jueves, 21 de febrero de 2008

Harpócrates, el dios del silencio

Continuamos donde lo dejamos ayer, haciendo un repaso de los más recientes descubrimientos arqueológicos. Leo en el último número de Foro, el boletín informativo del Consorcio de Mérida, que en los trabajos de excavación que se vienen llevando a cabo en un solar de la Barriada de San Agustín, en esta ciudad, se han encontrado una serie de enterramientos del siglo I d. C. En uno de ellos ha aparecido un espectacular ajuar funerario, compuesto por diferentes objetos de vidrio, cerámica, bronce… Entre todos estos materiales destaca una figura de unos 3 cm., fabricada en bronce, que representa a un niño con pelo ensortijado, que se lleva la mano derecha a la boca, como si indicara su deseo de guardar silencio.

Se corresponde con la imagen tradicional del dios Harpócrates, una divinidad egipcia --cuyo nombre original era Hor-pa-jard-- asimilada en el panteón romano como una especie de genio protector; por esta razón y su pequeño tamaño, la figurilla encontrada habría tenido un valor como talismán. «En la antigüedad, Harpócrates encarnaba al secreto que, como en el presente, se fortalece por el silencio pero se debilita y desvanece por la revelación. Los orígenes del mito se remontan al antiguo Egipto, donde era personificado por el dios Horus --hijo de Isis y Osiris--. En Grecia comparte atributos con Hércules, Baco y Eros niños. Con este último llega a sincretizarse hasta el punto de conocerse, con las dos denominaciones, a un mismo dios, con idénticos atributos.»

«Harpócrates» en lenguaje jeroglífico.


Estatua de Harpócrates encontrada en Begram (Afganistán).

Resulta muy sugerente contar con una divinidad como ésta, alguien a quien poder encomendarse para guardar un secreto. Me imagino que más de un romano o una romana le dedicarían sus plegarias, aunque supongo que para mantener el secreto no sería necesario desvelárselo al dios, por eso de que las paredes oyen. Y si los secretos se mantienen con el silencio, pero también con las mentiras; en estos días de campaña que nos esperan, a algún que otro político le convendría tener al divino Harpócrates bien presente.

Sendos artículos sobre el hallazgo han sido publicados, entre otros, en los periódicos Hoy (20-II-2008) y La Vanguardia (17-II-2008).
Sobre Harpócrates se puede encontrar más información en la
Wikipedia. Un artículo muy interesante, también aquí.

En cuanto a la noticia de ayer, sobre la aparición de restos humanos relacionados con el antiguo cementerio de la parroquia de San Mateo, hoy es tratada con más profusión por los periódicos Hoy y
Extremadura.

miércoles, 20 de febrero de 2008

El cementerio de San Mateo

Para completar la jornada, termino hablando de más hallazgos. Esta mañana leía en el periódico que en el transcurso de las obras que se están realizando en la Calle Ancha, creo que para la acometida del gas, habían aparecido huesos humanos, en concreto «fragmentos de dos cráneos y un fémur casi entero». Afortunadamente la obra ha contado desde el principio con un seguimiento arqueológico, así que éstos y otros restos que quizá se descubran en los próximos días van a poder ser debidamente documentados.

No obstante, presiento que no se va a encontrar mucho más, ya que este mediodía estuve por allí curioseando y he visto que la zanja que se está abriendo no es nueva, sino se está aprovechando la que hace décadas se excavó para meter otras tuberías. La tierra está muy removida, con mucho escombro de relleno, y por los laterales del hueco se puede apreciar que ésta primera zanja fue abierta en gran parte sobre la roca madre de pizarra. La potencia del suelo es poco profunda, por lo que no es probable que en una trinchera de apenas un metro aparezca algún enterramiento intacto. Por eso, los que temían que más de una procesión no iba a salir esta Semana Santa pueden respirar tranquilos. El resto tendremos que esperar otra oportunidad.


Los huesos, sin duda, pertenecen al cementerio de San Mateo. Pero, como digo, va a ser muy difícil encontrar algún enterramiento in situ que nos permitiera identificar exactamente dónde se situaba, ya que el terreno está muy arrasado. Recuérdese que durante toda la Edad Media y Moderna la gente se enterraba alrededor de sus parroquias, como es el caso. Sin embargo, tampoco haría falta decirlo, los nobles gozaban del privilegio de poderse sepultar en el interior de las iglesias y conventos. Hasta bien entrado el siglo XVIII, no se comenzaron a aplicar en las ciudades medidas higiénicas que incluían la construcción de los camposantos fuera de las mismas. En Cáceres, el primer cementerio de estas características se situó al lado a la ermita del Espíritu Santo, y del mismo actualmente no queda más que el arco que se encuentra a la entrada de la Avenida de la Hispanidad. El vecindario no empezó a enterrarse en el cementerio municipal hasta mediados del XIX.

