martes, 19 de mayo de 2009

Hasta luego, Benedetti

Ha tenido que ser una mala noticia la que me ha impulsado a romper este silencio que duraba ya más de un mes. Pero precisamente en este momento, no encuentro palabras para describir lo que siento, ni cómo me siento… todo lo contrario a lo que él fue capaz de hacer durante toda su vida. Hoy, más que nunca, creo que nos faltan las palabras…




Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple

mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

martes, 7 de abril de 2009

Fragmentos de cerámica encontrados en la Ribera del Marco

Ya tuvimos ocasión de comentar en esta misma página que la Ribera del Marco, ese espacio natural, últimamente tan en boca de las autoridades municipales, además de su inestimable valor paisajístico, ecológico, sentimental… esconde un potencial arqueológico que muchos ni siquiera se imaginan.

Una prueba más nos la ofrecen nuestros amigos del blog Ribera viva del Marco, que exponen una cuidada descripción de varios fragmentos de cerámica de diferentes épocas, que encontraron cuando excavaban un pozo para el riego.



Llama la atención, sobre todo, el hallazgo de algunos fragmentos de loza andalusí, que nos indicaría de manera evidente que los musulmanes, como excelentes conocedores de las más sofisticadas técnicas de aprovechamiento hidráulico, también supieron explotar los recursos que les ofrecía la ribera. Todavía se pueden encontrar, sobre todo escondidos entre la maleza, algunos vestigios de antiguos sistemas de irrigación, ya fueran construidos por romanos o árabes, que sería interesante y conveniente conservar.

Mari Trini

Hoy no quiero hablar de cumbres que no sirven para nada, ni de los cambios en la composición del gobierno (que tampoco sirven para nada); ni siquiera referirme al espantoso terremoto que ayer sacudió Italia y que, según parece, fue previsto por un científico al que no hicieron ni p... caso… Puesto a comentar alguna noticia lamentable, prefiero quedarme con el recuerdo de Mari Trini y su magnífica voz. Te echaremos de menos. Menuda semanita…




Amores se van marchando
como las olas del mar;
amores los tienen todos,
pero quién los sabe cuidar.

El amor es una barca
con dos remos en el mar,
un remo aprienta en mis manos,
el otro lo mueve el azar.

Quién no escribió un poema
huyendo de la soledad,
quién a sus quince años
no dejó su cuerpo abrazar,
y quién, cuando la vida se apaga
y las manos tiemblan ya,
quién no buscó ese recuerdo
de una barca naufragar.

Amores se vuelven viejos
antes de empezar a amar,
porque el amor es un niño
al que hay que enseñar a andar.

El amor es como tierra,
que hay que arar y sembrar;
míralo al caer la tarde,
que no os lo vengan a robar.

Quién no escribió un poema
huyendo de la soledad,
quién a sus quince años
no dejó su cuerpo abrazar,
y quién, cuando la vida se apaga
y las manos tiemblan ya,
quién no buscó ese recuerdo
de una barca naufragar.

Amores se van marchando…

domingo, 22 de marzo de 2009

«Rostro de vos»

Como no existen dos sin tres, concluiremos esta jornada dedicada a la poesía y la buena literatura escuchando a mi querido Mario Benedetti. La escena que incluyo a continuación pertenece a la película El lado oscuro del corazón, que recomiendo a quien no haya tenido ocasión de verla, porque aparte de unos diálogos en que se recoge una magnífica antología de versos de Benedetti, Gelman, Girondo…, es idónea para inundar de nostalgia y acompañar esta primavera que acaba de comenzar.




Tengo una soledad
tan concurrida
tan llena de nostalgias
y de rostros de vos
de adioses hace tiempo
y besos bienvenidos
de primeras de cambio
y de último vagón.

Tengo una soledad
tan concurrida
que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto
y por sabor.

Sin temblor de más
me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten
con mi rostro de vos.

Estoy lleno de sombras
de noches y deseos
de risas y de alguna
maldición.

Mis huéspedes concurren
concurren como sueños
con sus rencores nuevos
su falta de candor
yo les pongo una escoba
tras la puerta
porque quiero estar solo
con mi rostro de vos.

Pero el rostro de vos
mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman
como víveres
que buscan su hambre
miran y miran
y apagan mi jornada.

Las paredes se van
queda la noche
las nostalgias se van
no queda nada.

Ya mi rostro de vos
cierra los ojos
y es una soledad
tan desolada.

«Gracias y desgracias del ojo del culo»

Personalmente, no puedo recitar, ni siquiera mencionar a Góngora, si inmediatamente no me enchufo una dosis de Quevedo, pero del Quevedo auténtico, como el que viene a continuación:


Dirigidas a Doña JUANA MUCHA, MONTÓN DE CARNE, mujer gorda por arrobas.
Escribiólas JUAN LAMAS, EL DEL CAMISÓN CAGADO.
Edición de DANIEL LEBRATO, maestro oculista.

Quien tanto se precia de servidor de vuesa merced, ¿qué le podrá ofrecer sino cosas del culo? Aunque vuesa merced le tiene tal, que nos lo puede prestar a todos. Si este tratado le pareciere de entretenimiento, léale y pásele muy despacio y a raíz del paladar. Si le pareciere sucio, límpiese con él, y béseme muy apretadamente. De mi celda, etcétera.

No se espantarán de que el culo sea tan desgraciado los que supieren que todas las cosas aventajadas en nobleza y virtud, corren esta fortuna de ser despreciadas de ella, y él en particular por tener más imperio y veneración que los demás miembros del cuerpo; mirado bien es el más perfecto y bien colocado dél, y más favorecido de la naturaleza, pues su forma es circular, como la esfera, y dividido en un diámetro o zodíaco como ella. Su sitio es en medio como el del sol; su tacto es blando: tiene un solo ojo, por lo cual algunos le han querido llamar tuerto, y si bien miramos, por esto debe ser alabado, pues se parece a los cíclopes, que tenían un solo ojo y descendían de los dioses del ver. El no tener más de un ojo es falta de amor poderoso, fuera de que el ojo del culo por su mucha gravedad y autoridad no consiente niña; y bien mirado es más de ver que los ojos de la cara, que aunque no es tan claro tiene más hechura. Si no, miren los de la cara, sin una labor, tan llanos que no tienen primor alguno, como el ojo del culo, de pliegues lleno y de molduras, repulgo y dobladillos, y con una ceja que puede ser cola de algún matalote, o barba de letrado o médico. Y así, como cosa tan necesaria, preciosa y hermosa, lo traemos tan guardado y en lo más seguro del cuerpo, pringado entre dos murallas de nalgas, amortajado en una camisa, envuelto en unos dominguillos, envainado en unos gregüescos, abahado en una capa, y por eso se dijo: Bésame donde no me da el sol. Y no los de la cara, que no hay paja que no los haga caballeriza, ni polvo que no los enturbie, ni relámpago que no los ciegue, ni palo que no los tape, ni caída que no los atormente, ni mal ni tristeza que no los enternezca. Lléguense al reverendo ojo del culo, que se deja tratar y manosear tan familiarmente de toda basura y elemento ni más ni menos; demás de que hablaremos que es más necesario el ojo del culo solo que los de la cara; por cuanto uno sin ojos en ella puede vivir, pero sin ojo del culo ni pasar ni vivir.

Lo otro sábese que ha habido muchos filósofos y anacoretas que, para vivir en castidad, se sacaban los ojos de la cara, porque comúnmente ellos y los buenos cristianos los llaman ventanas del alma, por donde ella bebe el veneno de los vicios. Por ellos hay enamorados, incestos, estupros, muertes, adulterios, iras y robos. Pero ¿cuándo por el pacífico y virtuoso ojo del culo hubo escándalo en el mundo, inquietud ni guerra? ¿Cuándo, por él, ningún cristiano no aprendió oraciones, anduvo con sinfonía, se arrimó a báculo ni siguió a otro, como se ve cada día por falta de los de la cara, que expuestos a toda ventisca e inclemencia, de leer, de fornicar, de una purga, de una sangría, le dejan a un cristiano a buenas noches? Pruébenle al ojo del culo que ha muerto muchachos, caballos, perros, etc.; que ha marchitado hierbas y flores, como lo hacen los de la cara, mirando lo ponzoñosos que son: por lo que dicen que hay mal de ojo. ¿Cuándo se habrá visto que por ser testigo de vista hayan ahorcado a nadie por él, como por los de la cara, que con decir que lo vieron forman sus calumnias los escribanos? Fuera de que el ojo del culo es uno y tan absoluto su poder, que puede más que los de la cara juntos. ¿Cuándo se ha visto que en las irregularidades se metan con el ojo del culo? Lo otro, su vecindad, es sin comparación mejor, pues anda siempre, en hombres y mujeres, vecino de los miembros genitales; y así se prueba que es bueno, según aquel refrán: Dime con quién andas, te diré quién eres. Él se acredita mejor con la vecindad y compañía que tiene que no los ojos de la cara, que éstos son vecinos de los piojos y caspa de la cabeza y de la cera de los oídos, cosa que dice claro la ventaja que les hace el serenísimo ojo, del culo. Y si queremos subtilizar más esta consideración, veremos que en los ojos de la cara suele haber por mil leves accidentes, telillas, cataratas, nubes y otros muchos males; mas en el del culo nunca hubo nubes, que siempre está raso y sereno; que, cuando mucho, suele atronar, y eso es cosa de risa y pasatiempo. Pues decir que no es miembro que da gusto a las gentes, pregúnteselo a uno que con gana desbucha, que él dirá lo que el común proverbio, que, para encarecer, que quería a uno sobremanera, dijo: Más te quiero que a una buena gana de cagar. Y el otro portugués, que adelantó más esta materia, dijo: Que no había en el mundo gusto como el cagar si tuviera besos. Pues ¿qué diremos si probamos este punto con texto del filósofo que dijo?:

No hay contento en esta vida
que se pueda comparar
al contento que es cagar.

