos quienes trasmitieron al hombre los principios de la civilización. Las pruebas de estos ancestrales contactos se encontraban en algunos enigmas que la arqueología no había sido capaz de resolver, como la construcción de las pirámides, las líneas de Nazca o los moai de la Isla de Pascua. Además, la etnografía también nos permitía descubrir que algunos pueblos indígenas en la actualidad todavía conservan en su religión determinadas divinidades y ritos que recuerdan aquellos avistamientos de ovnis y a sus tripulantes.


Creo que en ocasiones los historiadores no estamos en condiciones de criticar algunas hipótesis, por muy descabelladas que nos parezcan; sobre todo, como en el caso que nos ocupa, cuando son fruto de años de ardua investigación. Puede que no estemos de acuerdo, pero sería un ejercicio de soberbia negarlas categóricamente, por la única razón de que se alejan de nuestro tan querido método científico, del que, por otra parte, tampoco nos podemos fiar porque tantas veces nos ha fallado. Algunos de los argumentos de Däniken se desmontarían por sí solos, otros se podrían poner en cuestión, pero tenemos que reconocer que en muchas ocasiones nos resulta imposible encontrar una respuesta satisfactoria a algunos de los misterios que todavía rodean el mundo de la arqueología. En el siguiente vídeo tenemos la ocasión de ver la entrevista que el genial Fernando Jiménez del Oso le hizo al célebre investigador suizo. Ya ha llovido desde entonces.


parte 1 - parte 2 - parte 3

viernes, 6 de junio de 2008

André Malraux

Llevo una semana bastante ajetreada, apenas me ha quedado tiempo para escribir sobre algunas cosas que me resultan interesantes y que quisiera seguir compartiendo en este blog. Por las noches, antes de acostarme, le he echado un último vistazo a las revistas de Historia del mes anterior. En un artículo de una de ellas he leído algo que me llamó la atención. Resulta que, con posterioridad a la huelga general y el levantamiento estudiantil de mayo del 68 en Francia, las manifestaciones que tuvieron lugar en apoyo a De Gaulle estaban encabezadas por un viejo conocido. Se trataba del escritor André Malraux (1901-1976), y si en un principio me sorprendió encontrármelo en esta época liderando al sector más reaccionario de la sociedad francesa, luego no me extrañó lo más mínimo, teniendo en cuenta su carácter contradictorio y su azarosa trayectoria vital. Malraux era Ministro de Cultura desde 1958 y antes había ocupado la cartera de Información durante el gobierno provisional de De Gaulle (1945-1946).


Si la semana pasada hablábamos de F. A. Mitchell Hedges y otros ilustres arqueólogos-aventureros, podemos decir que la juventud de Malraux transcurrió más o menos por los mismos derroteros. Sin embargo, aunque quisiéramos considerar igual de románticas las expediciones que realizó a Extremo Oriente, sobre todo en Indochina, Malraux no pasó de ser más que un vulgar saqueador de obras de arte, que antes apenas había pisado la universidad y, por tanto, despreciaba el trabajo académico. En Saigón se libró por los pelos de ir a la cárcel, acusado de expolio y contrabando, por lo que se fue desentendiendo de la arqueología e interesando cada vez más por el periodismo y la defensa de los derechos humanos. En 1924 funda el periódico L’Indochine, desde cuyas páginas criticaría la política colonial francesa y asumió la custodia de los derechos y libertades de los indígenas.


En la década de los treinta decide regresar a Francia y en julio de 1936 le sorprende el estallido de la guerra civil española. Malraux no duda en apoyar al gobierno legítimo de la República, por lo que inmediatamente decide organizar una unidad de bombarderos, cazas y aviones de escolta que ayudara a los republicanos españoles a sofocar el golpe de Estado. Aunque cuenta con la colaboración del Ministro del Aire, Pierre Colt, la entrada de Francia en el Comité de No Intervención viene a frustrar sus planes iniciales. No obstante, logra reunir medio centenar de aparatos, que serían tripulados por voluntarios y profesionales, muchos de ellos procedentes de la Compagnie Genérále Aéropostale francesa, junto con algunos mercenarios de distintas nacionalidades. Este heterogéneo grupo recibió el nombre de Escuadrilla España y el 16 de agosto la unidad ya estaba plenamente operativa con su base establecida en Madrid.