Hace más de un siglo, Juan Sanguino se refería a los cementerios parroquiales en sus Notas referentes a Cáceres. Explicaba la ubicación de cada uno de los que se tenía noticia y hablaba también del hallazgo de algún que otro hueso en el transcurso de obras de canalización, como ha sucedido esta semana en San Mateo u ocurrió hace varios años alrededor de la iglesia de San Juan:

Al hacer excavaciones alrededor de las iglesias parroquiales para la conducción de aguas de las Minas u otras obras se han encontrado los restos humanos de los enterrados allí en otros siglos. Aun en el Potro de Santa Clara, al rebajar el piso para dar más suavidad a la acera que pasa por delante de la portería del convento, se encontraron huesos y alguna moneda, que no llegué a ver.

En algunas piedras de las casas que rodeaban la parroquia se esculpía la palabra
Cementerio, como pueden verse aún hoy en variadas abreviaturas. Refiriéndose al de San Mateo, se hallan en la Casa del Sol, esquina a la calle de la Monja, y en la esquina de la casa que lleva los blasones de los Ulloas en la calle Ancha, que hace esquina a la Plazuela, dando su frente a la Parroquia la inscripción, por cierto, poco visible, por la contextura del granito.

Junto a Santa María puede leerse lo mismo, bajo el balcón de esquina de la primitiva casa de los Carvajales, y en la pared de lo que es hoy jardín de la misma casa, frente a la verja de Santa María o del antiguo Convento de Jesús. En esta piedra pocos se habrían fijado, pues está baja, tocando con la acera, y confusa su lectura. Dicen si las tapias en que está, donde se ve que hubo una puerta, y hay una reja, fueron de una casa que algunos señalan con el nombre de Casa Quemada.

Junto a Santiago, en la casa esquina a la calle de Caleros, también se nota la inscripción, aunque blanqueadas; y en San Juan se lee en el mismo muro de la sacristía, en la parte que da hacia la calle de Gallegos en su entrada.

(J. Sanguino Michel, Notas referentes a Cáceres, ed. Norba, 1996 [facsímil del original de 1903-1920], n. n.º 10, pp. 19-20)


Sobre el cementerio de San Mateo, todavía hoy puede distinguirse una de las abreviaturas de las que nos habla Sanguino, inscrita sobre un sillar en la esquina de la Casa del Sol.

La noticia sobre el hallazgo de huesos humanos en la Plaza de San Mateo aparece publicada en el periódico Hoy. V. también en A. Bueno Flores: Cáceres: historia escrita en piedra. Badajoz: Asamblea de Extremadura, 2006; págs. 98-99.

Dos importantes hallazgos arqueológicos

Hoy el día parece dedicado a la arqueología. En esta semana ya de plena campaña electoral y en la que el futuro internacional parece barruntar complicaciones, mientras los demás se preocupan, prefiero mirar al pasado y deleitarme con historias de antiguos tesoros escondidos y el recuerdo de civilizaciones que estuvieron muy por encima de la nuestra.

Las dos noticias son de lo más interesantes (y espectaculares). Una se refiere a que unos cazatesoros alemanes dicen haber encontrado dos toneladas del oro que en su día los nazis robaron del Salón de Ámbar, en el Palacio de Invierno de los zares en San Petersburgo, y que se halla escondido en unas minas de sal abandonadas en la frontera entre Alemania y la República Checa:

http://www.dw-world.de/dw/article/0,2144,3132501,00.html

La otra noticia ha aparecido incluso en algún telediario y, aunque no tan sorprendente como la anterior, no deja de suscitar interés. Un arqueólogo español acaba de desenterrar intacta la tumba de un arquero egipcio de la XVIII dinastía, de hace nada menos que 4.000 años:

http://www.elmundo.es/elmundo/2008/02/18/cultura/1203342004.html

Vegas del Mocho

Ayer leía en la prensa que, supongo que desde una promotora, se solicitaba licencia al Ayuntamiento para incrementar el número de viviendas que se pretenden construir en la urbanización Vegas del Mocho. Para el que no lo sepa, pues el nombre no es muy familiar, este lugar se encuentra en la margen izquierda de la Ribera, en la zona donde está el centro de oportunidades del Corte Inglés y donde hasta hace unos años se ubicaban los viveros municipales. No sé si la petición de ampliar la urbanización carecerá de sentido, dado el actual estado de crisis del sector inmobiliario, o si se trata de una bravuconada especuladora; lo único que espero es que al menos se haga caso, por una vez, a la opinión de los técnicos, pues supongo que el comienzo de estas obras habrán contado con el pertinente seguimiento arqueológico.

Aunque muy poca gente lo sabe, en ambas orillas de este tramo del Marco es posible encontrar restos del Paleolítico Inferior, con una antigüedad comprendida entre los 800.000 y los 150.000 años. No es de extrañar, pues aunque se trate de un suelo arcilloso y calizo, abundan materiales de aluvión, como la cuarcita, con que nuestros antepasados tallaban los instrumentos que hoy por allí se encuentran (bifaces, hendidores…). Tengo entendido que el equipo de investigación de los Primeros Pobladores, dirigido por los profesores Toni Canals y Eudald Carbonell, andan detrás de que se proteja el yacimiento, con la posibilidad de poder excavarlo. Y no es para menos, pues la información que se podría extraer de él sería complementaria a la de otros cercanos, como el de Vendimia o las cuevas de Santa Ana, el Conejar y Maltravieso. Esperemos que muy pronto este lugar se incluya en la lista de lugares protegidos, por el bien de nuestro patrimonio y en defensa de nuestros intereses culturales.