Otro dijo lo descansado que quedaba el cuerpo después de haber cagado:

No hay gusto más descansado
que después de haber cagado.

Los nombres que tiene juzgarán que no tiene misterio. ¡Bueno es eso! Dícese trasero, porque lleva como sirvientes todos los miembros del cuerpo delante de sí, y tiene sobre ellos particular señorío. Culo, voz tan bien compuesta que lleva tras sí la boca del que le nombra. Y ha habido quien le ha puesto nombre gravísimo y latino llamándole antífonas y nalgas, por ser dos; otros, más propiamente, le llaman asentaderas; algunos, trancaílo, y no he podido ajustar por muchos libros que he revuelto para sacar la etimología; lo más que he hallado es que se debe decir tancahigo, por lo arrugado y pasado que siempre está.

Con más facilidad topé por qué se decía al lindo ojo del culo manojo de llaves: por lo redondo del cabo y muchas molduras que hacen aquel mismo repulgo, y viene bien con los que llaman cofre al culo, que es darle cerradura.; y en los animales vemos que la Naturaleza les cubre el culo con la cola o rabo, para que como parte más necesaria y secreta, estuviera acompañado tapado y abrigado, y con mosqueador para de verano, y en las aves lo mismo. Si miramos su ocupación, es hacer lo que ninguno nunca hizo ni pudo: pues en este mundo todos hemos menester a otros para ser proveídos: el alguacil al corregidor, el corregidor al oidor, el oidor al presidente, el presidente al rey. Pero el culo se provee a sí mismo y aún en el presidente, servidor por otro nombre (que así llaman al bacín), cosa equívoca a los derretidos de las damas.

El culo no tiene cosa común, ni aunque me pruebes que hace cámaras, a imitación de otros muchos, pues lo que él hace son mojones, que son fin de términos, para dar a entender que en llegando al culo no has de pasar adelante.

Háceme fuerza que en las almonedas dicen: ¿Hay quién puje?; que ni sé si convidan a cagar (propiamente entonces pujar) o si a comprar; con que es cierto que tiene grandes preeminencias, cuando se valen de sus voces para otras cosas. Hasta los excrementos o mierda (pasa adelante, porque no te empalagues con tan dulce plato) son de provecho, pues según defienden los doctores galenistas y boticarios droguistas, son buenos para desligar Cárdeno y Alberto los del lagarto para los ojos; los de bestias, que llaman estiércol, es con lo que se fertilizan los campos, y a quien debemos los frutos; la del gato de Algalia, no hay que probar ni examinar cuánto es su valor y estimación; la mierda del buey, o boñiga, para inmensos remedios es provechosa. Esto probado y asentado, ¿habrá curioso alguno que diga que los ojos de la cara tienen alguna virtud? Luego el ojo del culo, él por sí solo, es mejor y de más provecho que los ojos de la cara.

Lo que dicen del culo (los que tienen ojeriza con él) es que pee y caga, cosa que no hacen los ojos de la cara; y no advierten lo cuitados que más y peor cagan los ojos de la cara y peen que no el del culo, pues en ellos no hay sueño que no lo caguen en cantidad de legañas, ni pesadilla o susto que no meen en abundancia de lágrimas, y esto sin ser de provecho, como lo que echa el culo, como ya queda probado.

Lo del pedo es verdad, que no lo sueltan los ojos; pero se ha de advertir que el pedo antes hace al trasero digno de laudatoria que indigno de ella. Y, para prueba desta verdad, digo que de suyo es cosa alegre, pues donde quiera que se suelta anda la risa y la chacota, y se hunde la casa, poniendo los inocentes sus manos en figura de arrancarse las narices, y mirándose unos a otros, como matachines. Es tan importante su expulsión para la salud, que en soltarle está el tenerla. Y así, mandan los doctores que no les detengan, y por esto Claudio César, emperador romano, promulgó un edicto mandando a todos, pena de la vida, que (aunque estuviesen comiendo con él) no detuviesen el pedo, conociendo lo importante que era para la salud. Otros dijeron que lo había hecho por particular respeto que se debe al señor ojo del culo.

Pues decir que no es bullicioso un pedo, ¡bueno es eso! ¿Hay cosa de más gusto que ver en un concurso grande, si se suelta uno, el rumor que mete y qué agudos acuden todos a taparse las narices, como está dicho, y otros que más lo huelen, haciendo la disimulada toman tabaco?

Y es probable que llega a tanto el valor de un pedo, que es prueba de amor; pues hasta que dos se han peído en la cama, no tengo por acertado el amancebamiento; también declara amistad, pues los señores no cagan ni se peen, sino delante de los de casa y amigos. Y un portugués preguntado cuál era la parte principal del cuerpo dijo que el culo, que se asentaba primero que nadie y aunque fuese delante del rey.

Los nombres del pedo son varios: cuál le llama soltó un preso, haciendo al culo alcaide; otros dicen: fuésele una pluma, como si el culo estuviera pelando perdices; otros dicen: tómate ese tostón, como si el culo fuera garbanzal. Otros dicen algo crítico: cuesco, derivado de la enigma; y otros han dicho: Entre peña y peña el alba, río que suena. De aquí se levantó aquel refrán que dice: Entre dos peñas feroces, un fraile daba voces. Y finalmente, dijo el otro: El señor don Argamasilla cuando sale chilla.

Baste ya de probanzas de la nobleza del señor don Pedo y pase por ahora plaza de don caballero que porque no digan me revuelco demasiado no le acoto con otros muchos lugares y autoridades.

Dejo de tratar de los pedos degollados, si bien con esto conocerán de su hidalguía y caballería y grandeza que tiene el culo en este caso. Pues su fortaleza ¿quién la encarecerá?, si es tanta que el sólo limpiarse con un paño delgado se deja de modo por las dos partes, que es más difícil de tomar que la inclusa.

Y, volviendo a los demás sentidos, digo que lo que se queda en el pañuelo de la boca es gargajo, y lo de las narices moco, y lo de los ojos legañas, y lo de los oídos cera; pero lo queda del culo en la camisa es palomino, nombre de ave muy regalada. Fuera de que los ojos no tienen cosa señalada con que limpiarse; que a veces piden el pañuelo prestado a las narices y a la boca, y otras se limpian con las manos, y al mismo tenor los otros sentidos. Mas volviendo al culo, ¡qué de firmas de grandes señores ha iluminado! ¡Qué papeles de los más íntimos amigos no ha visto! ¡Qué de libros de los hombres más doctos ha gastado! ¡Qué de billetes de damas ha firmado! ¡Qué de procesos importantes ha manchado! y, ¡qué de camisas de Cambray y Holanda ha teñido! Y al fin le han servido de limpiadera las mejores y más hermosas manos del mundo, según aquel:

La mano de marfil es muy forzoso
que al culo de su dueña haya llegado.

Y lo merece todo, porque también, sin ser abeja, hace cera o cerote (que así dicen de los medrosos).

Hasta las melecinas deben su ganancia al ojo, que aunque no ve, algunos dijeron que veía Fulano la luz por el ojo del culo de Zutano. Y en verdad que no es vista que invidiar.

De si tiene alguna gracia o no los culos sería largo de contar, baste decir que culos que se conocen, en la calle se saludan. Marcial dice que son saludadores compressis narebus Joven salutat, que en español quiere decir: represando las nalgas saluda a Júpiter, tratando de uno que se peió y por eso algunos le dan tanta antigüedad que dicen: ¿Qué tiene que ver el culo con el pulso? Como si dijeran de una cosa que no da cuidado ninguno y muy con verdad comparándola a otra que de cada accidente se desconcierta.
Y si nos dilatamos en esta materia será proceder infinito, sólo digo que en cuanto he hablado y ponderado del culo aunque me queda el rabo por desollar, que sus gracias son muchas y muy dignas de ponderación, como no son menores sus desgracias siguientes:

DESGRACIAS DEL OJO DEL CULO

PRIMERA DESGRACIA

Enseña un ayo mugriento la lición a un descuidado niño. Encomiéndasela a la memoria y como potencia vil pásasele y jugando, olvida y en pena de lo que pecó la memoria abre el culo a azotes.

SEGUNDA

Va un estudiante un madrugón a una viña, vendimia a la mitad de ella, lleva un lagar en el estómago, topa con una fuente, y porque se lo pide el gusto bebe hasta hartarse: pícase la sed y deshácese en cámaras y págalo el ojo del culo.

