Llevo una semana bastante ajetreada, apenas me ha quedado tiempo para escribir sobre algunas cosas que me resultan interesantes y que quisiera seguir compartiendo en este blog. Por las noches, antes de acostarme, le he echado un último vistazo a las revistas de Historia del mes anterior. En un artículo de una de ellas he leído algo que me llamó la atención. Resulta que, con posterioridad a la huelga general y el levantamiento estudiantil de mayo del 68 en Francia, las manifestaciones que tuvieron lugar en apoyo a De Gaulle estaban encabezadas por un viejo conocido. Se trataba del escritor André Malraux (1901-1976), y si en un principio me sorprendió encontrármelo en esta época liderando al sector más reaccionario de la sociedad francesa, luego no me extrañó lo más mínimo, teniendo en cuenta su carácter contradictorio y su azarosa trayectoria vital. Malraux era Ministro de Cultura desde 1958 y antes había ocupado la cartera de Información durante el gobierno provisional de De Gaulle (1945-1946).
Si la semana pasada hablábamos de F. A. Mitchell Hedges y otros ilustres arqueólogos-aventureros, podemos decir que la juventud de Malraux transcurrió más o menos por los mismos derroteros. Sin embargo, aunque quisiéramos considerar igual de románticas las expediciones que realizó a Extremo Oriente, sobre todo en Indochina, Malraux no pasó de ser más que un vulgar saqueador de obras de arte, que antes apenas había pisado la universidad y, por tanto, despreciaba el trabajo académico. En Saigón se libró por los pelos de ir a la cárcel, acusado de expolio y contrabando, por lo que se fue desentendiendo de la arqueología e interesando cada vez más por el periodismo y la defensa de los derechos humanos. En 1924 funda el periódico L’Indochine, desde cuyas páginas criticaría la política colonial francesa y asumió la custodia de los derechos y libertades de los indígenas.
En la década de los treinta decide regresar a Francia y en julio de 1936 le sorprende el estallido de la guerra civil española. Malraux no duda en apoyar al gobierno legítimo de la República, por lo que inmediatamente decide organizar una unidad de bombarderos, cazas y aviones de escolta que ayudara a los republicanos españoles a sofocar el golpe de Estado. Aunque cuenta con la colaboración del Ministro del Aire, Pierre Colt, la entrada de Francia en el Comité de No Intervención viene a frustrar sus planes iniciales. No obstante, logra reunir medio centenar de aparatos, que serían tripulados por voluntarios y profesionales, muchos de ellos procedentes de la Compagnie Genérále Aéropostale francesa, junto con algunos mercenarios de distintas nacionalidades. Este heterogéneo grupo recibió el nombre de Escuadrilla España y el 16 de agosto la unidad ya estaba plenamente operativa con su base establecida en Madrid.
La actividad de Malraux, que nunca había pilotado un avión, fue durante criticada incluso por algunos oficiales del ejército republicano. Al respecto, el general Hidalgo de Cisneros, jefe del Estado Mayor de la Fuerzas Aéreas y Ministro de Marina y del Aire, diría en sus Memorias:
Yo no puedo decir que Malraux en aquella época no fuese, a su manera, un hombre progresista, ni que no viniese a España de buena fe para ayudar a los republicanos, tal vez ilusionado con el pensamiento de hacer en nuestro país el papel de lord Byron en Grecia. Lo que sí puedo y debo decir es que Malraux, que por su personalidad como escritor podía habernos sido útil, se anuló él mismo al pretender hacerse jefe de una escuadrilla, sin haber visto en su vida un avión, sin tener la menor idea de lo que es la aviación, y sin darse cuenta de que no se puede jugar a los aviadores sin serlo, y mucho menos en una guerra (…). Más que una ayuda, fueron para nosotros una carga. En varias ocasiones intenté licenciarlos, pero el gobierno se oponía, alegando la mala impresión que produciría en Francia cuando se supiese que habíamos tenido que echar de España, por inútiles y sinvergüenzas, a estos aviadores que una falsa propaganda había convertido en "heroicos defensores de la libertad".