En el Museo de Cáceres se guardan algunas piezas realmente extraordinarias, como éstas que encontró precisamente un jardinero del antiguo vivero municipal, de manera casual, cuando se arrancó algún árbol y aparecieron entre sus raíces.

Bifaz de cuarcita, 116 x 75 mm. (n.º de inventario: D-7007)


Bifaz de cuarcita con restos de córtex en su superficie, 120 x 68 mm. (n.º de inv.: D-7048)

Bifaz de cuarcita, 132 x 91 mm. (n.º de inv.: D-7049)

Como se puede observar, los utensilios estaban realizados con cantos rodados de la Ribera. Empleando una técnica de talla adecuada, mediante golpes transversales con otras piedras, se conseguía darle forma al útil y obtener un filo cortante. Este tipo de industria se podría considerar dentro del modo Achelense.

Para completar con más ejemplos la abundancia de hallazgos con que se prodiga esta zona, también muestro otros utensilios que encontré hace tiempo paseando por allí. Éstos están elaborados en cuarzo blanco y, aunque no son tan impresionantes como los depositados el Museo, resultan igualmente interesantes.

Bifaz (140 x 105 mm.); cuchillo (121 x 60 mm.); pequeño bifaz o raedera (100 x 52 mm.)

La noticia sobre la posibilidad de construir más viviendas en las Vegas del Mocho aparecía publicada ayer, 19 de febrero, en los periódicos Hoy y Extremadura.

martes, 19 de febrero de 2008

Sócrates

Para conocer y comprender la Historia no siempre hay que recurrir a voluminosos y aburridos tomos, escritos con letra diminuta y que no contagian un ápice de entusiasmo o sensibilidad. La Historia --y la Filosofía, en este caso-- pueden resultar disciplinas incluso divertidas, dependiendo de quien las cuente. Es lo que sucede con las viñetas de mi compañero de carrera Luis M. Pelaz, en las que, en mi opinión, no creo que ridiculice, sino que retrata vivamente al filósofo más importante e influyente de la Grecia Clásica.

Le deseo a Luis (y a su socio David) mucha suerte en su recién estrenada andadura empresarial. Espero con impaciencia que en su blog aparezcan en los próximos días nuevas aventuras y ocurrencias de Sócrates, en compañía de sus disícpulos Alcibíades y Platón.




lunes, 18 de febrero de 2008

Ahora resulta que soy de izquierdas

Los que me conozcan quizás crean que estoy de guasa. Pero no, es el resultado de un cuestionario que acabo de rellenar, que te indica tu posición ideológica y orientación política. Cualquiera puede probar suerte, la página es la siguiente: http://www.politicalcompass.org/


A mí lo de ser de izquierdas o de derechas siempre me ha parecido una soberana memez. Pienso que no responde más que a la necesidad que tiene el ser humano de identificarse y sentirse identificado con algo, por la misma razón que un tipo puede ser del Betis o del Sevilla. Además, si por votar a un partido o a otro se puede considerar que uno es de un lado o el contrario, tampoco tendría por quien definirme, ya que durante estos años de mayoría de edad ningún partido ni ningún candidato han sido dignos merecedores de mi sufragio. Sin embargo, si ahora alguien me pregunta, podré responderle objetivamente que soy de izquierdas (ni autoritario ni demasiado liberal), aunque hasta el momento mi familia y mis amigos ni siquiera lo habían sospechado.

Por cierto, no entiendo que hace el Papa en el cuadrante de la izquierda y alguien como Romano Prodi en el de la derecha.

sábado, 16 de febrero de 2008

Ya falta menos...

Puede que su método diste mucho del de Harris o Carandini, pero los que nos dedicamos a esta profesión hemos de reconocer que en nuestra infancia siempre deseamos ser como él…



Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, la cuarta entrega de la saga, se estrena el 22 de mayo en los cines de todo el mundo.

viernes, 15 de febrero de 2008

Sólido de Constancio II

En la exposición que conmemora los 75 años del Museo de Cáceres en su actual establecimiento del Palacio de las Veletas, podemos ver, en una de las vitrinas, esta espectacular moneda de oro del emperador Constancio II. Apareció en el transcurso de los trabajos de excavación que se llevaron a cabo en la ciudad romana de Cáparra durante el 2001. En el Museo Nacional de Arte Romano me parece que se expone otra moneda, si no igual, muy parecida a ésta, encontrada en Mérida.


