El
día 25 por la mañana nos dedicamos a visitar las instituciones europeas, motivo principal de este viaje. Desayunamos, como no podía ser menos, un tazón de
chocolate con dulces también rellenos de chocolate… pero chocolate de verdad, no como el que te sirven en España, que como le echan vete a saber qué para espesarlo, acaba no sabiendo a nada.
A la salida del hotel, la torre del Ayuntamiento al fondo, construida en 1449 por Jan van Ruysbroeck.
Bruselas se despierta como cualquier otra ciudad europea: la gente corre para no perder el metro, los niños van en bicicleta al colegio, los comerciantes descargan las furgonetas…
Las famosas maisons de maître (casas de los maestros), viviendas de los antiguos artesanos que evidencian el pasado gremial de la ciudad.
Chapelle de la Madeleine. Esta pequeña iglesia se ubicaba en el lugar que ahora ocupa la Estación Central, pero a principios de la década de los cincuenta, se trasladó, piedra a piedra, algo más abajo para permitir la construcción de la estación art decó y un aparcamiento.
Galeries St-Hubert, la primera galería comercial de Europa y una de las más elegantes. Inauguradas en 1847 por Leopoldo I, el primer rey de Bélgica, fueron diseñadas en un estilo neorrenacentista por Jean-Pierre Cluysenaar. Comprende tres galerías: Galerie du Roi, Galerie de la Reine y Galerie des Princes, todas ellas cubiertas por una bóveda de vidrio. En ellas se concentran tiendas de lujo, cafés, restaurantes, un cine y un teatro.
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El Parlamento Europeo cuenta con tres sedes: una permanente en Estrasburgo (Francia), donde se celebran una vez al mes las sesiones plenarias; el centro administrativo que se encuentra en Luxemburgo; y ésta, donde se desarrollan las reuniones del comité y los períodos ordinarios de sesiones. Se trata de un enorme complejo de acero y vidrio, y por su espectacularidad popularmente es conocido como caprice des dieux («el capricho de los dioses»).
Junto a la alegoría del euro, premonición de quizá este año (esta vez sí) me toque la lotería de Navidad.
Raro, ¿verdad?
¿A quién no le gustaría ser europarlamentario? No solo por sus sueldos y dietas millonarias, sino por esos sillones tan cómodos…
Edificio Justus Lipsius, sede del Consejo de la UE.
El edificio Berlaymont, cuartel general de la Comisión Europea. Durante la década de los noventa tuvo que ser desalojado y prácticamente desmontado entero para volver a construirlo de nuevo, ya que sus estructura contenía amianto en grandes proporciones, lo que suponía un grave riesgo para la salud de los miles de funcionarios europeos que trabajan allí.
Comimos en el restaurante del edificio de la Comisión, y por cierto, todo estaba para chuparse los dedos. Un motivo más para pensarse en preparar unas oposiciones para funcionario europeo. Después del almuerzo, nos recibieron en la
Oficina de Extremadura en Bruselas; y acompañados de compatriotas, nos fuimos a tomar unas cervezas a la
Grand Place y a cenar en el
Chez Léon, uno de los restaurantes más típicos de Bruselas.
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El Ayuntamiento (Hôtel de Ville) del siglo XV, impresionante demostración del poder civil. La torre mide 96 m de altura y está ligeramente torcida.
Detalle de la fachada del palacio de los duques de Brabante, conjunto neoclásico de raíz flamenca diseñado por Guillaume de Bruyn.
Edificios gremiales de la Grand Place. En el centro, la sede del sindicato de los cerveceros (brasseurs). A estos me afiliaba yo sin dudarlo…
La Maison du Roi, construida en 1536 y reformada en 1873. Fue la residencia de los monarcas españoles y actualmente acoge el Musée de la Ville, con pinturas del siglo XVI, tapices y los trajes del Manneken Pis. (Los adornos navideños me impedían hacer fotos panorámicas).
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