Servidor ha de reconocer que tiene aficiones un tanto extrañas. Una de ellas es ver películas de cine mudo. Aunque no lo parezca, tiene sus ventajas; como no hay que estar pendiente de los diálogos, puedes fijar la atención en otros detalles y se aprende mucho más de cinematografía, se aprecian mejor las escenas, los encuadres, las luces… Siento una especial predilección por el cine del expresionismo alemán, pero no os voy a dar la chapa hablando ahora de esta corriente, que se desarrolla fundamentalmente en la década de los veinte del pasado siglo, ni voy a comentar una por una cada una de las películas, ni referirme a sus directores. Sólo digo que, entre todos, declaro mi más profunda admiración por la filmografía de Fritz Lang, quien antes de emigrar a EE.UU., huyendo de la persecución de los nazis, había llevado a la cumbre al movimiento expresionista en el cine. En otra ocasión quizá elija una de sus películas para comentarla con más profundidad y detenimiento.
Para hoy tenía pensado traer otro clásico de esta etapa: el Nosferatu, de Friedrich Wilhelm Murnau. Se trata de la primera adaptación cinematográfica de Drácula, lo que sucede es que Murnau no consiguió comprar los derechos de la novela y, por eso, decidió cambiarle el título a la película por el de Nosferatu, que en rumano viene a significar algo así como vampiro o no muerto. Aún con todo, la viuda de Bram Stoker le empaquetó una demanda y finalmente le ganó el juicio a Murnau por haberse apropiado indebidamente de los derechos de autor.
Para hoy tenía pensado traer otro clásico de esta etapa: el Nosferatu, de Friedrich Wilhelm Murnau. Se trata de la primera adaptación cinematográfica de Drácula, lo que sucede es que Murnau no consiguió comprar los derechos de la novela y, por eso, decidió cambiarle el título a la película por el de Nosferatu, que en rumano viene a significar algo así como vampiro o no muerto. Aún con todo, la viuda de Bram Stoker le empaquetó una demanda y finalmente le ganó el juicio a Murnau por haberse apropiado indebidamente de los derechos de autor.
La interpretación de Max Schreck, el actor que encarna al Conde Drácula --aunque aquí se le llama Conde Orlok, por lo que antes he dicho--, es a todas luces magnífica. Según se rumoreaba, Schreck era realmente un vampiro, e incluso se llegó a decir que el director F.W. Murnau le había pagado para que en la escena final de la película le mordiera de verdad en el cuello a la protagonista. Schreck en alemán significa «susto», por eso muchos críticos piensan que esta leyenda no es más que una de las primeras estrategias de marketing en el mundo del cine, y quien en realidad estaba detrás de la caracterizacion del Conde Orlok no era sino el actor Alfred Abel, que ya sin seudónimo alcanzó cierto éxito actuando en otras películas de Fritz Lang, como El doctor Mabuse (1922) y Metrópolis (1927). Por otra parte, la leyenda sirvió de inspiración para la película La sombra del vampiro, de E. Elias Merhige (2000), en donde se narra esta versión fantástica del rodaje de Nosferatu.
Dejando a un lado la leyenda y las anécdotas del rodaje, Nosferatu es una de las películas más representativas del expresionismo alemán, y en ella se pueden encontrar muchas de las características que lo definieron: el contraste de luces y sombras, la acentuación de los planos, una escenografía casi teatral, la alternancia brusca de ritmos narrativos, la interpretación sobreactuada…
Dejando a un lado la leyenda y las anécdotas del rodaje, Nosferatu es una de las películas más representativas del expresionismo alemán, y en ella se pueden encontrar muchas de las características que lo definieron: el contraste de luces y sombras, la acentuación de los planos, una escenografía casi teatral, la alternancia brusca de ritmos narrativos, la interpretación sobreactuada…
He encontrado una versión integra de la película, así que si esta tarde de sábado no sabéis muy bien qué hacer, os propongo que le echéis un vistazo y después me contáis.
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