Módulo: 22 mm.
Peso: 4,6 gr.
Anverso: Busto del emperador de frente, diademado y con casco, coraza cubriéndole el pecho, apoya una lanza sobre el hombro derecho y sostiene una adarga decorada con un caballo con la mano izquierda. Leyenda: FL(avius) IVL(ius) CONSTAN-TIVS PERP(etuus) AVG(ustus).
Reverso: Alegorías de Roma y Constantinopla entronizadas, la primera de frente y la segunda girada a la izquierda con un pie sobre la proa de una galera. Ambas sostienen un escudo con la leyenda inscrita: VOT(a) XXX MVLT(is) XXXX. Alrededor: GLORIA REI-PVBLICAE. En el exergo, nombre de la ceca: S(acra) M(oneta)
N(icomedia) Bv.

(RIC VIII 74; Cohen 112)

Se trata de un sólido (solidus aureus), moneda que comenzó a ser acuñada entre los años 309 y 310, a raíz de la reforma monetaria emprendida por emperador Constantino «el Grande». Equivalía a 1/72 de libra y también tenía divisores: los semises, que valían la mitad, y los tremises, una tercera parte. En el nombre de solidus se encuentra la etimología de la palabra actual «sueldo», aunque, a más de uno, ya nos gustaría a final de mes que nos pagasen con monedas de oro. Creo que el precio de una como ésta en el mercado de antigüedades puede rondar los 900 €.

Constancio (317-361 d. C.) era el tercer hijo de Constantino «el Grande» y la emperatriz Fausta. A la muerte de su padre, ocurrida en el 337, con sus hermanos Constantino y Constante --por lo que se ve, no debieron quebrarse mucho la cabeza a la hora de elegir los nombres--, se dividió el Imperio. Constantino II recibió Britania, la Galia e Hispania; Constante reinó sobre Italia, África y las provincias ilíricas, y a Constancio II le correspondió Constantinopla y todo Oriente.

Este reparto se modificó en el 340, cuando Constantino II murió tratando de derrocar a Constante en Italia, y éste quedó como único soberano de la parte occidental del Imperio. Otro cambio en la división se produjo en el 350, año en que Constante falleció en una batalla frente a las tropas del usurpador Magnencio. Hasta entonces, Constancio II sólo se había preocupado de combatir contra el Imperio Persa, pero el desarrollo de los acontecimientos le obligó a elevar a su primo Constancio Galo a la categoría de césar y colaborador suyo, y de este modo poder prestarle más atención a la insurrección de Magnencio. Un año después, éste fue derrotado en la batalla de Mursa Major, una de las más sangrientas de la historia de Roma.

Sofocada la rebelión, Constancio II ordenó el asesinato de su primo Galo, por miedo a que pudiera encabezar un nuevo golpe de estado. Durante el resto de su vida se destacó por perseguir tenazmente la religión pagana, que todavía se practicaba y contaba con buen número de seguidores a lo largo y ancho del Imperio. Sin embargo, su punto de vista era coincidente con el del arrianismo, y trató de favorecer esta rama del cristianismo frente a la oficial surgida del concilio de Nicea (325).

Tras las purgas con que el emperador había tratado de librarse de posibles enemigos, no tuvo más remedio que nombrar césar a su cuñado Juliano, casado con su hermana Helena, el único varón de su familia que permanecía con vida. Pero este nombramiento le costó caro al emperador, pues Juliano se alzó en armas y fue proclamado augusto por sus tropas en la Galia. El 3 de noviembre de 361 Constancio murió cerca de Tarso a causa de unas fiebres, dejando a su enemigo el campo expedito para proclamarse emperador del Imperio Romano y restituir la religión pagana, de ahí su apodo de «el Apóstata».

Busto del emperador Constancio II en el Museo Centrale Montemartini (Roma).

La moneda que aquí nos ocupa conmemora el cumplimiento de los votos decenales por parte del emperador Constancio II. La expresión vota tricennalia multis votis quadracennalibus viene a indicar que se han cumplido treinta años del ascenso al trono del emperador y que éste espera renovar esos votos dentro de otros diez años. Por tanto, si consideramos como fecha del inicio del reinado de Constancio II la de su coronación como césar (324), podemos deducir que esta moneda fue acuñada en torno al 354.

Otro aspecto interesante es el de la representación alegórica de las ciudades de Roma y Constantinopla, que identifica la doble capitalidad establecida por el emperador Constantino con la fundación de la segunda en el año 330, quedando Roma como la ciudad más importante en el Imperio de Occidente y Constantinopla en el de Oriente. La marca de la ceca nos indica que esta moneda fue acuñada en Nicomedia, capital de la provincia de Bitinia (actual Izmit), y las letras Bv señalan la denominación de la oficina o el taller. Una moneda acuñada en una ciudad frente a la costa del Mar Negro que aparece en el otro extremo del Imperio, en este caso en la Lusitania, da pie a interesantes interpretaciones acerca de la fluidez de los contactos comerciales, en una época que tradicionalmente se consideró por parte de la historiografía como de decadencia y de crisis, aunque la evidencia de los hallazgos arqueológicos nos vienen a demostrar más bien lo contrario.

La cantidad de datos que se pueden extraer de una simple moneda, aparte del valor material que éstas puedan tener, es lo que hace de la numismática una de las disciplinas más sugerentes y entretenidas. También, por esta misma razón, es tan importante que los hallazgos monetarios tengan lugar en su contexto arqueológico, pues fuera de él, como en el caso de los expolios que tanto proliferan de manos de desaprensivos y piratas, las monedas pierden buena parte de su valor y la información que nos pudiera haber proporcionado.

