No creo que sospechara que le iba a reconocer. El otro día encontré un escueto comentario en una de las entradas, y cuál fue mi sorpresa cuando supe quién lo había escrito. El sujeto en cuestión era José Manuel Díez, vocalista de El desván del duende, que además derrocha creatividad por estas praderas del ciberespacio (vamos, que también escribe un blog). Hace un tiempo descubrí la música de El desván y, desde entonces, me ha acompañado, sirviéndome de banda sonora para algunos momentos memorables y, por qué no decirlo, también otros entrañables de mi historia reciente. Una de sus canciones, en la que colaboran con Los Delinqüentes, se ha convertido en una especie de himno para la ciudad de Cáceres. Y tiene su mérito. En esta ciudad tan desagradecida y desgraciada para algunas cosas, al menos al llegar la primavera, todavía florecen las macetas de colores…
MACETAS DE COLORES
La noche esta manchando las paredes
con pompas de jabón y chocolate.
Por Cáceres revientan los claveles
para gritar que no, que ya es bastante.
(¡Extremadura!)
La noche está manchando las paredes
con pompas de jabón y chocolate.
Debajo de la piedras los claveles
gritan que no, que ya es bastante.
Las faldas de mi niña están colgadas
de la copa de un pino piñonero.
Le sobra la mañana una cigarra,
y dos cencerros, y el sol de enero.
Siento que la vida es diferente aquí,
y busco el color de su mirada.
La luz que invento,
la luz que salta cada día,
el sueño que se abalanza.
(¡Canijo, vente pa Cáceres!)
El chaparrón regando tagarninas,
una vieja que baila por las esquinas,
debajo de macetas de colores
para gritar que no, que ya es bastante.
Se trata de vivir enamorado.
Te doy un puñaíto de palabras.
Se trata de la lluvia en los tejados,
y una guitarra, esta guitarra.
Siento que la vida es diferente aquí,
y busco el color de su mirada.
La luz que invento,
la luz que salta cada día,
el sueño que se abalanza.
(Garrapatero, en el desván del abuelo,
aquí te espero,
en El desván del duende...)
Ey, primo, la vida es bella,
tú verás como...
como debajo del invierno sube la primavera.
Ey, primo, la gente en Cánovas
me canta, canta pa que debajo del invierno suba,
suba la primavera, la primavera…
Siento que la vida es diferente aquí,
y busco el color de su mirada.
La luz que invento,
la luz que salta cada día,
el sueño que se abalanza.
1 comentario:
Gracias por las reseñas, Antonio. Y por el link.
Me gusta que tu blog lleve el título que lleva y que, entre tantas materias como tratas, también tenga espacio para la música. Es siempre una sorpresa positiva que haya extremeños que nos demos a escribir, a opinar sobre nuestra tierra y las circunstancias que la rodean.
¡Encantado de leerte!
Por cierto, me ha hecho mucha gracia lo de "prohibido perrear en esta zona"...
JM
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