TERCERA

El otro mesurado o engullidor miserable, por comer de balde llenó tanto el estómago que se ahitó movido del apetito y págalo el culo a puro jeringazos.

CUARTA

Tiene un mal curado enfermo modorra y porque el humor se le ha apoderado de los sentidos y los descuidos que tuvo el poco prevenido médico, lo paga el culo a puro sanguijuelas que lo sajan vivo.

QUINTA

Sábese, según doctrina de muchos filósofos, que el regüeldo es pedo malogrado y que hay algunos tan desdichados que no se les permite llegar al culo, así lo enseña Angulo que no ha acabado de salir por la boca cuando le dicen todos: ¡Vaya a una pocilga!, y cuando sale por el ojo del culo todo es aplaudido y cuando más le dicen cuerno, como otro tenía costumbre de decir cuando uno se peía ¡cuerno! por ahí comas carne y por la boca mierda, y papa te vea la madre que te parió porque te vea más medrado; en las sopas te lo halles como garbanzo, con esa música te entierren, sabañones y mal de gamones, coz de mula gallega, por donde salió el pedo meta el diablo el dedo, la víbora el pico, el puerco el hocico, el toro el cuerno, el león la mano, el cimborrio de El Escorial y la punta de mi caracol te metan amén.

SEXTA

Da el otro extranjero en caballerear, bizarrear y servir a damas y traer mucha bambolla y fausto, falta a los negocios y pierde el crédito y lo que pecaron los miembros genitales lo paga el inocente culo. Pues al punto dicen: Fulano ya dio de culo.

SÉPTIMA

Va el otro narciso, pisaverde a pie por la calle en tiempo de todos y por más cuidado que pone en las chinas o piedras que están descubiertas para asegurar los pies y andar de guija en guija, resbálase el pie y hace pedazos el pobre culo y de más a más se hace una plasta de todo que le coge de pies a cabeza.

OCTAVA

Da el otro pobre a la medianoche en tiempo de invierno una correncia o evacuación de tripas y porque con la priesa que tiene no se acuerda bien hacia donde quedó el brasero o barreño de la lumbre tropieza en él y hace pedazos las piernas y el culo, cobrando con esta desgracia enfermedad para muchos días.

NONA

Tan desgraciado es el culo que hasta los animales les muerde el lobo por él y en las monas se ve que porque quieren descansar y sentarse a menudo se llenan el culo de callos y por eso han dado en decir: Fulano tiene más callos que culo de mona.

DÉCIMA

Viene el otro picarón a sentir el calor del verano y porque yéndose a rascar la comezón de una ladilla frisona le estorbó el matarla una horrenda población de pendejos que topa hacia el culo, determina de matarlas con unas tijeras y teniendo las manos torpes y no ver lo que hace ni poder sufrir más el ser puerco abre a tijeretazos el pobre culo.

UNDÉCIMA

Viene la otra pobre casada o doncella a descubrir más de lo que fuera menester su natural inclinación de ser puta, tiene celo de ello el galán y causa cuidado al marido y por dar a entender que conocen la fragilidad y imperfección del sujeto, dicen: de res que se mea el rabo, no hay que fiar.

DUODÉCIMA

Dale al otro una apretura en la calle o cógele en la comedia, sale con priesa a buscar dónde desbuchar, y porque no llegó tan presto a las necesarias o le embarazó algún nudo ciego, emplástase o embadúrnase de mierda el pobre culo.

DECIMOTERCERA

Viene el otro estudiante o platicante de medicina y al ir a ordenar un medicamento a la cocina topa a la criada que se había hecho del ojo, y ella por darle gusto y apagar el fomes de la concupiscencia y titilaciones venéreas, empieza sus cernidillos y bamboleos, diviértese con el gusto y acribilla a golpes el pobre culo de escalón en escalón.

DECIMOCUARTA

Vienen las Carnestolendas, alégranse las gentes en diferentes festines y por no más de antojo de muchachos o pasatiempo de hombres ociosos pagan los culos de los perros atándoles a la cola mazas diferentes.

DECIMOQUINTA

Vese el otro pobre condenado toreador de a pie embestido del toro, vuélvese para huir, túrbase o no salen los pies con presteza y por no salir ellos presto degárrale el toro el pobre culo.

DECIMOSEXTA

Va una vieja a echar una ayuda a un enfermo, ve poco, no la ha templado bien, encájasela dos dedos del culo, y dale entre las nalgas con ella, escáldale el culo que paga el pobre el descuido de la vieja borracha.

ÚLTIMA DESGRACIA

Finalmente, tan desgraciado es el culo que siendo así que todos los miembros del cuerpo se han holgado y huelgan muchas veces, los ojos de la cara gozando de lo hermoso, las narices de los buenos olores, la boca de lo bien sazonado y besando lo que ama, la lengua retozando entre los dientes, deleitándose con el reír, conversar y con ser pródiga y una vez que quiso holgar el pobre culo le quemaron.

«A Júpiter»

Ayer se celebraba el Día Internacional de la Poesía. En calidad de coordinador de un club de lectura, me endilgaron el siguiente poema de Góngora, para que lo leyera en un acto que tuvo lugar en el Gran Teatro, ante una escasa presencia de público y ausencia casi plena de autoridades. El soneto en cuestión recoge en clave irónica el episodio mitológico del rapto de Ganimedes.


Tonante monseñor, ¿de cuándo acá
fulminas jovenetos? Yo no sé
cuánta pluma ensillaste para el que
sirviéndote la copa aún hoy está.

El garzón frigio, a quien de bello da
tanto la antigüedad, besara el pie
al que mucho de España esplendor fue,
y poca, mas fatal, ceniza es ya.

Ministro, no grifaño, duro sí,
que en Líparis Estérope forjó,
piedra digo bezar de otro Pirú,

las hojas inflamó de un alhelí,
y los Acroceraunios montes no.
¡Oh Júpiter, o tú, mil veces tú!



domingo, 15 de marzo de 2009

Violencia doméstica en el siglo XVI

Rebuscando entre mis apuntes de las asignaturas de Paleografía y Fuentes documentales en la Edad Moderna, me he encontrado el siguiente fragmento de un testamento, fechado en 1581, que no tiene desperdicio ninguno:

(…) Yten digo y declaro que por cuanto al tiempo que Hernando de Aldana mi hijo se casó primera vez yo le hice donación de tres mil ducados para que se casase, digo que no lo hice por me reconciliar con él sino por temor que de él tenía y por persuasiones de algunos caballeros que me dijeron y aconsejaron que lo echase de mi casa por la vía que pudiese, pues veía que cada día echaba mano a la espada para mí y me deshonraba, y la dicha donación no se la hiciera si se la hubiera de dar de mi hacienda, aunque todo el mundo me lo dijera, sino hícela por las razones dichas y porque se la había de dar después de casado de la hacienda de su madre a cumplimiento de la legítima que había de haber de la dicha su madre, pues era ya muerta cuando le hice la dicha donación y por fuerza había de llevar la legítima casándose, aunque yo no quisiera y porque entendí que fuera para que me fuera obidiente conforme a la obligación que los hijos tienen a sus padres, y antes ni después no lo ha hecho syno muy al contrario y me ha desobedecido muchas veces gravemente y me ha injuriado con graves y malas palabras y obras, porque un día echó mano a la espada para matarme y me dixo puto erexe traydor y no contento con esto echó mano de una azagalla y me la quiso tirar si no fuera por unos ombres que le tuvieron el brazo me la arrojara, y otro día me apedreó el tejado y la puerta de mi casa estando yo en ella, diziéndome muchos vituperios (…). Y el día que se iba a desposar a Alcántara me echó de casa aquella noche y diziéndome tan feas palabras que es vergüenza dezirlas (…) y además de esto me ha puesto pleito muchas vezes y echóme parecer en juicio siendo viejo como soy de ochenta y seis años (…). E porque tantos e tan graves excesos y delitos contra los mandamientos de Dios e leyes destos reynos, de alguna manera se castiguen para pena del dicho Hernando de Aldana y en ejemplo de otros, por las dichas cabsas e por cada una dellas lo desheredo y excluyo y hago ajeno y extraño de mis bienes y herencias (…).

Este mismo suceso, si hubiera ocurrido tal día como hoy, ocuparía las portadas de los periódicos y aparecería en las cabeceras de todos los telediarios. Pero entonces eran otros tiempos, y los trapos sucios se lavaban en casa.

jueves, 12 de marzo de 2009

J. Sánchez Adalid en el Club de Lectura


Durante estas últimas semanas, en el Club de Lectura de Historia hemos estado leyendo El Mozárabe, novela histórica ambientada en el esplendor del califato andalusí y la convulsa situación europea próxima al año mil. Con motivo de esta lectura se han desarrollado también una serie de actividades, como varias visitas al casco antiguo de la ciudad, para conocer algunos restos que se conservan de época islámica: sus torres y murallas, el aljibe del Palacio de las Veletas o la Casa Museo árabe Yusuf Al Burch.