Algunos cazas y bombarderos de la escuadrilla sobrevolaron los cielos extremeños en el verano de 1936, donde llegaron a entablar combate con otros aparatos de la aviación rebelde que protegían el avance hacia Madrid de la columna del teniente coronel Yagüe. Es muy probable que Malraux nunca formase parte de algunas de sus tripulaciones; sin embargo, en su novela L’espoir asegura que el 20 de agosto pasó por encima de la ciudad de Badajoz en un bombardero Potez-54, y he aquí la magnífica descripción de lo que pudo observar:
Por último, áspera como su tierra de rocas, techos sin árboles, viejas tejas grises de sol, esqueleto berberisco sobre tierras africanas: Badajoz, su alcázar, su plaza de toros vacía (...). Abajo, una vieja ciudad española roída, con sus mujeres negras detrás de las ventanas, sus olivos y sus anises al fresco en baldes con agua de pozo, sus pianos en los que jugaban los niños tocando con un dedo, y sus gatos flacos al acecho de las notas que se perdían una tras otra en el calor... Y una impresión de sequedad tal, que parecía que tejas y piedras, casa y calles debiesen resquebrajarse y pulverizarse a la primera bomba, con un gran ruido de huesos y cascajos. Por encima de la plaza, Karlitch y Jaime agitaron sus pañuelos. Los bombarderos españoles lanzaban pañuelos con los colores de la República.
En febrero de 1937, ante el número de bajas y tras más de una deserción, la escuadrilla fue disuelta. Malraux se dedicaría durante el resto de la guerra a labores de propaganda y, sobre todo, a escribir su novela L’espoir («La esperanza»), en la que idealizaba la labor desempeñada por la Escuadrilla España. En 1945 la adaptaría al cine con el título de Sierra de Teruel, y en el montaje de la película empleó imágenes de documentales rodados durante la misma guerra civil.
Bibliografía:
- Ignacio Hidalgo de Cisneros: Memorias. París: Société d’Editiones, 1964.
- André Malraux et al.: Los que fueron a España. [Buenos Aires]: Jorge Álvarez, 1966.
- Andreu Castells: Las Brigadas Internacionales de la Guerra de España. Esplugues de Llobregat: Ariel, 1974. Págs. 49-52 y 482-483.
- Óscar Collazos: André Malraux. Barcelona: Barcanova, 1982.
- André Malraux: La Esperanza. Barcelona: Orbis, 1987 (1937). Pág. 78.
- Jean Lacouture: André Malraux. Valencia: Edicions Alfons el Maganànim, 1992.
- Olivier Todd: André Malraux. Una vida. Madrid: Tusquets, 2002.
- Paul Nothomb: Malraux en España. Madrid: Edhasa, 2001.
- Manuel Florentín: «Malraux, historia y ficción», La Aventura de la Historia, nº 37, 2001, págs. 60-65.
- Michel Lefebvre, Rémi Skoutelsky: Las Brigadas Internacionales: Imágenes recuperadas. Barcelona: Lunwerg, 2003.
- Antonio Rodríguez González: «La presencia de combatientes extranjeros en el frente de Extremadura», en A. Rodríguez Celada, D. Pastor García y R. M.ª López Alonso (eds.): Las Brigadas Internacionales: 70 años de memoria histórica. Salamanca: Univ. de Salamanca, 2007. Págs. 377-386.
- Michel Lefebvre, Rémi Skoutelsky: Las Brigadas Internacionales: Imágenes recuperadas. Barcelona: Lunwerg, 2003.
- Antonio Rodríguez González: «La presencia de combatientes extranjeros en el frente de Extremadura», en A. Rodríguez Celada, D. Pastor García y R. M.ª López Alonso (eds.): Las Brigadas Internacionales: 70 años de memoria histórica. Salamanca: Univ. de Salamanca, 2007. Págs. 377-386.
1 comentario:
En Collbato se rodó la escena final y algún exterior más,los extras eran del pueblo.
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