miércoles, 21 de enero de 2009

Las pijas de mi ciudad

Decía sir Winston Churchill que «las críticas no serán agradables, pero son necesarias». Esta mañana me he despertado con ganas de criticar y no sé cómo, por eso creo la mejor manera de hacerlo, siendo agradable, es dedicarle la siguiente canción a todas las pijas de Cáceres. Espero que os guste, va por vosotras.




Adoro a las pijas de mi ciudad.
Su aroma es tan distinto
que uno se esfuerza en averiguar
el secreto de sus besos.

Su estilo de vida tan convencional
me produce tanta envidia.
Incluso el más cínico puede apreciar
la belleza de las cosas simples.

Van rompiendo los corazones
en sus coches de tres millones.

Te lo cambio por amor, te lo cambio ...
Te lo cambio por amor, te lo cambio ...
Te lo cambio por amor, te lo cambio ...
Te lo cambio por amor, el dinero ...

Cuantas veces disfruto al verlas bailar
esos ritmos latinos
o las sevillanas con esfuerzo aprendidas
para no ser menos.

No és sólo la ropa que pueden comprar,
brillan por si mismas.
Y cuando el buen tiempo las viste de estreno
cortan el aliento.

No conozco a quien se resista
a su sonrisa de dentista.

Te lo cambio por amor, te lo cambio ...
Te lo cambio por amor, te lo cambio ...
Te lo cambio por amor, te lo cambio ...
Te lo cambio por amor, el dinero que tu padre te dejó.

Las chicas modernas enseñan las piernas.
Las chicas de barrio levantan las manos.

Las chicas modernas enseñan las piernas.
Las chicas de barrio levantan las manos.

Las chicas modernas enseñan las piernas.
Las chicas de barrio levantan las manos.

Las chicas modernas enseñan las piernas.
Las chicas de barrio levantan las manos.

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