Entre los objetivos del Club de Lectura contemplamos la posibilidad de reunirnos con los autores de las novelas que hayamos leído. Por eso, tras la lectura de El Mozárabe y como colofón a las actividades que la han acompañado, decidimos organizar este encuentro con Jesús Sánchez Adalid. El escritor extremeño nos hablará sobre este libro en concreto, así como del resto de su producción literaria; y los miembros del club tendrán la oportunidad de conocerle en persona y formularle las preguntas que les haya suscitado la lectura.

Para dar a conocer las actividades que desarrollamos en el club de lectura, decidimos invitar a todo el que desee participar en este coloquio con Jesús Sánchez Adalid. Tendrá lugar el próximo lunes 16 de marzo, a las 19:00 h., en el salón de actos de la Biblioteca Pública de Cáceres.

La gran mentira

El siguiente vídeo, que antesdeayer tuvimos ocasión de comentar en el Club de Lectura, me pareció muy interesante y sobre todo ilustrativo: en apenas diez minutos se nos explica qué valor tiene el dinero y cuál es el papel de los bancos… una clase sencilla y magistral de economía. Después de verlo, sólo se me ocurre dar este consejo: «Si quieres hacerte rico, nunca pidas prestado dinero; sé tú el que lo preste».

miércoles, 11 de marzo de 2009

Testamento del teniente Ruiz (Trujillo, 11 de marzo de 1809)

En el nombre de Dios todopoderoso. Amén. Sepan cuantos esta carta de testamento vieren, como yo don Jacinto Ruiz, teniente coronel de los Reales Ejércitos y primer teniente del Regimiento de Guardias Walonas, hallándome enfermo del cuerpo, pero en mi entero juicio, memoria, entendimiento y voluntad; creyendo como firmemente creo el misterio de la Santísima Trinidad, y en la Santa Madre la Yglesia, como católico fiel cristiano que soy, en cuya fe y creencia he vivido y quiero morir, he determinado hacer esta mi disposición testamentaria en la forma siguiente:

Primeramente, mando mi alma a Dios Nuestro Señor que la crió, y quiero que mi cuerpo siendo cadáver sea sepultado en la yglesia parroquial donde muera, haciéndose el entierro en la forma y modo que dispongan mis albaceas.

Ytem quiero que se digan por mi alma veinte misas rezadas, que se celebrarán si no hubiere impedimento por el presbítero don Manuel Salvador Carmona, dándole de limosna cinco reales por cada una.

Declaro que el maestro de sastre Ramón Albior, que vive en Madrid, calle de la Montera, me es en deber cierta cantidad de dinero, que por no acordarme de quanto es y fiando en su hombría de bien, quiero que se cobre.

Declaro que José Monrabio, sargento de las Milicias Probinciales de Trujillo, me debe también trescientos veinte reales, que se cobrarán a la mayor brevedad posible.

Declaro que el padre capellán del Regimiento de Jaén, don Nicolás Herrera, me debe igualmente seiscientos quarenta reales, que se cobrarán en la misma forma.

Declaro que en la actualidad poseo los vienes siguientes: doce mil reales en dinero efectivo; un relox de plata; dos cubiertos del mismo metal; dos sortijas de oro, la una con un vrillante; una maleta; seis camisas; quatro pares de calzetas; dos pares de calzetines; nuebe pañuelos; un mantel; tres serbilletas; una thoalla; tres clarecos, el uno elástico; tres pares de pantalones; dos capotes; tres pistolas; dos almoadas; y un cavallo con los arreos de montar.

Declaro que el maestro de sastre Agustín Gioter, vecino de Cádiz le debo cierta cantidad de reales, que consta de un recibo que le tengo hecho, y se le pagará de lo más efectibo de mis vienes.

Declaro que también debo cierta cantidad de dinero a otro maestro de sastre, al que igualmente tengo otro recibo, y se le pagara con la brevedad posible.

Quiero que si se presentase algún documento mío por donde se acredite que deba alguna cosa, que se pague no dudándose de su certeza.

Declaro también que deje en Madrid, en casa de mi señora, doña María Paula Viviano, algunas ropas, que en caso de haberse salvado del enemigo, y si se rescatan, se unirán al cuerpo de mi caudal, y se imbertirán como lo demás.

Quiero que el cavallo, y los demás efectos que dispongan mis albaceas, se vendan a los sujetos que los quieran, y por el precio en que se contengan, lego a la señora doña María de los Dolores, vecina de Cádiz, mil reales de vellón. Lego igualmente a José Cavarini, mi asistente, dos camisas, dos chalecos, dos pares de calzetas, dos pañuelos, unos pantalones de paño negro, y unas votas a arbitrio de mis albaceas.

Lego también a don Manuel Rodríguez y Valle la sortija de oro del vrillante, en memoria de la amistad y cariño que le profeso; e igualmente al teniente coronel don Juan Cevollino, mi tío, la otra sortija de oro.

Lego las espuelas de plata a mi hermano don Ignacio Ruiz; un cubierto de plata, a mi otro hermano don Antonio Ruiz; y el otro cubierto a doña Salvadora Ruiz, mi hermana; y quiero que se reparta también por iguales partes entre dichos mis tres hermanos lo que, decididos los legados, quedare líquido del tercio íntegro de mis vienes.

Instituyo por mi único y universal heredero del remanente de todos mis vienes a don Antonio Ruiz, mi padre, para que los haya y herede con la vendición de Dios (se incluye el relox).

Nombro por mis albaceas testamentarios a los referidos señores don Manuel Rodríguez y Valle y don Juan Cevollino, teniente coronel del Regimiento de Badajoz, a quienes doy poder absoluto, y cada uno
in solidum para que cumplan este mi testamento en la forma que dejo dispuesto, y sin ninguna ulterior diligencia judicial, pues quiero que todo se haga amigablemente sin estrépito.

Y por este mi testamento reboco y anulo quales hice antes de ahora, por escrito o de palabra, y quiero que ninguno otro sirba; sin embargo, en qualesquiera cláusula que contenga, sino es el presente, el que solamente quiero que valga, en la vía y forma que mejor combenga. Así lo otorgo siendo testigo el presbítero don Manuel Salvador Carmona, el teniente coronel don Juan Cevollino y el licenciado don Francisco Ortiz y Flores; y con los referidos testigos, los firmo en Truxillo a once de marzo de mil ochocientos nuebe.

Para ver dos entradas relacionadas, pincha aquí y aquí.

Children see children do

viernes, 27 de febrero de 2009

Palacio de los Condes de Adanero

Hace unos meses me pareció oportuno dedicarle sendas entradas a dos de las casas palaciegas más conocidas del casco antiguo cacereño: la de los Ribera y la de la Generala. En aquella ocasión, además de comentar algunos aspectos de su arquitectura, me refería también a las familias que vivieron en ellas. Con la excusa de seguir hablando de la historia y el patrimonio artístico de nuestra ciudad, he decidido continuar este paseo por donde lo dejamos. Si ascendemos por el adarve, el siguiente edificio digno de mención que nos encontraremos es el que se conoce como Palacio de los Condes de Adanero, justo enfrente del postigo de Santa Ana.


Su fachada es sobria, toda de mampostería, y quizá por eso destaca aún más el magnífico portón, copiado de uno de los modelos que Sebastián Serlio recoge en sus Cinco libros de arquitectura, y que a su vez sigue el gusto manierista de Giulio Romano. La puerta arquitrabada se corona con un frontón que se abre para albergar las grandes dovelas superiores. En los laterales dos columnas fajadas encierran el mismo tipo de sillares, almohadillados y perforados con agujeros, que crean en el espectador la sensación de que en lugar de áspero granito puede acariciar suave terciopelo. Esta combinación plástica, capaz de generar tal efecto ilusorio, es propia del manierismo de finales del siglo XVI.


Alrededor se disponen varios vanos de manera asimétrica, con una interesante rejería el situado a la derecha. Sobre las ventanas del piso superior podemos contemplar las ya conocidas armas de Ovando-Mogollón: la cruz flordelisada cantonada de veneras y los dos osos con bordura de aspas. En la pared que hace esquina también vemos dos escudos de los Ulloa, marqueses de Castro Serna y condes de Adandero, actuales propietarios de la casa.

Si tuviéramos la suerte de visitar el interior, podríamos admirar un patio cuadrado con dos columnas toscanas que sujetan arcos de medio punto, en la parte baja, y un segundo piso claustrado con arcos escarzanos muy anchos. La colección de blasones que alberga también sería digna de mencionar.

El solar que actualmente ocupa el palacio perteneció a los Paredes, pero a finales del siglo XVI fue adquirido por Pedro Rol de Ovando y de la Cerda (1569-1637), segundo Alférez Mayor de Cáceres y caballero de Alcántara, quien posiblemente mandó construir la portada. La casa pasó entonces a formar parte de su mayorazgo, junto con otra de su propiedad --la que posteriormente sería conocida como la de la Generala--; por lo que durante años ambas pertenecieron a la misma rama de los Ovando, de la que ya tuvimos ocasión de hablar, y que desde 1655 ostentarían el título de marqueses de Camarena.

