miércoles, 21 de enero de 2009

Evidencias romanas en la Ribera del Marco

La semana pasada, el periódico HOY se hacía eco de las declaraciones del presidente de la Asociación de Amigos de la Vía de la Plata de Cáceres, que proponía a la autoridades que se recupere y ponga en valor, además de la riqueza medioambiental, el importante patrimonio geológico y arqueológico que se encuentra en el entorno de la Ribera del Marco.

En la noticia se apuntaba la existencia de restos arqueológicos, concretamente de época romana, que son a los que vamos comentar en esta entrada y cuyos hallazgos trataremos de explicar y resumir.

Pero antes de entrar en materia, conviene señalar que el denominado Arroyo del Marco se nos presenta en toda su extensión como una corriente continua de agua que discurre por una vega fértil, que sumado a unas idóneas condiciones geológicas, propició desde la más remota antigüedad el asentamiento de poblaciones humanas en torno al cauce. Por tanto, no es de extrañar que los primeros indicios de la presencia de primitivos grupos de cazadores-recolectores en las inmediaciones de la ciudad de Cáceres aparezcan precisamente en este entorno (Cueva de Maltravieso, Cueva del Conejar…). Se puede afirmar que la ribera es la principal fuente de recursos con el que contó la ciudad desde sus orígenes, pues como se suele decir: donde hay agua, hay vida.

Charca del Marco, donde nace el arroyo del mismo nombre.

Dejando aparte la explicación de las especiales condiciones geomorfólogicas de la Ribera, asunto en el que no soy experto, y que además se puede consultar en páginas más especializadas, como la de mi compañero y amigo, el profesor de geología Juan Gil; consideramos que en época romana esta abundancia de agua y recursos fue decisiva para que en sus orillas del se asentara de manera definitiva la población. A continuación pasaremos a considerar en distintos puntos las huellas de este pasado romano en la Ribera:


1. La calzada romana a su paso por la Ribera.

Actualmente se asume sin discusión que la calzada romana comúnmente conocida como Vía de la Plata (iter ab Emerita Asturicam) debería coincidir con la actual Ronda de San Francisco, que desde siempre fue el camino natural para dirigirse a Mérida. J. Sanguino describía así su recorrido antes de entrar en la ciudad, paralelo a la Ribera del Marco:

Mucho más acá quedan aún las líneas del empedrado que limitaban la caja, y medido de una a otra he hallado seis metros. La dirección que trae este carril hasta llegar a la carretera de San Francisco hace presumible que la calzada, llegando al Calerizo, siguiera por lo que hoy es “Cerca de San Jorge”, donde debía de doblarse para seguir con cierto paralelismo a la antedicha carretera, pues junto al puente de la carretera y desagües de la cerca, más acá y contiguo a la tapia se advierte el empedrado como si saliera de la finca. También se ve entre la carretera y la pared del olivar del Espíritu Santo (antiguo cementerio) y continuaba tomando la parte alta de la carretera de San Francisco, entre los álamos de estas y campo actual de la feria, vía que ha seguido siendo muy frecuentada hasta nuestros días, en que llegó a estropearse de tal modo por el tránsito, que los carros fueron desviando el carril, metiéndose por aquellas tierras que son del Marqués de Castro Serna. En toda esa parte apenas se adivina ya el firme de la calzada.

Piensa mi amigo D. Vicente Paredes que ésta, al llegar a Cáceres, tomaba por la calle de Mira al Río, donde se encuentra edificada sobre un peñasco la antigua ermita de San Marcos, que fue antes
sacelo romano, y desde allí iba recta a la Puerta del Río (Arco del Cristo) y seguía el rodeo de la muralla por la calle de Caleros (…).

Desde aquí la calzada descendía hacia el barrio de San Blas y el actual cementerio, para encaminar su trazado --fácilmente identificable gracias a la fotografía aérea-- en dirección al Casar de Cáceres.

En mayo del 2007, en el transcurso de unas obras de canalización en la citada Ronda de San Francisco, a la altura de la conocida como Huerta del Conde, se descubrió un tramo de la calzada. Aunque el arqueólogo que supervisó la zanja opinaba que, efectivamente, se trataba de la vía romana; desde la Dirección General de Patrimonio se concluyó que los restos encontrados pertenecían a un camino, quizá del siglo XVI. En aquellos días, la prensa local dedicó varios artículos a valorar el curso y el resultado de las excavaciones:

- «Las obras en la Ribera del Marco dejan al descubierto un camino histórico» (HOY, 14/03/2007)

- «Los arqueólogos analizan restos de un camino histórico» (El Periódico Extremadura, 15/03/2007)



Otro testimonio importante que nos señala que el trazado de la calzada discurría paralelo a la ribera es la existencia de abundante material epigráfico, que analizaremos a continuación, así como el descubrimiento de un miliario, empotrado en la base del muro de una presa, situado detrás de la Casa-Museo Pedrilla. Aunque en su momento se denunció su hallazgo en la prensa, desde un tiempo a esta parte el miliario no se encuentra en este lugar y desconocemos notica alguna sobre su paredero. Su desaparición supone una pérdida irremplazable, pues en la superficie del miliario, embutida en la pared, como puede apreciarse en la fotografía, es posible que estuviese inscrito el número de millas. Si se hubiera podido confirmar, en el mismo tendría que aparecer marcada la milla XLV, que es la distancia a la que se encuentra este tramo de la calzada desde que parte de Mérida.

