Me da a mí que esta noche, entre la lluvia azotando los cristales y los rumores en lontananza del Extremúsica, me va a resultar más difícil conciliar el sueño. En estos casos, tampoco vale la pena maldecir. La lluvia siempre es bien recibida y todos tenemos derecho a pasárnoslo bien, sobre todo cuando las oportunidades tanto de una como de otra son cada vez más contadas.
Contra el sueño ligero y el aburrimiento no hay mejor remedio que el humor, por eso esta noche recomiendo una película de los hermanos Marx. En Una noche en la ópera se concentra la sucesión de escenas más desternillantes de la historia del cine. Quizá la más conocida sea la del camarote, que ha dado origen a un símil recurrente para describir un lugar abarrotado y bullicioso; pero he preferido elegir la siguiente, uno de los diálogos más absurdos (más de besugos, diríamos) que jamás se haya imaginado. Aunque, en el fondo, si nos fijamos, a lo largo de un día cualquiera seguro que escucharemos más de este tipo.
Contra el sueño ligero y el aburrimiento no hay mejor remedio que el humor, por eso esta noche recomiendo una película de los hermanos Marx. En Una noche en la ópera se concentra la sucesión de escenas más desternillantes de la historia del cine. Quizá la más conocida sea la del camarote, que ha dado origen a un símil recurrente para describir un lugar abarrotado y bullicioso; pero he preferido elegir la siguiente, uno de los diálogos más absurdos (más de besugos, diríamos) que jamás se haya imaginado. Aunque, en el fondo, si nos fijamos, a lo largo de un día cualquiera seguro que escucharemos más de este tipo.
Feliz fin de semana.
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