Tras la disputa que en el siglo XVIII dio lugar a la división de las ramas de los marqueses de Camarena la Real y Camarena la Vieja, la casa que nos ocupa pasó a pertenecer a estos últimos. Como ya comentamos, los descendientes de Francisco Antonio de Ovando Rol (1640-1679), tío del teniente general Vicente Francisco de Ovando Rol (1700-1781), le disputaron a éste el mayorazgo al que iba unido el título de marqués de Camarena. El pleito fue ganado finalmente por María Josefa de Ovando y Ovando (1751-1775), bisnieta de Francisco Antonio de Ovando, que desde entonces sería la quinta marquesa de Camarena la Vieja; mientras que el rey Carlos III compensó a Vicente Francisco de Ovando con el nuevo título de marqués de Camarena la Real.

María Josefa de Ovando era hija de Francisco Antonio Rol de Ovando y Carvajal († 1756) y Francisca Antonia de Ovando y Vargas (1731-1800), hija a su vez de Diego Antonio de Ovando y Cáceres (1691-1743), II marqués del Reyno. Al fallecer sin sucesión el nieto primogénito de éste, Diego María de Ovando y Cáceres (1755-1808), el marquesado del Reyno recayó en la descendencia de María Josefa de Ovando. Hay quien confunde a esta noble dama con María Cayetana de Ovando Calderón (1736-1802), la Generala, de la que ya tuvimos ocasión de hablar. Este error puede deberse quizá porque vivieron en la misma época, eran vecinas y ambas estuvieron casadas con militares. María Josefa de Ovando contrajo matrimonio en 1773 con Antonio Vicente de Arce y Porres, natural de Brozas y brigadier de los Reales Ejércitos; el primogénito de ambos, Antonio María de Arce y Ovando (1775-1832), como hemos dicho, acabaría reuniendo los títulos de VI marqués de Camarena la Vieja y V del Reyno.

Postal del palacio de los Condes de Adanero (1920)


Merece la pena que nos detengamos en la biografía de Antonio María de Arce, que, como su padre, fue un destacado militar que comenzó su carrera combatiendo en la Guerra de la Independencia. Con el regimiento de infantería de Plasencia tomó parte en numerosas acciones militares, como las del puerto de Mirabel y el puente de Almaraz (enero de 1809). Allí se mantuvo con su unidad hasta el 18 de marzo de ese mismo año, cuando se produjo la retirada del ejército del general Cuesta. También estuvo presente en la desgraciada batalla del Medellín (28 de marzo de 1809) y en el acantonamiento de tropas en Monesterio (Badajoz). Más tarde fue destinado con una brigada a la región del río Tiétar, donde permaneció hasta que fueron atacados por fuerzas muy superiores comandadas por los mariscales Soult, Mortier y Ney, no quedando más remedio que replegarse. Posteriormente le encontramos en Asturias, a las órdenes de su padre, y más tarde en el ejército del Marqués de la Romana. Después pasó al batallón de milicias provinciales de Trujillo, en el que estuvo destinado hasta el final de la guerra.

En 1820, encontrándose en Andalucía, se opuso a la sublevación del general Riego, que finalmente triunfó e impuso el régimen liberal de la Constitución de Cádiz. El Marqués de Camarena la Vieja se retiró entonces a Cáceres con real licencia, aunque al año siguiente estuvo destinado nueve meses en Zaragoza. Mientras tanto, en Cáceres se había desatado una feroz represión contra todo elemento realista, dirigida por el juez de primera instancia, y después jefe de lo político, don José G. Landero Corchado. A su regreso, Camarena se hizo cargo del mando militar de la provincia de Cáceres, y gracias a esta privilegiada posición, consiguió salvar la vida de algunos compañeros realistas.

Con el restablecimiento del orden absolutista en 1823, el Marqués de Camarena fue nombrado regidor perpetuo del Ayuntamiento cacereño. La Regencia le encargó también organizar el regimiento provincial de Trujillo y el de voluntarios realistas de Cáceres. Sin embargo, no se encontraba seguro en Extremadura, donde campaban a sus anchas partidas de salteadores, muchas de ellas dirigidas por liberales, como es el caso de El Empecinado, cuyas tropas saquearon Cáceres el 17 de octubre de 1823. Antes de poner en peligro su vida, decidió marcharse a Madrid, mientras su familia estuvo refugiada en Portugal. Un año antes de morir fue ascendido a mariscal de campo.

En 1816 había contraído matrimonio en Madrid con María Josefa Colón y Sierra († 1855), natural de Valladolid y descendiente nada menos que de Cristóbal Colón, con quien tuvo tres hijos. La primogenitura de los marqueses de Camarena la Real continuó con José Francisco de Paula de Arce y Colón († 1856), que en 1840 se casó con María de las Mercedes Aponte y Ortega Montañés (1822-1896), VIII marquesa de Torreorgaz y V de Camarena la Real, bisnieta de Vicente Francisco de Ovando y la Generala (v. entrada anterior). El único hijo de este matrimonio que llegó a la edad adulta fue García Ramón de Arce y Aponte (1844-1897), que reunió los títulos de VIII marqués de Camarena la Vieja, VII del Reyno y de Torreorgaz, y conde de los Corbos.

Su interesante y controvertida biografía merecería por sí sola una entrada, no sólo para detallar sus innumerables amoríos, sino para analizar cómo acumuló en su persona buena parte de los grandes títulos cacereños y sus fortunas. Murió soltero en San Juan de Foz (Portugal), y al no contar con descendencia legítima, los marquesados de Camarena la Vieja, Camarena la Real y el condado de los Corbos, pasaron a los Carvajal de la Calle Empedrada; el marquesado de Torreorgaz, a los Jaraquemada y a los Velasco; y el marquesado del Reyno quedó vacante, por tratarse de un título napolitano. El palacio que nos ocupa quedó entonces en manos de José María de Ulloa y Ortega Montañes (1839-1905), IX conde de Adanero y VIII marqués de Castro Serna, que era medio hermano de la referida doña Mercedes de Aponte y, por tanto, tío del último marqués del Reyno.

José María de Ulloa, sin embargo, no vivió nunca en el palacio del que hoy nos ocupamos, sino en el cercano y conocido como del Vizconde de Roda, que pertenecía a los Ulloa, señores de Pajarillas, de los que también era descendiente. El conde de Adanero, o marqués de Castro Serna --que cuando uno goza de tantos títulos, da lo mismo llamarlo por uno o por otro--, reunió una gran colección de obras de arte, sobre todo pinturas, muchas de las cuales adquirió de conventos desamortizados o de familias nobles arruinadas por la desaparición del régimen de mayorazgos. Tan elevada debía ser su fortuna, que existe esta frase que todavía se emplea para aplacar los caprichos infantiles: «Tú te has creído que eres hijo del Marqués de Castro Serna».

Actualmente tanto el palacio como la magnífica colección siguen perteneciendo a los condes de Adanero y marqueses de Castro Serna, descendientes de éste que comentábamos. Cada vez que paso frente a la portada manierista, no puedo evitar pensar que tras ella se esconde parte de ese rico patrimonio que alberga nuestra ciudad monumental, que sabemos que existe, pero que por hoy no podemos apreciar.

Bibliografía:
- A. C. Floriano Cumbreño: Guía histórico-artística de Cáceres. Cáceres: Diputación Provincial, 1952, 2ª ed.; pág. 102.
- J. Miguel Lodo de Mayoralgo: Viejos linajes de Cáceres. Cáceres: Caja de Ahorros y Monte de Piedad, 1971; págs. 200-202 y 305-308.
-M.ª del M. Lozano Bartolozzi: El desarrollo urbanístico de Cáceres (siglos XVI-XIX). Cáceres: Univ. de Extremadura, 1980; pág. 220.
- M.ª A. Fajardo Caldera; J. M.ª Gómez Flores: La tarjeta postal en Cáceres (1900-1940). Badajoz: Cicón Ediciones, 2002; pág. 44.
- J. M. Mayoralgo y Lodo; A. Bueno Flores: Cien personajes cacereños de todos los tiempos: sus vidas contadas en dibujos de forma divertida. [Badajoz]: Corporación de Medios de Extremadura, [2004]; págs. 49 y 66.
- F. Acedo: «Aires de Roma», El Periódico Extremadura, 4 de septiembre de 2005.

miércoles, 18 de febrero de 2009

La leyenda de Floripes


Era señor del castillo el famoso Fierabrás, rey de Alejandría, que disputaba a Carlomagno el imperio del mundo. Llevaba en su compañía el soberbio agareno a su hermana Floripes, bellísima princesa, tan andariega como apasionada, de la que estaba perdidamente enamorado el rey, su hermano, lo que no era cosa del otro jueves, tratándose de sectarios de Mahoma. Mas en ella no hacían mella los fraternales galanteos, porque a su vez estaba loca de amor por uno de los paladines de más renombre en el mundo caballeresco, súbdito y pariente del soberano francés, llamado Guido de Borgoña, a quien había admirado en batallas y torneos, el cual correspondía a la pasión de la encantadora princesa.