(Foto: Juan Gil)

El Itinerario de Antonino señalaba una de las mansio de la vía romana en Castris Caecilis, a XLVI millas exactas de Emerita, distancia que se cumple aproximadamente en el entorno del actual barrio de San Blas. Al respecto, tampoco expondremos aquí la polémica surgida a raíz de este dato, sobre la posible identificación del campamento de Cáceres el Viejo con Castra Caecilia, asunto que nos reservamos para futuras entradas.


2. Epigrafía romana.

Es conocido que los romanos acostumbraban a situar sus necrópolis en las afueras de las poblaciones, en torno a los caminos que entraban o salían en ellas. Por este motivo, no debe extrañarnos que a lo largo del recorrido que hemos descrito para la calzada, se hayan sucedido en diferentes épocas los hallazgos de lápidas funerarias con sus correspondientes inscripciones.

Sin entrar en demasiados detalles, remitiéndonos para ello a la bibliografía correspondiente, señalamos el lugar concreto dónde fueron encontradas y la transcripción de cada una de ellas.

1. Ermita del Espíritu Santo (actualmente empotrada en la fachada del palacio del Vizconde de Roda, en el casco antiguo de la ciudad). 2 y 3. Huerta del Conde (actualmente en el patio del palacio del Vizconde de Roda).

1) M(arcus) · Ac·ciu/s · Cresce/ns · an(norum) · LX · / h(ic) · s(itus) · e(st) · s(it) · t(ibi) t(erra) l(evis) · / C(aius) · C·ur·riu/s · Privatus / de · s(uo) · f(aciendum) · c(uravit) ·

2) L(ucius) / Gavius / Scodrin/us · an(norum) / L · / h(ic) s(itus) e(st) [---] / - - - - - -

3) L(ucius) / Magiu/[s] L(uci) · f(ilius) · T(iro) / hic · situ(s)

4. Se descubrió en 2001 en el solar donde se iba a construir el edifico para la Audiencia Provincial (actualmente se encuentra en el Museo de Cáceres, nº de inv.: D-3020).

4) Q(uintus) · Pompônius · Potêntinûs / Ser(gia tribu) · h(ic) · s(itus) · e(st) · / G(aius) · Pomponius · Potentinûs / mile(es) · C(o)hort(tis) · IIII · Praêt(orianae) / test(amento) · fieri · iussit

5 y 6. Descubiertas en los años 40 en el Campo de San Francisco y donadas al Museo Provincial (nº de inv.: 2330 y 2374). 7. Junto al puente de Fuente Concejo (en el Museo, nº de inv.: 3533).

5) D(iis) · M(anibus) · s(acrum) / Accia / M(arci) · libe(rta) / Peregri/na · an(norum) / LXXX

6) Orio M/aciae / ser(vus) an(norum) / - - - - - -

7) C(aius) Iulius / Victor / annoru(m) / XXVIII h(ic) / s(itus) · e(st) · s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) / Cirrus c(uravit)

8. En el Puente de Vadillo (desaparecida). 9. Descubierta en 1959, durante los trabajos de explanación del solar donde se construiría el edificio de la Fundación Valhondo, que sería sede de la Facultad de Filosofía y Letras (en el Museo, nº de inv.: 2384). 10. Encontrada en 1953, durante la construcción del Seminario Diocesano (en el Museo, nº de inv.: 2381).

8) L(ucio) · N(orbano) / Rufo · an(orum) / XXIIII / Labeo / auncul(o)

9) D(iis) · M(anibus) · s(acrum) / Iulia · Silo/nis · filia / Secunda / L(ucio) · Praesen/tio · Rufinọ / filio · an(forum) / IIII mater / filio · f(aciendum) · c(uravit) · / h(ic) · s(itus) · e(st) · s(it) · t(ibi) t(erra) · l(evis)

10) A(ulus) Publici/us · Viator · / h(ic) · s(itus) · e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis)

De todas estas inscripciones, quizá merezca una especial atención la nº 4, ya sea por la especial calidad de su factura, realizada en mármol, o por el contenido del epitafio. Como hemos señalado, se descubrió durante las obras previas a la construcción del actual edificio de la Audiencia. Posiblemente formara parte de un monumento funerario o mausoleo, que desgraciadamente las máquinas excavadoras derribaron. La lápida sufrió desperfectos y se encuentra fracturada a la mitad, pero por fortuna se pudo recuperar íntegra. En ella se hace referencia a un soldado de la guardia pretoriana del emperador, que le dedica este epitafio a su hermano fallecido. Su adscripción a la tribu Sergia demuestra que ambos eran ciudadanos de la colonia Norba Caesarina.

