Cada uno tiene sus manías. Suelo ver los programas de televisión, no cuando los emiten, sino varios días después. Gracias al video y a Internet no hay ningún problema para hacer esto. Además, creo que tiene sus ventajas por dos razones: primera, porque me libro de tragarme todos los anuncios y nada me impide levantarme cuando quiera para ir al baño o a donde sea, sólo tengo que pulsar el stop; y, segundo, porque como el resto del personal ya sabe de que va la película, el documental… o lo que sea, previamente me lo habrán comentado y así no me arriesgo a perder el tiempo viendo algo que seguro no me va a gustar.
El pasado martes emitieron en La Sexta una especie de documental que pretendía recrear cómo habría sido la historia reciente de España en el supuesto de que el bando de la República hubiera ganado la guerra. Como de costumbre, hasta ayer no tuve ocasión de verlo. Reconozco que me pareció no menos que curiosa la posibilidad de que la Historia de nuestro país hubiera dado un vuelco en el verano de 1938: que Negrín hubiera dimitido, la República hubiera ganado la batalla del Ebro, que a la vez se iniciara una nueva ofensiva en Extremadura (el plan P del que tanto se habló) y, al final, el régimen republicano resurgiese de sus cenizas, para que con un renovado espíritu condujese a nuestro país por la senda del progreso de las demás potencias democráticas europeas, eso sí, después de salvar el duro trance de la Segunda Guerra Mundial. Me pareció además muy adecuado que interviniesen en este juego algunos historiadores de reconocido prestigio como Gabriel Cardona y Paul Preston.
El pasado martes emitieron en La Sexta una especie de documental que pretendía recrear cómo habría sido la historia reciente de España en el supuesto de que el bando de la República hubiera ganado la guerra. Como de costumbre, hasta ayer no tuve ocasión de verlo. Reconozco que me pareció no menos que curiosa la posibilidad de que la Historia de nuestro país hubiera dado un vuelco en el verano de 1938: que Negrín hubiera dimitido, la República hubiera ganado la batalla del Ebro, que a la vez se iniciara una nueva ofensiva en Extremadura (el plan P del que tanto se habló) y, al final, el régimen republicano resurgiese de sus cenizas, para que con un renovado espíritu condujese a nuestro país por la senda del progreso de las demás potencias democráticas europeas, eso sí, después de salvar el duro trance de la Segunda Guerra Mundial. Me pareció además muy adecuado que interviniesen en este juego algunos historiadores de reconocido prestigio como Gabriel Cardona y Paul Preston.
Mientras que en el futuro no sabemos qué va a ocurrir, el pasado es más oscuro si cabe, ya que nunca podremos aventurar qué hubiera sucedido si… El futuro al menos está por venir, y podemos acertar o equivocarnos; el pasado es irreversible. De todo lo que se dijo en el programa, creo que en mayor o medida podría haber sucedido si las circunstancias hubieran sido otras. Pero, desgraciadamente, aquello no fue así. Ahora, de lo que estoy seguro es que los ingleses nunca nos habrían devuelto Gibraltar.
Este tipo de experimentos reciben el nombre de ucronías o historia contrafactual. La mayoría de los historiadores los consideran como un simple entretenimiento o juego literario. Sin embargo, hay algunos, como Niall Ferguson, que han promovido la historia contrafactual como un método válido del estudio de la Historia. En mi opinión, me parece una manera diferente a la vez que divertida de acercarse a determinados acontecimientos, aunque creo que tampoco se debe abusar. Dado el alto grado de ignorancia histórica del que presume nuestra sociedad, sería peligroso que más de uno tomara por ciertos algunos hechos que nunca sucedieron.
Este tipo de experimentos reciben el nombre de ucronías o historia contrafactual. La mayoría de los historiadores los consideran como un simple entretenimiento o juego literario. Sin embargo, hay algunos, como Niall Ferguson, que han promovido la historia contrafactual como un método válido del estudio de la Historia. En mi opinión, me parece una manera diferente a la vez que divertida de acercarse a determinados acontecimientos, aunque creo que tampoco se debe abusar. Dado el alto grado de ignorancia histórica del que presume nuestra sociedad, sería peligroso que más de uno tomara por ciertos algunos hechos que nunca sucedieron.
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