Arco de Cáparra.


Para ver otras monedas acuñadas durante el mandato de Constancio II, se puede visitar la página: http://www.wildwinds.com/coins/ric/constantius_II/i.html

La exposición «En delicada forma. 75 años del Museo de Cáceres en la Casa de las Veletas» se puede visitar hasta el 13 de abril en la Casa de los Caballos,
de martes a sábados: 9,00 - 14,30
domingos: 10,15 - 14,30
(entrada gratuita)

jueves, 14 de febrero de 2008

Leopoldo vive

Ayer recibí una grata sorpresa al leer en el periódico Hoy que Leopoldo, «el hombre de la bici», del que nadie tenía noticia desde hacía tiempo, se encontraba en perfecto estado de salud, y si no se sabía nada de él era porque estaba ingresado en el psiquiátrico de Mérida. Leopoldo fue el anti-héroe de mi infancia. Lo recuerdo con su inseparable bicicleta; sus varios pares de abrigos, vestido con unos encima de los otros, aunque estuviéramos en pleno mes de agosto; y aquellas barbas de ogro, aunque nunca me lo pareció, sino más bien todo lo contrario, un hombre reservado pero respetuoso y pacífico. Era un personaje singular, una especie de don Quijote sobre ruedas. Me parece que hace años un periodista logró hacerle una entrevista, pero aún así, el mayor misterio de Leopoldo continuó siendo su origen.


En una ciudad como Cáceres, tan provinciana y dada a elucubraciones, todos especulaban por qué Leopoldo un buen día había decidido disfrazarse de aquella guisa y recorrer el mundo --entiéndase su mundo por Cánovas, Gil Cordero, Avenida de Alemania, Hernán Cortes, etc.--, pocas veces montado en su bicicleta, como si no quisiera gastar neumático y la reservara para un viaje más importante. El caso es que unos decían que si era trapecista de un circo que había llegado a Cáceres hacia años, que se cayó intentando atravesar la cuerda floja y del golpe en la cabeza se quedó majara. Aunque lo más recurrente era atribuirle la profesión de afamado cirujano --pero eso sí, nacido en Malpartida--, y que en un difícil trance, tuvo que operar a su propio hijo a vida o muerte, y, desgraciadamente, éste se le fue entre las manos. Reconozco que tampoco me interesé por saber realmente quién era Leopoldo, pero quizá fue mejor así, y en mi recuerdo siempre seguirá manteniendo un halo legendario; ya que en esta ciudad, desde que Francisco de Godoy regresó de las Indias allá por el 1545, no hemos gozado de la presencia de muchos personajes mitológicos.

Hace ya varios años circuló el rumor --difundido además por la policía local-- de que se habían encontrado a Leopoldo muerto en un portal. Creo incluso recordar que me dijeron que al lado del Bingo Cánovas. Pero una vez más la mentira había tratado de eliminar a uno de nuestros hombres ilustres. Hace seis años, en verano, me encontré a Leopoldo en Mérida: su inconfundible silueta nos había abandonado por la capital de la provincia (romana, me refiero), porque, según parece, aquí unas beatas insistían en incordiarle para que se dejase asear y, continuamente, le ofrecían alimento y atenciones. Pero Leopoldo era muy suyo. Y en Mérida sigue, vivo y disfrutando de buena salud, y aunque haya aparcado para siempre su bicicleta, el mito de Leopoldo seguirá siempre presente en nuestros corazones.


El artículo al que me refiero fue publicado ayer, 13 de febrero, en el periódico Hoy:
http://www.hoy.es/20080213/caceres/nueva-vida-leopoldo-20080213.html

miércoles, 13 de febrero de 2008

... en delicada forma...


A finales de 1932, el director del entonces Museo Provincial de Bellas Artes y Arqueología de Cáceres, a la sazón don Miguel Ángel Orti Belmonte, consideraba la opción más prudente de no inaugurar las nuevas instalaciones del centro que dirigía hasta que éstas no se pudiesen presentar «en delicada forma». Pocos meses más tarde, el 12 de febrero del año siguiente, el Museo abría sus puertas en el Palacio de las Veletas. Al acto acudieron las autoridades y representantes de las fuerzas vivas de la ciudad, y antes de la visita de rigor por las flamantes salas y descender al aljibe, un grupo de alumnas de Orti, ataviadas con trajes típicos, amenizaron a los allí presentes con una exhibición de bailes regionales.

Ayer, 75 años después, se quiso rememorar la misma escena. Los componentes del grupo El Redoble cantaron y bailaron su repertorio de jotas, redobles y, por supuesto, esa danza, tribal diría yo, que tanto nos identifica y que es el candil. Tras el acto, llegaron las autoridades, aunque esta vez pocas fuerzas vivas había, y procedieron a inaugurar la exposición que precisamente venía a conmemorar el establecimieno del Museo en tan emblemático edifico hace tres cuartos de siglo.