Otra inscripción que debemos siquiera mencionar es la nº 10, porque en ella se hace alusión a la profesión del difunto, posiblemente un liberto, cuyo oficio era el de viator, es decir, mensajero. Un empleo muy apropiado para alguien que vivía en una de las mansio (casas de postas) de la Vía de la Plata.

Otras muchas inscripciones que actualmente se localizan en el barrio monumental o se exponen en el Museo, y cuya procedencia se desconoce, es muy posible que en algún momento se encontraran en las inmediaciones de la ribera y la calzada romana.


3. Restos de presas y canalizaciones.

Como señala el artículo de prensa al principio mencionado, son evidentes los restos de una pared de opus caementicium en el tramo del arroyo que discurre por encima de Fuente Fría. Quizá estemos ante los restos de una presa destinada a regar esta zona de huertas. En el mismo curso de la rivera también se pueden ver sillares de granito y restos de una pequeña alberca, con su superficie forrada de opus signinum, una especie de mortero elaborado a base de cal y ladrillos machacados, muy empleado por los ingenieros romanos para impermeabilizar este tipo de construcciones hidráulicas (v. Jean-Pierre Adam: La construcción romana. Materiales y técnicas. León: ed. de los Oficios, 2002).

Muro derribado de opus caementicium.

Restos de opus signinum ocultos por la maleza.

El suelo de buena parte de la ribera presenta un sedimento calcáreo que en algunos lugares llega a contar con más de un metro de espesor. No olvidemos que las aguas del Marco son ricas en carbonato cálcico, pues procede en buena parte, desde su nacimiento en la charca del mismo nombre, del complejo cárstico conocido como el Calerizo cacereño. El carbonato cálcico, en condiciones propicias con aguas estancadas, se precipita se deposita en el fondo del cauce formando estas características tobas calcáreas, en las que es fácil localizar fósiles de plantas y moluscos.

Toba calcárea en la Ribera del Marco.

En una época no muy lejana, quizá por causas naturales, es muy posible que hubiera provocado un estancamiento más o menos extenso del agua de la rivera; pero también es probable que los romanos construyesen represas de mayor magnitud, con el propósito de conseguir agua para el abastecimiento humano o el riego de los campos. Uno de estos pantanos pudo estar situado justo por encima de Fuente Concejo, en un lugar apropiado que señala el crestón de cuarcita que desciende desde la Montaña y prosigue hacia la parte antigua por la Torre de los Pozos.

Resulta no menos curioso que en plano militar elaborado en 1813 por Bayer, el más antiguo que existe de Cáceres, se puede observar que a Fuente Concejo se la denomina Fuente de los Romanos. Tampoco podemos olvidarnos de que no lejos de aquí J. Sanguino identificaba los restos de un sacelo o pequeño templo, también de factura romana.

Una intervención arqueológica en este punto podría demostrar si existen restos de sillares de los muros que compusieron la pared de esta presa, y poder así comprobar esta hipótesis que enunciamos. Según la misma, nos inclinamos a pensar que durante varios siglos, hasta que se arruinara la presa, gran parte del cauce de la ribera, entre la citada Fuente Concejo y Fuente Fría, estuviese inundada, posibilitando de este modo la sedimentación del carbonato cálcico. En el siguiente mapa hemos señalado a mano alzada la superficie inundada por una presa que se hubiera construido en el lugar citado.



4. Villae y domus suburbanas.

Como hemos comentado, la mansio citada en los itinerarios romanos con el nombre de Castris Caecilis, debió situarse en torno al actual barrio de San Blas. Toda la zona de la Ribera que discurre paralela a éste es un terreno de huertas, donde desde siempre se ha dado noticias de de los hallazgos más diversos: monedas, tegulae y otros materiales de construcción…, lo que viene a confirmar que en otro momento existió una población establecida en este lugar.

También hemos especificado algunos hallazgos epigráficos, tanto en los solares donde después se construyeron el Seminario y la antigua Facultad de Filosofía y Letras. En el primero se llegaron a documentar restos de mosaicos, cuando en la década de los cincuenta se instalaron cerca del mismo unas casas prefabricadas destinadas a albergar a población marginal.

Mosaicos con motivos geométricos encontrados en la zona donde estuvieron las viviendas autoconstruidas (T. Martín Gil).