Ocurrió que en una sangrienta acción, cayó Guido herido y prisionero del muslim, a la vez que otros caballeros cristianos, a los que retuvo consigo; pero percatado de la inteligencia erótica entre aquél y su hermana, y ardiendo en rabiosos celos, los relegó a todos al castillo del Puente de Mantible, edificado por un famoso mago, con el propósito de que consumiesen su vida, sobre todo el borgoñón, en la más oscura de sus mazmorras.

Era alcaide del castillo un morazo fiel a su persona más que un lebrel, llamado Brutamonte, al que encomendó con especiales prevenciones la custodia de su rival. Pero husmea Floripes el paradero de su amado, sin cuya vista no concibe la existencia, y seguida de tres de sus camaristas, se ausenta de los reales de su hermano, hacia la cárcel del de Borgoña. Llegan cerca de la torre en una noche sombría, y alumbradas por teas, que ellas mismas empuñan, y dejándose en las breñas de la loma encajes y brocados, suben hasta la fortaleza.

Brutamonte dales el «¡quién vive!» Ellas le responden. ¡Son mujeres!... Baja la poterna, y reconoce a la hermana de su amo y señor. ¿Cómo negarle hospitalidad? Pero la dama, con más enjundia y resolución que fueran de esperar, saca instantáneamente un puñal y lo hunde en el corazón del alcaide, que muere en el instante. Apodérase de las llaves, abre candados y cerrojos, y por una escala que arroja por la boca de la mina, ganan la salida de aquel antro el intrépido Oliveros, el infante Guarinos, Ricarte de Normandía y Guido de Borgoña, a los que Floripes invita a tomar armas y caballos, temerosa de que su hermano venga y los inmole.

Y vino en efecto, sospechando el embebido de la escapatoria de la aventurera dama, y comprendió que ella había sido la matadora de Brutamonte, al reconocer el puñal que permanecía incrustado en la herida de éste... y cuando se enteró de que Floripes permanecía dentro, dueña del castillo, con los cuatro caballeros, se mesó las barbas de desesperación, y juró hacer en ellos ejemplar castigo, poniendo sitio a la inexpugnable torre, que cuando no por otro medio, se rendiría por hambre.

Los sitiados, que llegaron a estar famélicos, convinieron en la necesidad de salir de aquella situación y dar cuenta a Carlomagno, del trance en que sus mejores paladines se encontraban, y por suerte correspondió salvar el campamento musulmán y dar cuenta al emperador de todo, a Guido, que salió de la torre por una puerta secreta.

¿Salvó los reales de Fierabrás? ¿Llegó sano y salvo a la corte del francés? ¿Fue hecho prisionero y pereció a manos del rey de Alejandría?...

Cada una de estas preguntas, era una espina clavada en el corazón de la agarena beldad. Pero el éxito coronó sus deseos. Carlos vino con sus huestes, venció a la morisma, cogió prisionero y mal herido a su monarca; rescató a sus sitiados vasallos, al par que a Floripes, que entregó su blanca mano al apuesto Guido, y
tutti contenti… tutti menos el cautivo Fierabrás, que murió desesperado.


Y esta historia, aunque no tan cabal, es repetida por las gentes de la comarca; habiendo quien ha visto alguna noche luces misteriosas en los desmoronados paredones de la torre y oído lamentos desgarradores que salían de sus concavidades. Indudablemente de ellos... de Brutamonte y de Fierabrás, cuyas almas vagan reclamando a Alá venganza de sus desventuras, entre las seculares ruinas; como hay también quien, al salir el sol el día de S. Juan, va al Hondo de Rochafría, a ver flotar sobre las aguas los barriles que el rey de Alejandría tiró al río desde el puente famoso, al considerarse vencido, en donde guardaba aquel bálsamo que todo lo sanaba, y que tanto soponcio deparó al buen Sancho Panza al tomarlo, como antídoto contra las contusiones que le ocasionaron los apaleamientos de los bellacos de la venta.

P. Hurtado: Supersticiones extremeñas. Anotaciones psico-fisiológicas. Huelva: [s.n.], 1989; págs. 74-77.

Clicka, la pija

Hace dos semanas conocimos esta triste noticia:

«Muere Hans Beck, el creador de los clicks de Playmobil»

Reconozco que no fui un niño al que le gustara pasarse las horas jugando con muñecos, desde pequeño preferí siempre la compañía de un libro o un lápiz; pero a pesar de ello, recuerdo con nostalgia cuando me regalaron el barco pirata, el castillo medieval o el coche de rallys. Los clicks de Playmobil han sido los protagonistas de los juegos de varias generaciones de niños, por eso opino que quizá deberíamos considerar a su creador como una de las personas más influyentes del siglo XX. No es ninguna tontería, estamos acostumbrados a escribir la Historia desde el punto de vista de los adultos… pero ahí tenemos, por ejemplo, a Walt Disney o Jim Henson, a quienes nadie se atrevería a cuestionar su protagonismo.

Quería también aprovechar la ocasión para recomendaros un blog y un fotolog que sigo desde hace tiempo. Ambos se titulan Desventuras de una clicka burguesa, y como si se tratara de una fotonovela, nos narran las peripecias e inquietudes de una chica playmobil, un poco ingenua y superficial, como corresponde a su condición social de niña bien, pero que en el fondo es capaz de demostrar sus mejores sentimientos.

Su creadora se merece el mayor de los elogios, no sólo por la original idea, sino por el trabajo tan cuidado y minucioso con que elabora cada entrada. En el inmenso océano de la blogosfera es difícil encontrar páginas que realmente merezcan la pena, y sobre todo a las que dedicar tu tiempo, para estar al día de sus actualizaciones. Os puedo asegurar que ésta es una ellas…

Balbo, el ladrón

Al leer la siguiente noticia, no he podido evitar que una sonrisa me asomara entre los labios, sobre todo porque su contenido encierra una sutil ironía. Resulta que en el transcurso de las excavaciones que se están realizando en el teatro romano de Cádiz, con motivo de la construcción de un centro de interpretación, se ha descubierto una placa de mármol en la que aparece inscrito un graffiti con el siguiente mensaje: «Balbo, ladrón» (Latro, Balbe).


Para los arqueólogos no cabe duda de que el insulto --o la definición, según se entienda-- estaría dirigido a Lucio Cornelio Balbo el Menor, miembro de la distinguida familia gaditana de los Balbo, que además fue el promotor de la construcción del teatro donde se ha localizado el mencionado graffiti. No nos cuesta mucho imaginar que en aquellos tiempos, como en la actualidad, los casos de corrupción ligados al ladrillo estaban a la orden del día. Un ciudadano decidió entonces dejar plasmada su denuncia de manera imperecedera, grabada con un punzón en los asientos donde posiblemente se sentara este ilustre senador y procónsul. Veinte siglos después, la noticia del hallazgo ha sido publicada con profusión en los siguientes medios digitales:

La Voz Digital (30/01/2009)Diario de Cádiz (31/01/2009)20 minutos (31/01/2009)El País (31/01/2009)

Un estudio más exhaustivo del descubrimiento nos los ofrece el blog de Terrae Antiqvae.

Lo más gracioso de todo es que el tal Lucio Cornelio Balbo el Menor, al que un anónimo acusara de ladrón, también es conocido por ser patrono de la antigua Colonia Norba Caesarina, es decir, la actual ciudad de Cáceres; según reza otra inscripción aparecida en 1931 durante las obras de demolición del antiguo mercadillo, y que desde entonces se encuentra en el despacho del alcalde. ¡Qué crueles e inoportunas pueden resultar algunas coincidencias! Parece como si la mala fama se empeñara en desmontar la supuesta sinceridad y honradez de nuestros representantes municipales.

jueves, 12 de febrero de 2009

«Cáceres antiguo»


¡Oh, Cáceres vetusto! En la sedante calma
de tus calles obscuras, estrechas, tortuosas,
hay un efluvio manso que llega a nuestra alma
y nos habla, apacible, del alma de las cosas.
Junto a rancios adarves, ruinosos, desiguales,
hay palacios silentes, orlados de blasones,
con bellos ajimeces, con arcos ojivales,
artísticas portadas y esbeltos torreones.
¡Oh, Cáceres antiguo! Tú tienes el encanto
de lo grande y sublime, de lo bello y lo santo.
Tú tienes la poesía que encierra un madrigal;
y al recorrer tus calles evocando el pasado,
nuestro espíritu inquieto, de dulzura impregnado,
se esfuma y se transporta al tiempo medioeval.

miércoles, 11 de febrero de 2009

«La ola»


El otro día fui al cine a ver La Ola (Die Welle), una película de esas que no dejan indiferente, como si de repente te dieran una patada en lo más íntimo de la conciencia… Cuando se acabó y salí a la calle, un desasosiego me rondaba la cabeza, como una extraña mezcla de miedo y perplejidad. No es que se trate de un thriller psicológico ni nada parecido, pero da para pensar… y mucho. A pesar de lo que digo, recomiendo que el que pueda vaya a verla… si es que todavía sigue en la cartelera. Aunque más que una recomendación, debería ser un ruego. Si no siempre podéis descargarla.

