sábado, 21 de junio de 2008

De vuelta con Indiana Jones

La semana pasada, una amiga peruana escribió un comentario en el que me hacía notar su malestar por la última entrega de las aventuras de Indiana Jones. Entendí perfectamente su enfado, y no es para menos, pues la película transmite una imagen distorsionada y, en muchas ocasiones, errónea de lo que es Perú, su historia, su patrimonio y sus gentes. Es normal que si ésta es la manera en que tu país va a ser conocido en el resto del mundo, te puedas sentir nada menos que ofendido. En España estamos aburridos de soportar topicazos --recuérdese esa sorprendente escena de Misión Imposible II, en la que se mezcla sin ningún pudor la Semana Santa sevillana con las Fallas de Valencia--… y en Extremadura, ni os cuento.

Reconozco que seguiré siendo un fan incondicional de Indiana Jones. Ahora mismo, me acabo de descargar el juego para la PSP, ese en el que los personajes está interpretados por figuras de Lego; por lo que ya tengo entretenimiento para soportar algunos de los tediosos cursos de verano, a los que, por motivos laborales, me toca acudir a partir de la próxima semana. Pero a lo que iba… A pesar de que haya defendido lo conveniente de tener en cuenta la diferencia, cuando estemos hablando de Historia o de ficción; esto no quita para que, en determinadas ocasiones, la ficción pueda suponer un insulto a la inteligencia y al orgullo de determinadas personas.

Desde aquí, aprovecho para enviarles un fraternal saludo a todos los peruanos que leen mi blog, que sé que son varios. Lo mismo que vuestro país y su milenaria civilización ocupan un espacio en mi biblioteca, así os tengo reservado un hueco en mi corazón.

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