Casi no tuve ocasión de ver la exposición, como me hubiera gustado, detenidamente, pero os aseguro que promete. Esta mañana me acercaré de nuevo y, seguramente, en los próximos días le dedique otra entrada a algún aspecto de la misma que llame mi atención. También aprovecho para felicitar otra vez, no ya personalmente sino desde el ciberespacio, a los responsables del montaje de la misma, a Primi y a Ana, y, sobre todo, a Juan, el director del Museo, a los que sé que tantos desvelos les ha provocado esta conmemoración, aunque se pueden sentir satisfechos del buen trabajo realizado.

Antes de la inauguración de la exposición, fue muy emotivo y aún más interesante escuchar a los hijos de Miguel Ángel Orti y Carlos Callejo contar como transcurrió su infancia entre los muros del Museo, cuando sus padres eran directores. Después también hablaron todos los que habían desempeñado el mismo cargo desde 1970, incluido algún profesor mío de la facultad. He de reconocer que disfruté con la oportunidad de poder escuchar, por boca de sus protagonistas, como Cáceres fue cambiando, poco a poco, durante estos últimos 75 años, para lo bueno y para lo malo, y como el Museo, que siempre estuvo ahí, fue y es el reflejo y el termómetro de buena parte su vida cultural. Me siento satisfecho de que si, por mi edad, no he conocido ni la tercera parte de los años que ayer se conmemoraban, al menos me puedo sentir identificado con gente que, antes que yo y ahora, compartió y comparte mis mismas inquietudes.

Aunque el Museo celebraba ayer el 75 aniversario de su emplazamiento en la Casa de las Veletas, no hay que llevarse a engaño y es preciso reconocer que como tal llevaba ya funcionando desde antes de 1917. En ésta fecha, la de su fundación oficial, ocupaba un exiguo espacio en una de las salas del Instituto de Segunda Enseñanza (en el edificio del antiguo colegio de los jesuitas, donde hoy se encuentran los servicios territoriales de la Consejería de Cultura). Y, aunque ayer se habló poco de ellos, no quisiera terminar esta crónica sin citar a quienes considero los verdaderos padres no sólo del Museo, sino también, y he aquí su importancia, de la Historia de nuestra querida ciudad. Me refiero a los miembros de la Comisión Provincial de Monumentos, un grupo de heterogéneo de profesores y aristócratas, que, reunidos en torno a una publicación, la Revista de Extremadura, comenzaron a hacer en Cáceres lo que hacía décadas ya se hacía en el resto de Europa: interesarse por la investigación de nuestro pasado en todos sus aspectos, desde la arqueología a la genealogía, sin olvidar la dignidad literaria y, por supuesto, sin desdeñar el trabajo de campo. No podría citarlos a todos: Publio Hurtado, Vicente Paredes… pero si de alguno hay que hacer mención obligada, ese es, por derecho propio, don Juan Sanguino Michel, que fue el primer director del Museo y quien a principios del siglo XX, en una ciudad levítica sumida en la apacible conformidad provinciana, quiso interesar a sus conciudadanos por la riqueza artística e histórica que les rodeaba, siendo el iniciador de las primeras campañas de lo que hoy llamaríamos defensa del patrimonio. Pocos fueron los que le escucharon, aunque en la actualidad muchos otros tampoco lo habrían hecho. En todo caso, su nombre debería estar escrito con letras de bronce, a falta de panteón de hombres ilustres, en el friso de la fachada del ayuntamiento, junto al de otros próceres de nuestra cultura y nuestra ciudad, como Simón Benito Boxoyo o Tomás Pulido.


La noticia de los actos de ayer en el Museo de Cáceres viene recogida en los periódicos Hoy y Extremadura.

La exposición «En delicada forma. 75 años del Museo de Cáceres en la Casa de las Veletas» se puede visitar hasta el 13 de abril en la Casa de los Caballos,
de martes a sábados: 9,00 - 14,30
domingos: 10,15 - 14,30
(entrada gratuita)

martes, 12 de febrero de 2008

Cáceres 1934

Leo esta mañana en la prensa, con gran satisfacción, que por fin, se acaba de digitalizar el archivo fotográfico de Juan Ramón Marchena y ya se puede consultar en el Palacio de la Isla, donde los investigadores e incluso --pues sería lo deseable-- cualquier cacereño nostálgico y curioso de nuestro pasado, podrá tener acceso a las más de 4.000 fotografías que componen el fondo.

El artículo con que el periódico Hoy se hace eco de la noticia, viene acompañado de la siguiente foto y, auque en el pie no lo dice explícitamente, el periodista parece que quisiera referirse a que la imagen recoge el momento de «la entrada de las tropas nacionales» en Cáceres tras el golpe de estado de julio de 1936. No es la primera vez que se confunde la fecha y las circunstancias de esta fotografía. Desafortunadamente, no se conserva ningún testimonio gráfico de aquella jornada del 19 de julio del 36, cuando un batallón al mando del comandante José Linos Lage se encaminó desde el cuartel de la Infanta Isabel hasta la Plaza Mayor, con banda de música incluida, donde se procedió a dar lectura al bando de guerra. Esta fotografía, sin embargo, corresponde también a una declaración del estado de guerra, pero fue tomada casi dos años antes, con motivo de los sucesos revolucionarios de octubre de 1934, que conmocionaron al país y supusieron el principio del fin para la República española. Los soldados que aparecen en la foto pertenecían al Regimiento Argel n.º 27 y, seguramente, algunos de ellos participaron dos años después en la sublevación militar que dio comienzo a la guerra civil.


