domingo, 8 de junio de 2008

Paseos por el cementerio

Hace unos días, se podía leer el siguiente titular en el periódico:

«El ayuntamiento de Cáceres planea una ruta turística por el cementerio»

Lo normal es que este tipo de noticias den pie a comentarios con sorna y a alguna que otra gracia escatológica. Pero esta vez me reprimo y no voy a ser yo quien abra la veda, porque reconozco que en más de una ocasión he paseado por las calles del cementerio como quien mira las vitrinas de un museo. Seguramente pensaréis que me sucede algo, que puedo estar sumido en una profunda depresión, y como aquellos románticos del siglo XIX, me gusta pasear mi melancolía entre lápidas y panteones. Pero no, nada más lejos de la realidad, estos garbeos tenían un importante contenido cultural, y por ahí creo que van los tiros de lo que propone el ayuntamiento.


Un cementerio es un microcosmos de la ciudad. De hecho, los antiguos los llamaban necrópolis: ciudades de los muertos. Un camposanto es un espacio privilegiado para el historiador: aparte de poder apreciarse la calidad artística de algunos monumentos funerarios, en ellos se encuentra recogida y concentrada buena parte de la historia de una población. No precisamente la historia de los grandes acontecimientos, sino los aspectos que más nos pueden interesar para el estudio de la vida cotidiana: las relaciones familiares, el reflejo de las clases sociales, las distintas actitudes ante la muerte… y, en último término, hasta las causas y las épocas de mayor mortandad. Es verdad que la muerte a todos nos iguala, pero aún después de muertos nuestras lápidas y modo de enterrarnos son un reflejo de lo que fuimos en vida.

No es la primera vez que escribo sobre el cementerio de Cáceres. En una ocasión ya comenté que los de Televisión Española me habían entrevistado para hablar sobre los enterramientos de los soldados moros que fallecieron en la guerra civil. Pero no sólo sobre eso, ya sea investigando o simplemente interesándome por algo en concreto, recurrentemente he acudido al cementerio para buscar la información que precisaba.

El actual cementerio municipal de Cáceres data de 1844, cuando vino a sustituir a otro que existía en las inmediaciones de la ermita del Espíritu Santo. Parece ser que, al principio, la gente era reacia a enterrarse en el nuevo camposanto, quizá porque no les agradara la idea de ser los primeros y, por tanto, encontrarse solos hasta que otros fuesen llegando. Por eso las autoridades decidieron que lo mejor sería que el primer enterramiento se trajese de otro sitio.

En aquellos años acababa de ser desamortizado el Convento de la Concepción, situado en la plaza que hoy lleva el mismo nombre. El edificio amenazaba ruina y finalmente fue demolido, pero antes se rescataron algunos elementos arquitectónicos, que precisamente fueron llevados al recién inaugurado cementerio municipal. Fue el caso del sepulcro de Juan Durán de Figueroa y su mujer, Isabel Baca, que en 1604 habían sido los fundadores del citado convento. Éstos fueron los primeros inquilinos del flamante cementerio, por entonces dependiente de la Diputación Provincial.


Con otros restos del Convento de la Concepción se edificó la capilla de planta circular del nuevo cementerio. En ella se colocó una escultura en mármol de la Virgen de la Estrella, que fue la que originalmente se diseñó para ponerla en el Arco de la Estrella. Pero por qué acabó esta imagen aquí y no en la hornacina de dicho arco es una historia que quizá cuente otro día.


Fuentes:
- Germán Sellers de Paz: Cáceres visto por un periodista (casi 3.000 años de vida en la ciudad). Cáceres: Extremadura, 1964; págs. 295-296.
- M.ª del Mar Lozano Bastolozzi: El desarrollo urbanístico de Cáceres (siglos XVI-XIX). Cáceres: Univ. de Extremadura, 1980; págs. 107 y 160.
- Fernando García Morales: «El origen de la Plaza de la Concepción», HOY, 20 de julio de 1982.
- Serafín Martín Nieto: «Las últimas voluntades del indiano cacereño Juan Durán de Figueroa», XXVIII Coloquios Históricos de Extremadura (1999). Trujillo: Centro de Iniciativas Turísticas, 2001.
- Antonio Carreras Panchón y Mercedes Granjel: «Extremadura y el debate sobre la creación de cementerios: un problema de salud pública en la Ilustración», Norba. Revista de Historia, nº 17, 2004, págs. 69-91.
- Francisco Acedo: «Un jardín sobre la ruina», El Periódico Extremadura, 21 de mayo de 2006.

1 comentario:

Esther i Toni dijo...

Buscando informacion para nuestro blog "Imatges de pedra i de silenci",sobre arte funerario, hemos encontrado este articulo y nos ha maravillado el trabajo de documentacion que aporta a todas sus entradas.Hasta pronto

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