Desde hace más de una semana, se reparte gratuitamente en la calle un nuevo número de la revista Imagen de Extremadura (el 8, concretamente). La publicación viene acompañada esta vez por un suplemento, en el que se recogen espectaculares fotografías de nuestra región, que no son más que un aperitivo para promocionar el libro --también editado por Marca Extremadura-- donde aparecen muchas más. Tuve la suerte de que me lo regalaran en el acto del que voy a hablar; y sobre el mismo tan solo diré que, al hojearlo, uno no puede reprimir un vuelco en el corazón al ver tanta belleza plasmada en imagen. No voy a hacer propaganda ni de la revista, ni de mi tierra, pues creo que falta no les hace, ya que en ambos casos la calidad se aprecia a simple vista.
Pero si me refiero a este número de la revista es por puro egocentrismo, porque un servidor aparece en ella. En noviembre, se me invitó al edificio de la Asamblea, en Mérida, para compartir una mañana con otros jóvenes de mi misma quinta, la del 83. El motivo no era otro sino porque este año se cumplen 25 de la aprobación del Estatuto de Autonomía de Extremadura, que es precisamente la edad que los jóvenes convocados cumpliremos en breve. Nos juntamos allí desde informáticos, ingenieros, un peluquero, pasando por un torero y una concejala… hasta yo mismo, de profesión arqueólogo. Tras las entrevistas y la sesión de fotos que aparecen reflejadas en el reportaje, compartimos la ocasión de hablar con el presidente de la Asamblea y, entre nosotros, pusimos en común experiencias y valoramos cómo habíamos vivido y qué habían supuesto, desde la perspectiva de cada uno, estos veinticinco años.
Pero si me refiero a este número de la revista es por puro egocentrismo, porque un servidor aparece en ella. En noviembre, se me invitó al edificio de la Asamblea, en Mérida, para compartir una mañana con otros jóvenes de mi misma quinta, la del 83. El motivo no era otro sino porque este año se cumplen 25 de la aprobación del Estatuto de Autonomía de Extremadura, que es precisamente la edad que los jóvenes convocados cumpliremos en breve. Nos juntamos allí desde informáticos, ingenieros, un peluquero, pasando por un torero y una concejala… hasta yo mismo, de profesión arqueólogo. Tras las entrevistas y la sesión de fotos que aparecen reflejadas en el reportaje, compartimos la ocasión de hablar con el presidente de la Asamblea y, entre nosotros, pusimos en común experiencias y valoramos cómo habíamos vivido y qué habían supuesto, desde la perspectiva de cada uno, estos veinticinco años.
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