jueves, 25 de diciembre de 2008

De paseo por Bélgica III

Me quedaba pendiente terminar de colgar las últimas fotos de mi escapada por tierras flamencas. Precisamente hoy hace ya un mes que estuve por allí. El tiempo se pasa volando, y más aun el mes de diciembre, entre tanto puente, celebraciones, comidas y demás. De aquí en adelante espero que todo me cunda más, porque si no este año que viene lo voy a tener que pedir con prórroga.


Más fotos de la fachada del Ayuntamiento. Todas las hornacinas estaban a rebosar de personajes, cada uno de ellos con su propia historia, por supuesto.

Monumento dedicado a Everard’t Serclaes, vecino de Bruselas que fue ejecutado en 1388, tras haber defendido la ciudad frente a las tropas de Luis II, conde de Flandes. Dicen que da buena suerte tocarle el brazo. Así está de desgastado, como el dedo gordo del pie del San Pedro de Alcántara en la Plaza de Santa María.

Una calle dedicada al Profesor Tornasol, nada menos...

... y un curioso trampantojo con Tintín y el Capitán Haddock.

Edificio de la Bolsa, de estilo paladiano, construido por el arquitecto Léon Suys entre 1867 y 1873. Algunos de los bajorrelieves y esculturas que decoran la fachada son obra de Auguste Rodin.

El Teatro Real se levantó en 1817 sobre el solar de una posada del siglo XV conocida como Hôtel des Monnaies, pero debido a que un incendio lo arrasó en 1855, sólo se conserva del primitivo edificio neoclásico la fachada y el frontón. El arquitecto Joseph Poelaert volvió a alzar el teatro después del desastre. El 25 de agosto de 1830, tras escuchar un encendido himno patriótico titulado Amour sacré de la patrie, la audiencia se lanzó a la calle, dando comienzo así la revuelta nacionalista que finalmente conduciría a la independencia de Bélgica respecto al Reino Unido de los Países Bajos.

Me llamó la atención: la «calle del puterío». En España somos más finos, y los solemos llamar barrios chinos.

Estatua de Alberto I, rey de los belgas entre 1909 y 1934.




Edificio Old England, joya del art nouveau construido en 1899 por el arquitecto Paul Saintenoy para albergar unos grandes almacenes.

Iglesia de St-Jacques-sur-Coudenberg, en la Place Royale. Pude haber sacado más fotos por esta zona, pero, como siempre, íbamos corriendo con la hora pegada al culo.


Place du Petit Sablon. Recibe este nombre por encontrarse situada en unos terrenos que antaño fueron unas marismas arenosas. La valla que encierra los jardines está rematada con cuarenta y ocho estatuas de bronce realizadas por el escultor de art noveau Paul Hankar; cada una de ellas representa un gremio medieval de la ciudad. También se puede contemplar una fuente construida en recuerdo de los condes de Egmont y Horn, que promovieron el levantamiento de los Países Bajos contra la corona y española y por este motivo Felipe II les mandó decapitar en la Grand Place. A cada lado se ubican otras doce estatuas de personajes de los siglos XV y XVI, entre ellos, Gerhard Mercator, el geógrafo flamenco que inventó el sistema de proyección cartográfica que utilizamos hoy en día.


Notre-Dame du Sablon, uno de los pocos ejemplos que quedan del gótico en el ducado de Brabante.

Y después de la caminata, nada mejor que un almuerzo. Tenía tan buena pinta, que no pude resistir a sacarle una foto para el recuerdo.

De vuelta a casa, nos encontramos con el europarlamentario y locutor de la COPE Luis Herrero, que muy amable accedió a hacerse una foto con nosotros y a firmarnos autógrafos.

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