miércoles, 3 de diciembre de 2008

De paseo por Bélgica I

Tras más de una semana de ausencia, regreso a la calidez del hogar… y se agradece más que nunca, pues este clima no es el mejor para andar por esos mundos de dios. Seguramente más de uno me haya echado de menos durante estos días, y también supongo quién se frotaba las manos imaginándose que me hubiera podido ocurrir algo; pero para contento de unos y desasosiego de otros, de nuevo estoy aquí, dispuesto a seguir dando la vara y escribiendo, que es gerundio, siempre con la premisa de saciar curiosidades y, de paso, servir de martillo contra algún hereje.

Si alguien todavía no lo sabe, la semana pasada anduve por tierras flamencas, visitando esos territorios que, como tantos otros, en una época heroica y ya muy lejana, pertenecieron a al imperio que solían llamar español. Es decir, que me fui a dar un paseo por Bélgica, país del chocolate, la cerveza y los cómics.

El lunes bien temprano, a las seis de la mañana, a la hora que se despiertan los valientes, cogimos el Auto-res --aunque ahora se llama Avanza-- que nos llevaría hasta Madrid. Tras sortear los atascos de rigor y tras participar en una enloquecida carrera en taxi por las calles de la capital, pudimos llegar al aeropuerto in extremis, a punto de perder el vuelo.

Cuando llegamos a Bruselas estaba nevando y el frío era morrocotudo, pero al volver a casa me he dado cuenta que esto era una excepción y que el descenso de las temperaturas era, y sigue siendo, general en todo el continente. Esa misma tarde, sin apenas tregua para quedar las maletas en el hotel, volvimos a coger el tren rumbo a Brujas.

La Estación Central de Bruselas, punto de partida y destino de todas nuestras excursiones. Me imagino que Tintín, en más de una ocasión, debió coger el tren en esta estación, antes de emprender alguna de sus aventuras.

Al lado de nuestro hotel, el Ibis Grand Place, la herencia española queda patente en esta estatua de Don Quijote y Sancho Panza.

Las magníficas vistas desde el hotel.

Asustado, en uno de estos trenes que parecían el escenario de una película policíaca de hace cincuenta años, así tipo Orient Express.

Mmmmmmmmmm… chocolate. Me hubiera comido la tienda entera. El día 6 se celebra la festividad de San Nicolás, que es ese señor vestido de obispo representado en figuras de chocolate. En vez de Papá Noel o los Reyes Magos, los niños belgas reciben sus regalos navideños de San Nicolás, eso sí, bastantes días antes que comiencen las fiestas, así tienen más tiempo para jugar y disfrutar con ellos antes de regresar al cole.

Monumento a los fallecidos en las dos guerras mundiales. Me fijé que en todas las estaciones de ferrocarril suele haber memoriales parecidos.


Brujas es una ciudad que basó su riqueza y prosperidad en el comercio, bajo la protección de los condes de Flandes. La emergente industria de lana posibilitó el crecimiento de la ciudad, que se rodeó de una muralla, y en el siglo XIII entró a formar parte de la Liga Hanseática. Convertida en una de las ciudades más ricas de Europa, los comerciantes y artesanos no admitieron la creciente dependencia del condado de Flandes respecto a la corona francesa. En 1302 estalló una cruenta revuelta que se saldó con la derrota francesa en la conocida como la batalla de las Espuelas de Oro. En el siglo XV, el duque de Borgoña Felipe III el Bueno estableció su corte en Brujas, lo que trajo mayor prosperidad, si cabe, y una importante actividad cultural. En el siglo XVI los canales cegados de sedimentos eran cada vez más difíciles de transitar para los barcos, por lo que Brujas fue perdiendo su hegemonía frente a otras ciudades como Ámsterdam o Amberes.

En Brujas, la torre de la iglesia de Nuestra Señora (Onze Lieve Vrouwekerk). Como era de noche, no pudimos entrar y ver la escultura de la Virgen con el Niño (1505), la única obra de Miguel Ángel que se encuentra fuera de Italia, o el mausoleo del príncipe Carlos el Calvo y su hija María.

Ambiente navideño y temperaturas glaciales. A ver quién tenía narices para salir a la calle…




Vistas de Rozenhoedkaai, uno de los canales que rodean Brujas.


El ayuntamiento (Stadhuis), construido entre 1376 y 1420. En el interior destaca un bello salón de estilo gótico, magníficamente restaurado, notable por su techo abovedado de 1385.

En la Plaza Mayor (Markt) se encuentra el edificio más emblemático de Brujas, construido entre los siglos XIII y XV: el campanario (Belfort), en cuya torre octogonal de 83 m de altura se conserva la carta constitucional, documento en que se recogen los derechos y privilegios de la ciudad.

Huis Bouchotte, donde vivió Carlos II de Inglaterra durante parte de su exilio de 1656 a 1657, cuando fue expulsado de su país por la revolución que encabezó Oliver Cromwell.


Todo preparado para las fiestas navideñas, aunque no se veía un alma por la calle. Los de la estatua del centro son Jan Breidel y Pieter de Coninck, dos dirigentes gremiales que encabezaron la rebelión contra los franceses en 1302. Al final estos belgas iban a resultar simpáticos…

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