La película está basada en hechos reales, pero verídicos, no vagamente relacionados como sucede con muchas otras. Se trata de una reflexión, me atrevería a calificar como profunda, sobre las causas del autoritarismo y sus posibilidades en nuestra sociedad actual. El protagonista, un profesor de instituto, formula la siguiente pregunta a sus alumnos: «¿Creéis que es imposible que otra dictadura vuelva a implantarse en Alemania?» La respuesta --demoledora-- termina por escapársele de las manos. Y no os cuento más.

Precisamente, ordenando unos apuntes de la carrera, me encuentro con las siguientes causas del ascenso de los fascismos en la década de los treinta:

- La crisis económica: recesión de la producción, contracción general de los intercambios comerciales, alza de precios, devaluaciones monetarias, etc.

- Crisis de los Estados liberales: anquilosamiento del sistema parlamentario, pérdida de confianza en los partidos tradicionales, sistema electoral poco representativo, etc.

- Problemas sociales: elevado índice de alfabetización pero escaso nivel cultural, movimientos migratorios, desempleo y sus consecuencias (exclusión social, delincuencia…), nacionalismo exacerbado…

¿No resulta peligrosamente familiar? ¿Quién dice entonces que no podría volver a suceder algo parecido? Nuestras instituciones son fuertes, en efecto, pero… ¿y las conciencias?

El miedo a Rusia

Primero nos echamos las manos a la cabeza cuando vimos que invadían y bombardeaban Georgia, después temblamos cuando cortaron el suministro de gas a media Europa… ¿Qué será lo próximo? Tras décadas de guerra fría, parece como si nada hubiera cambiado. La caída del muro de Berlín sólo sirvió para redefinir límites… y para que se apuntaran al carro del capitalismo, que es como mejor se vive. Pero el miedo es una estructura mental que cuesta siglos derribar. Y en Occidente todavía nos invade un escalofrío si escuchamos aquello de ¡Que vienen los rusos!

Castilla

Llevo varias semanas sin publicar ninguna entrada, pero no será porque no encuentre motivos sobre qué escribir, sino por ausencia de tiempo, ese bien tan preciado que se nos escurre como arena entre los dedos. Retomando la rutina, se me antoja poner aquí el magnífico romance que Manuel Machado le dedicara al Cid Campeador, poema que tuvimos ocasión de comentar la semana pasada en el Club de Lectura.


El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas;
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
El ciego sol, la sed y la fatiga
por la terrible estepa castellana,

al destierro, con doce de los suyos
--polvo, sudor y hierro-- el Cid cabalga.
Nadie responde... Al pomo de la espada
y al cuento de la picas el postigo
va a ceder. ¡Quema el sol, el aire abrasa!

A los terribles golpes
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal, responde... Hay una niña
muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
ojos azules y en los ojos, lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.

«Buen Cid, pasad. El rey nos dará muerte,
arruinará la casa
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El cielo os colme de venturas...
¡En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada!»

Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de fieros guerreros.
Y una voz inflexible grita: «¡En marcha!»
El ciego sol, la sed y la fatiga...
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
--polvo, sudor y hierro-- el Cid cabalga.

miércoles, 21 de enero de 2009

Evidencias romanas en la Ribera del Marco

La semana pasada, el periódico HOY se hacía eco de las declaraciones del presidente de la Asociación de Amigos de la Vía de la Plata de Cáceres, que proponía a la autoridades que se recupere y ponga en valor, además de la riqueza medioambiental, el importante patrimonio geológico y arqueológico que se encuentra en el entorno de la Ribera del Marco.

En la noticia se apuntaba la existencia de restos arqueológicos, concretamente de época romana, que son a los que vamos comentar en esta entrada y cuyos hallazgos trataremos de explicar y resumir.

Pero antes de entrar en materia, conviene señalar que el denominado Arroyo del Marco se nos presenta en toda su extensión como una corriente continua de agua que discurre por una vega fértil, que sumado a unas idóneas condiciones geológicas, propició desde la más remota antigüedad el asentamiento de poblaciones humanas en torno al cauce. Por tanto, no es de extrañar que los primeros indicios de la presencia de primitivos grupos de cazadores-recolectores en las inmediaciones de la ciudad de Cáceres aparezcan precisamente en este entorno (Cueva de Maltravieso, Cueva del Conejar…). Se puede afirmar que la ribera es la principal fuente de recursos con el que contó la ciudad desde sus orígenes, pues como se suele decir: donde hay agua, hay vida.

Charca del Marco, donde nace el arroyo del mismo nombre.

Dejando aparte la explicación de las especiales condiciones geomorfólogicas de la Ribera, asunto en el que no soy experto, y que además se puede consultar en páginas más especializadas, como la de mi compañero y amigo, el profesor de geología Juan Gil; consideramos que en época romana esta abundancia de agua y recursos fue decisiva para que en sus orillas del se asentara de manera definitiva la población. A continuación pasaremos a considerar en distintos puntos las huellas de este pasado romano en la Ribera:


1. La calzada romana a su paso por la Ribera.

Actualmente se asume sin discusión que la calzada romana comúnmente conocida como Vía de la Plata (iter ab Emerita Asturicam) debería coincidir con la actual Ronda de San Francisco, que desde siempre fue el camino natural para dirigirse a Mérida. J. Sanguino describía así su recorrido antes de entrar en la ciudad, paralelo a la Ribera del Marco:

Mucho más acá quedan aún las líneas del empedrado que limitaban la caja, y medido de una a otra he hallado seis metros. La dirección que trae este carril hasta llegar a la carretera de San Francisco hace presumible que la calzada, llegando al Calerizo, siguiera por lo que hoy es “Cerca de San Jorge”, donde debía de doblarse para seguir con cierto paralelismo a la antedicha carretera, pues junto al puente de la carretera y desagües de la cerca, más acá y contiguo a la tapia se advierte el empedrado como si saliera de la finca. También se ve entre la carretera y la pared del olivar del Espíritu Santo (antiguo cementerio) y continuaba tomando la parte alta de la carretera de San Francisco, entre los álamos de estas y campo actual de la feria, vía que ha seguido siendo muy frecuentada hasta nuestros días, en que llegó a estropearse de tal modo por el tránsito, que los carros fueron desviando el carril, metiéndose por aquellas tierras que son del Marqués de Castro Serna. En toda esa parte apenas se adivina ya el firme de la calzada.

Piensa mi amigo D. Vicente Paredes que ésta, al llegar a Cáceres, tomaba por la calle de Mira al Río, donde se encuentra edificada sobre un peñasco la antigua ermita de San Marcos, que fue antes
sacelo romano, y desde allí iba recta a la Puerta del Río (Arco del Cristo) y seguía el rodeo de la muralla por la calle de Caleros (…).

Desde aquí la calzada descendía hacia el barrio de San Blas y el actual cementerio, para encaminar su trazado --fácilmente identificable gracias a la fotografía aérea-- en dirección al Casar de Cáceres.

En mayo del 2007, en el transcurso de unas obras de canalización en la citada Ronda de San Francisco, a la altura de la conocida como Huerta del Conde, se descubrió un tramo de la calzada. Aunque el arqueólogo que supervisó la zanja opinaba que, efectivamente, se trataba de la vía romana; desde la Dirección General de Patrimonio se concluyó que los restos encontrados pertenecían a un camino, quizá del siglo XVI. En aquellos días, la prensa local dedicó varios artículos a valorar el curso y el resultado de las excavaciones:

- «Las obras en la Ribera del Marco dejan al descubierto un camino histórico» (HOY, 14/03/2007)

- «Los arqueólogos analizan restos de un camino histórico» (El Periódico Extremadura, 15/03/2007)



Otro testimonio importante que nos señala que el trazado de la calzada discurría paralelo a la ribera es la existencia de abundante material epigráfico, que analizaremos a continuación, así como el descubrimiento de un miliario, empotrado en la base del muro de una presa, situado detrás de la Casa-Museo Pedrilla. Aunque en su momento se denunció su hallazgo en la prensa, desde un tiempo a esta parte el miliario no se encuentra en este lugar y desconocemos notica alguna sobre su paredero. Su desaparición supone una pérdida irremplazable, pues en la superficie del miliario, embutida en la pared, como puede apreciarse en la fotografía, es posible que estuviese inscrito el número de millas. Si se hubiera podido confirmar, en el mismo tendría que aparecer marcada la milla XLV, que es la distancia a la que se encuentra este tramo de la calzada desde que parte de Mérida.

(Foto: Juan Gil)

El Itinerario de Antonino señalaba una de las mansio de la vía romana en Castris Caecilis, a XLVI millas exactas de Emerita, distancia que se cumple aproximadamente en el entorno del actual barrio de San Blas. Al respecto, tampoco expondremos aquí la polémica surgida a raíz de este dato, sobre la posible identificación del campamento de Cáceres el Viejo con Castra Caecilia, asunto que nos reservamos para futuras entradas.


2. Epigrafía romana.

Es conocido que los romanos acostumbraban a situar sus necrópolis en las afueras de las poblaciones, en torno a los caminos que entraban o salían en ellas. Por este motivo, no debe extrañarnos que a lo largo del recorrido que hemos descrito para la calzada, se hayan sucedido en diferentes épocas los hallazgos de lápidas funerarias con sus correspondientes inscripciones.