El mismo entorno también fue estudiado por E. Cerrillo, que tras analizar la toponimia de algunas fincas y huertas, concluye que en la zona donde se sitúa el Edificio Valhondo debió existir una villa suburbana:

En las inmediaciones de San Blas se hallaba una propiedad denominada La Luciana. A todas luces resulta sugerente el nombre, siempre que respondiese a muchos de los nombres de propietarios romanos frecuentes en toda la toponimia peninsular. La zona pudiera relacionarse con la zona que ocupa el edificio de la Fundación Valhondo.

De todos modos no se trata del único topónimo sugerente de la zona sometida a este análisis. Se trata de una de las huertas junto al curso del agua, denominada La Torrecilla o El Torreón, situada junto al actual puente sobre la N-521, en el p. k. 45 de la misma. Dicho topónimo suele coincidir en un elevado porcentaje de los casos en los que aparece con la existencia de restos romanos. Allí fue donde J. Sanguino Michel reconoció la presencia de restos considerados como romanos.

Bibliografía:
- E. Hübner: Corpus Inscriptionum Latinarum II. Inscriptiones Hispaniae Latinae. Berlín: Reimer, 1869; nº 697, 709 y 713
- T. Martín Gil: «Últimos descubrimientos arqueológicos artísticos en la provincia de Cáceres», Revista de Estudios Extremeños, IV, 1946; pág. 405.
- S. Benito Boxoyo (1952): Historia de Cáceres y su Patrona. Cáceres: Dpto. Prov. de Seminarios de FET y de las Jons, 1952; nº 5 y 30.
- T. Pulido y Pulido: «Cáceres y la Historia. Interesante emplazamiento del Seminario Mayor»; semanario Cáceres: 23 de febrero, 2, 9, 16, 23 y 30 de marzo; 6, 13 y 20 de abril de 1953.
- J. Corchón García: «Veterrima inter Norbensia», Boletín de la Real Academia de la Historia, CXXXIV, 1954; pág. 109.
- C. Callejo Serrano: «Un lustro de investigación arqueológica en la Alta Extremadura», REE, XVIII, 2, 1962; págs. 302-305.
- Id.: «Aportaciones a la epigrafía romana del campo norbense», BRAH, CLVII, 1965; nº 26 y 27.
- Id.: «La arqueología de Norba Caesarina», Archivo Español de Arqueología, XLI; págs. 131-132, nº 117-118, 1968: nº 6, 9, 10, 15-18, 20 y 32.
- R. Hurtado de San Antonio: Corpus provincial de inscripciones latinas de Cáceres. Cáceres: Diputación provincial, 1977; nº 113, 125, 129, 136, 154, 158, 159, 164 y 165.

- C. Callejo Serrano: Los orígenes de Cáceres. Cáceres: Institución cultural «El Brocense», 1980.
- J. Bueno Rocha: «Castris Caecilis», El miliario extravagante, nº 18, octubre de 1988; pág. 21.
- J. Sanguino Michel: Notas referentes a Cáceres (facsímile del manuscrito autógrafo). Cáceres: Norba, 1996; págs. 7-13, 27-28, 36-37, 107-108 y 121-123.
- S. Celestino Pérez y J. Celestino: Comisión de Antigüedades de la Real Academia de la Historia: Extremadura. Catálogo e índices. Madrid: Real Academia de la Historia, 2000; págs. 101-102.
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- Id.:
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- E. Cerrillo Martín de Cáceres: Claudio Constanzo y la epigrafía extremeña del siglo XIX. Madrid: RAH, 2007; nº 13 y 24
- J. Esteban Ortega: Corpus de inscripciones latinas de Cáceres. I. Norba. Cáceres. Univ. de Extremadura, 2007; nº 125, 128, 130, 135-137, 144, 149, 152 y 158.
- J. C. Martín Borreguero, F. Jiménez Berrocal y A. P. Flores Alcántara: La cacereña Ribera del Marco. Cáceres: Ayto. de Cáceres, 2008; págs. 132-134.

3 comentarios:

rivera del marco dijo...

Gracias por tus aportaciones, tanto vale para la reseña histórica como para el link de nuestro blog..

Ribera del Marco

Unknown dijo...

Hola, he estado viendo tu estupenda entrada en el blog y no he podido resistir mostraros uno de los modelos scaneados que hemos hecho en el proyecto Cáceres 3D. Es un vídeo un poco grande por lo que a lo mejor se tarda un poco en ver.

http://www.screencast.com/users/mdelacalle/folders/Jing/media/4f0b3c57-8474-44ae-84cb-9fa43e43acb2

Espero que os guste.
Saludos

Diego Agundez dijo...

Enhorabuena por el blog. Todo un hallazgo. Un saludo.

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