La noticia sobre la digitalización y apertura al público del Archivo Marchena se puede leer en el períodico Hoy y en el Extremadura.

domingo, 10 de febrero de 2008

Las relaciones Iglesia-Estado

Últimamente hay bastante alboroto a cuento de las declaraciones de los obispos en contra de la política y algunas medidas del Gobierno. Tampoco debería extrañarnos esta situación, ya que desde que el Cristianismo se legalizó allá por el 313, políticos y curas siempre han andado a la greña. Pensando en esto, me acabo de acordar de un romance, quizá de los que más me gustan del ciclo del Cid, donde al héroe castellano le toca bastante los huevos que el Papa le diga lo que tiene que hacer:

A concilio dentro en Roma
el Padre Santo ha llamado;
por obedecer al Papa,
allá fue el rey don Fernando;
con él iba el Cid Ruy Díaz,
muchos señores de estado.
Por sus jornadas contadas
en Roma se han apeado;
el rey, con gran cortesía,
al Papa besó la mano;
no lo quiso hacer el Cid,
que no lo había acostumbrado.
En la iglesia de San Pedro
don Rodrigo había entrado,
viera estar las siete sillas
de siete reyes cristianos,
viera la del rey de Francia
junto a la del Padre Santo,
y la del rey su señor
un estado más abajo.
Vase a la del rey de Francia,
con el pie la ha derribado;
la silla de oro y marfil
hecho la ha cuatro pedazos.
Tomara la de su rey
y subióla en lo más alto.
Habló allí un honrado duque,
que dicen el Saboyano:
-¡Maldito seas, Rodrigo,
del Papa descomulgado,
porque deshonraste un rey,
el mejor y más preciado!
-Dejemos los reyes, duque,
ellos son buenos y honrados,
hayámoslo los dos solos
como muy buenos vasallos.
Y allegóse cabe el duque,
un gran bofetón le ha dado.
El Papa, cuando lo supo,
al Cid ha descomulgado;
oyéndolo don Rodrigo,
ante el Papa se ha postrado:
-Si no me absolvéis, el Papa,
seríaos mal contado,
que de vuestras ricas ropas
cubriré yo mi caballo.
El Papa, padre piadoso,
tal respuesta le hubo dado:
-Yo te absuelvo, don Rodrigo,
absuélvote de buen grado,
con que seas en mi corte
más cortés y mesurado.

Si se callase el ruido

La leyenda de las yeguas lusitanas

Ayer estuve de excursión en Alter do Chão, una bonita localidad en cuyas inmediaciones se encuentra el mayor criadero de caballos de Portugal, la Coudelaria Alter-Real, fundada por el rey D. João V en 1748. Durante toda la mañana recorrimos sus instalaciones y tuvimos la ocasión de admirar los ejercicios de monta y doma de los alumnos de la escuela de equitación. En los pastos de alrededor, los caballos más jóvenes disfrutaban de la vida al aire libre, mientras que en las cuadras estaban los machos elegidos para la competición y las yeguas dedicadas sólo a dar a luz. Entre éstas había un buen número de las famosas yeguas lusitanas, de la raza también conocida como garrana, características por su color tordo y complexión musculosa.


Admirando la belleza y el porte de estos animales, enseguida vino a mi mente el recuerdo del mito clásico. Quizá se trate de una de las más antiguas leyendas relacionadas con Hispania, a la que incluso Homero hace referencia en la Ilíada, y que nos cuenta que estas yeguas lusitanas eran fecundadas por el viento del Oeste, el Zephyrus, como lo llamaban los griegos. De tal unión las yeguas daban a luz unos potros veloces «como el viento», aunque solían tener muy corta vida. Los caballos lusitanos fueron admirados en las carreras que se celebraban en cada uno de los confines del Imperio romano, y era tal la pasión que se sentía por ellos que, en no pocas ocasiones, aparecen representados en mosaicos, como el tan conocido en la villa de Torre de Palma, en Monforte, muy cerca precisamente de Alter do Chão.


Recientemente, Alicia M. Canto defendía la posibilidad de que el mito de las yeguas lusitanas tuviera un trasfondo racional. La profesora de la Universidad Autónoma proponía la teoría de que podíamos estar ante un caso de partenogénesis provocado por una bacteria. Ésta, cuyo nombre científico es Wolbachia, puede desencadenar la procreación de las hembras, sin intervención de ningún macho. El resultado es que la yegua siempre va a parir una hembra, idéntica genéticamente a su madre: lo que en nuestro lenguaje cotidiano conocemos desde hace tiempo como un clon. Esta circunstancia explicaría también el porqué de la corta vida de los potros lusitanos, pues si se recuerda el caso de la oveja Dolly, los animales que hasta el momento han nacido mediante técnicas de clonación no alcanzaron en ningún caso la esperanza de vida de su especie.