Sin entrar en demasiados detalles, remitiéndonos para ello a la bibliografía correspondiente, señalamos el lugar concreto dónde fueron encontradas y la transcripción de cada una de ellas.

1. Ermita del Espíritu Santo (actualmente empotrada en la fachada del palacio del Vizconde de Roda, en el casco antiguo de la ciudad). 2 y 3. Huerta del Conde (actualmente en el patio del palacio del Vizconde de Roda).

1) M(arcus) · Ac·ciu/s · Cresce/ns · an(norum) · LX · / h(ic) · s(itus) · e(st) · s(it) · t(ibi) t(erra) l(evis) · / C(aius) · C·ur·riu/s · Privatus / de · s(uo) · f(aciendum) · c(uravit) ·

2) L(ucius) / Gavius / Scodrin/us · an(norum) / L · / h(ic) s(itus) e(st) [---] / - - - - - -

3) L(ucius) / Magiu/[s] L(uci) · f(ilius) · T(iro) / hic · situ(s)

4. Se descubrió en 2001 en el solar donde se iba a construir el edifico para la Audiencia Provincial (actualmente se encuentra en el Museo de Cáceres, nº de inv.: D-3020).

4) Q(uintus) · Pompônius · Potêntinûs / Ser(gia tribu) · h(ic) · s(itus) · e(st) · / G(aius) · Pomponius · Potentinûs / mile(es) · C(o)hort(tis) · IIII · Praêt(orianae) / test(amento) · fieri · iussit

5 y 6. Descubiertas en los años 40 en el Campo de San Francisco y donadas al Museo Provincial (nº de inv.: 2330 y 2374). 7. Junto al puente de Fuente Concejo (en el Museo, nº de inv.: 3533).

5) D(iis) · M(anibus) · s(acrum) / Accia / M(arci) · libe(rta) / Peregri/na · an(norum) / LXXX

6) Orio M/aciae / ser(vus) an(norum) / - - - - - -

7) C(aius) Iulius / Victor / annoru(m) / XXVIII h(ic) / s(itus) · e(st) · s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) / Cirrus c(uravit)

8. En el Puente de Vadillo (desaparecida). 9. Descubierta en 1959, durante los trabajos de explanación del solar donde se construiría el edificio de la Fundación Valhondo, que sería sede de la Facultad de Filosofía y Letras (en el Museo, nº de inv.: 2384). 10. Encontrada en 1953, durante la construcción del Seminario Diocesano (en el Museo, nº de inv.: 2381).

8) L(ucio) · N(orbano) / Rufo · an(orum) / XXIIII / Labeo / auncul(o)

9) D(iis) · M(anibus) · s(acrum) / Iulia · Silo/nis · filia / Secunda / L(ucio) · Praesen/tio · Rufinọ / filio · an(forum) / IIII mater / filio · f(aciendum) · c(uravit) · / h(ic) · s(itus) · e(st) · s(it) · t(ibi) t(erra) · l(evis)

10) A(ulus) Publici/us · Viator · / h(ic) · s(itus) · e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis)

De todas estas inscripciones, quizá merezca una especial atención la nº 4, ya sea por la especial calidad de su factura, realizada en mármol, o por el contenido del epitafio. Como hemos señalado, se descubrió durante las obras previas a la construcción del actual edificio de la Audiencia. Posiblemente formara parte de un monumento funerario o mausoleo, que desgraciadamente las máquinas excavadoras derribaron. La lápida sufrió desperfectos y se encuentra fracturada a la mitad, pero por fortuna se pudo recuperar íntegra. En ella se hace referencia a un soldado de la guardia pretoriana del emperador, que le dedica este epitafio a su hermano fallecido. Su adscripción a la tribu Sergia demuestra que ambos eran ciudadanos de la colonia Norba Caesarina.

Otra inscripción que debemos siquiera mencionar es la nº 10, porque en ella se hace alusión a la profesión del difunto, posiblemente un liberto, cuyo oficio era el de viator, es decir, mensajero. Un empleo muy apropiado para alguien que vivía en una de las mansio (casas de postas) de la Vía de la Plata.

Otras muchas inscripciones que actualmente se localizan en el barrio monumental o se exponen en el Museo, y cuya procedencia se desconoce, es muy posible que en algún momento se encontraran en las inmediaciones de la ribera y la calzada romana.


3. Restos de presas y canalizaciones.

Como señala el artículo de prensa al principio mencionado, son evidentes los restos de una pared de opus caementicium en el tramo del arroyo que discurre por encima de Fuente Fría. Quizá estemos ante los restos de una presa destinada a regar esta zona de huertas. En el mismo curso de la rivera también se pueden ver sillares de granito y restos de una pequeña alberca, con su superficie forrada de opus signinum, una especie de mortero elaborado a base de cal y ladrillos machacados, muy empleado por los ingenieros romanos para impermeabilizar este tipo de construcciones hidráulicas (v. Jean-Pierre Adam: La construcción romana. Materiales y técnicas. León: ed. de los Oficios, 2002).

Muro derribado de opus caementicium.

Restos de opus signinum ocultos por la maleza.

El suelo de buena parte de la ribera presenta un sedimento calcáreo que en algunos lugares llega a contar con más de un metro de espesor. No olvidemos que las aguas del Marco son ricas en carbonato cálcico, pues procede en buena parte, desde su nacimiento en la charca del mismo nombre, del complejo cárstico conocido como el Calerizo cacereño. El carbonato cálcico, en condiciones propicias con aguas estancadas, se precipita se deposita en el fondo del cauce formando estas características tobas calcáreas, en las que es fácil localizar fósiles de plantas y moluscos.

Toba calcárea en la Ribera del Marco.

En una época no muy lejana, quizá por causas naturales, es muy posible que hubiera provocado un estancamiento más o menos extenso del agua de la rivera; pero también es probable que los romanos construyesen represas de mayor magnitud, con el propósito de conseguir agua para el abastecimiento humano o el riego de los campos. Uno de estos pantanos pudo estar situado justo por encima de Fuente Concejo, en un lugar apropiado que señala el crestón de cuarcita que desciende desde la Montaña y prosigue hacia la parte antigua por la Torre de los Pozos.

Resulta no menos curioso que en plano militar elaborado en 1813 por Bayer, el más antiguo que existe de Cáceres, se puede observar que a Fuente Concejo se la denomina Fuente de los Romanos. Tampoco podemos olvidarnos de que no lejos de aquí J. Sanguino identificaba los restos de un sacelo o pequeño templo, también de factura romana.

Una intervención arqueológica en este punto podría demostrar si existen restos de sillares de los muros que compusieron la pared de esta presa, y poder así comprobar esta hipótesis que enunciamos. Según la misma, nos inclinamos a pensar que durante varios siglos, hasta que se arruinara la presa, gran parte del cauce de la ribera, entre la citada Fuente Concejo y Fuente Fría, estuviese inundada, posibilitando de este modo la sedimentación del carbonato cálcico. En el siguiente mapa hemos señalado a mano alzada la superficie inundada por una presa que se hubiera construido en el lugar citado.



4. Villae y domus suburbanas.

Como hemos comentado, la mansio citada en los itinerarios romanos con el nombre de Castris Caecilis, debió situarse en torno al actual barrio de San Blas. Toda la zona de la Ribera que discurre paralela a éste es un terreno de huertas, donde desde siempre se ha dado noticias de de los hallazgos más diversos: monedas, tegulae y otros materiales de construcción…, lo que viene a confirmar que en otro momento existió una población establecida en este lugar.

También hemos especificado algunos hallazgos epigráficos, tanto en los solares donde después se construyeron el Seminario y la antigua Facultad de Filosofía y Letras. En el primero se llegaron a documentar restos de mosaicos, cuando en la década de los cincuenta se instalaron cerca del mismo unas casas prefabricadas destinadas a albergar a población marginal.

Mosaicos con motivos geométricos encontrados en la zona donde estuvieron las viviendas autoconstruidas (T. Martín Gil).

El mismo entorno también fue estudiado por E. Cerrillo, que tras analizar la toponimia de algunas fincas y huertas, concluye que en la zona donde se sitúa el Edificio Valhondo debió existir una villa suburbana:

En las inmediaciones de San Blas se hallaba una propiedad denominada La Luciana. A todas luces resulta sugerente el nombre, siempre que respondiese a muchos de los nombres de propietarios romanos frecuentes en toda la toponimia peninsular. La zona pudiera relacionarse con la zona que ocupa el edificio de la Fundación Valhondo.

De todos modos no se trata del único topónimo sugerente de la zona sometida a este análisis. Se trata de una de las huertas junto al curso del agua, denominada La Torrecilla o El Torreón, situada junto al actual puente sobre la N-521, en el p. k. 45 de la misma. Dicho topónimo suele coincidir en un elevado porcentaje de los casos en los que aparece con la existencia de restos romanos. Allí fue donde J. Sanguino Michel reconoció la presencia de restos considerados como romanos.

Bibliografía:
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