La actividad de Malraux, que nunca había pilotado un avión, fue durante criticada incluso por algunos oficiales del ejército republicano. Al respecto, el general Hidalgo de Cisneros, jefe del Estado Mayor de la Fuerzas Aéreas y Ministro de Marina y del Aire, diría en sus Memorias:

Yo no puedo decir que Malraux en aquella época no fuese, a su manera, un hombre progresista, ni que no viniese a España de buena fe para ayudar a los republicanos, tal vez ilusionado con el pensamiento de hacer en nuestro país el papel de lord Byron en Grecia. Lo que sí puedo y debo decir es que Malraux, que por su personalidad como escritor podía habernos sido útil, se anuló él mismo al pretender hacerse jefe de una escuadrilla, sin haber visto en su vida un avión, sin tener la menor idea de lo que es la aviación, y sin darse cuenta de que no se puede jugar a los aviadores sin serlo, y mucho menos en una guerra (…). Más que una ayuda, fueron para nosotros una carga. En varias ocasiones intenté licenciarlos, pero el gobierno se oponía, alegando la mala impresión que produciría en Francia cuando se supiese que habíamos tenido que echar de España, por inútiles y sinvergüenzas, a estos aviadores que una falsa propaganda había convertido en "heroicos defensores de la libertad".

Algunos cazas y bombarderos de la escuadrilla sobrevolaron los cielos extremeños en el verano de 1936, donde llegaron a entablar combate con otros aparatos de la aviación rebelde que protegían el avance hacia Madrid de la columna del teniente coronel Yagüe. Es muy probable que Malraux nunca formase parte de algunas de sus tripulaciones; sin embargo, en su novela L’espoir asegura que el 20 de agosto pasó por encima de la ciudad de Badajoz en un bombardero Potez-54, y he aquí la magnífica descripción de lo que pudo observar:

Por último, áspera como su tierra de rocas, techos sin árboles, viejas tejas grises de sol, esqueleto berberisco sobre tierras africanas: Badajoz, su alcázar, su plaza de toros vacía (...). Abajo, una vieja ciudad española roída, con sus mujeres negras detrás de las ventanas, sus olivos y sus anises al fresco en baldes con agua de pozo, sus pianos en los que jugaban los niños tocando con un dedo, y sus gatos flacos al acecho de las notas que se perdían una tras otra en el calor... Y una impresión de sequedad tal, que parecía que tejas y piedras, casa y calles debiesen resquebrajarse y pulverizarse a la primera bomba, con un gran ruido de huesos y cascajos. Por encima de la plaza, Karlitch y Jaime agitaron sus pañuelos. Los bombarderos españoles lanzaban pañuelos con los colores de la República.


En febrero de 1937, ante el número de bajas y tras más de una deserción, la escuadrilla fue disuelta. Malraux se dedicaría durante el resto de la guerra a labores de propaganda y, sobre todo, a escribir su novela L’espoir («La esperanza»), en la que idealizaba la labor desempeñada por la Escuadrilla España. En 1945 la adaptaría al cine con el título de Sierra de Teruel, y en el montaje de la película empleó imágenes de documentales rodados durante la misma guerra civil.


Bibliografía:
- Ignacio Hidalgo de Cisneros: Memorias. París: Société d’Editiones, 1964.
- André Malraux et al.: Los que fueron a España. [Buenos Aires]: Jorge Álvarez, 1966.
- Andreu Castells: Las Brigadas Internacionales de la Guerra de España. Esplugues de Llobregat: Ariel, 1974. Págs. 49-52 y 482-483.
- Óscar Collazos: André Malraux. Barcelona: Barcanova, 1982.
- André Malraux: La Esperanza. Barcelona: Orbis, 1987 (1937). Pág. 78.
- Jean Lacouture: André Malraux. Valencia: Edicions Alfons el Maganànim, 1992.
- Olivier Todd: André Malraux. Una vida. Madrid: Tusquets, 2002.
- Paul Nothomb: Malraux en España. Madrid: Edhasa, 2001.
- Manuel Florentín: «Malraux, historia y ficción», La Aventura de la Historia, nº 37, 2001, págs. 60-65.
- Michel Lefebvre, Rémi Skoutelsky: Las Brigadas Internacionales: Imágenes recuperadas. Barcelona: Lunwerg, 2003.
- Antonio Rodríguez González: «La presencia de combatientes extranjeros en el frente de Extremadura», en A. Rodríguez Celada, D. Pastor García y R. M.ª López Alonso (eds.): Las Brigadas Internacionales: 70 años de memoria histórica. Salamanca: Univ. de Salamanca, 2007. Págs. 377-386.
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