Me pregunto si la Ciencia podrá explicar en adelante el significado de otros mitos, como, por ejemplo, el de las alas de Pegaso o los cabellos de serpiente de Medusa.

viernes, 8 de febrero de 2008

El poder de tu voz

Leo en el blog de Francisco Acedo que el Gobierno ha censurado un video de Amnistía Internacional y se niega a que los canales de televisión puedan emitirlo, por considerarlo «políticamente incorrecto». Yo, como la «corrección política» de cualquier gobierno me la paso por donde cada mañana echo los restos de la cena de la noche anterior, no me resisto a colgar el video e intentaré divulgarlo cuanto pueda.


Tito Pullo y Lucio Voreno


Ayer hablaba de la serie Roma. Los protagonistas, el centurión Lucio Voreno y el legionario Tito Pullo, se inspiran en dos personajes con los mismos nombres citados en los Comentarios a la guerra de Galias. Según nos cuenta el propio César, ambos eran dos valientes centuriones de la IX Legión, aunque en la serie se diga que pertenecían a la XIII:

Había en esta legión dos centuriones excepcionalmente valientes, que estaban a punto de alcanzar los primeros grados, Tito Pullo y Lucio Voreno. Constantemente discutían entre sí por ver cuál sería antepuesto al otro, y todos los años rivalizaban por los primeros puestos con el mayor ardimiento. Uno de ellos, Pullo, cuando más encarnizada era la lucha en la fortificación, dice: «¿Por qué vacilas, Voreno? ¿Qué ocasión aguardas para hacer gala de tu valor? Esta jornada decidirá nuestra disputa». Dicho esto, sale fuera de la fortificación y se lanza allí donde parece haber más enemigos. Tampoco Voreno se queda dentro de la fortificación, sino que, preocupado por lo que todos pudieran opinar, sigue sus pasos. A corta distancia, Pullo lanza su jabalina contra los enemigos y atraviesa a uno que venía corriendo de entre la multitud. Éste recibe el impacto y cae muerto. Lo protegen los enemigos con sus escudos, y todos a una disparan contra él sus dardos, cortándole la retirada. Atraviesan el escudo de Pullo y un venablo se le clava en la bandolera. Este accidente hace que se le gire la vaina. Mientras intenta sacar la espada tiene ocupada la mano derecha: se encuentra atascado y los enemigos lo están rodeando. En este difícil trance, corre en su ayuda su rival Voreno. Al punto, todo el tropel se vuelve contra él y se desentiende de Pullo, creyendo que había sido atravesado por el venablo. Voreno combate con la espada, cuerpo a cuerpo: mata a uno de ellos y obliga a los otros a retirarse un tanto. Mientras los acomete, llevado de su fogosidad, cae en un hoyo y rueda por tierra. Cercado a su vez, es ayudado por Pullo. Ambos regresan a la fortificación sanos y salvos y cubiertos de gloria, después de haber causado un buen número de bajas. De esta manera, en la competición y en la lucha la Fortuna dispuso para ambos que cada rival ayudase y salvase al otro, y que no fuera posible decidir cuál de ellos se debía anteponer al otro en valor.

(Julio César, Comentarios a la guerra de las Galias, V, 44)

jueves, 7 de febrero de 2008

La noticia a pie de calle

Por lo que se ve en Cáceres nunca sucede nada de relevancia y, cuando no hay bronca en el Ayuntamiento, se busca rellenar las páginas de los periódicos como sea:

http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/noticia.asp?pkid=353753

He-Man

Ver esto ha sido como retroceder a mi más tierna y remota infancia. También me ha hecho reflexionar sobre qué diferentes somos la gente de mi edad respecto a la generación de mis hermanos, tres o cuatro años menores, esos aún más jóvenes que crecieron con los Pokemon y la Game Boy Color.

Roma


En su momento no pude ver la serie Roma, que emitieron en la Cuatro hace más de dos años. He esperado a tener los DVDs que vienen con la Historia National Geographic para disfrutarla del tirón. Después de haberme ventilado los doce capítulos, coincido con aquellos que me la recomendaron: es la mejor serie de la historia de la televisión. También es cierto que ha sido la que más dinero ha costado.

Nunca ninguna película o serie había retratado de una manera tan profundamente realista la vida cotidiana y había relatado con tanta fidelidad los avatares políticos de los últimos años de la República romana. La serie Roma tiene un precedente en Yo, Claudio de mediados de los setenta, pero bien es cierto que ésta se basaba en las novelas del genial Robert Graves. Tampoco quisiera abrumar con argumentos que justifiquen porque considero que esta serie es la mejor que he visto por la televisión en mucho tiempo, pero es que lo tiene todo: aparte del vestuario, la ambientación y los decorados, que son lo más fidedignos posibles (he ahí los buenos asesores históricos con que habrá contado), la trama encaja perfectamente con los sucesos de las últimas guerra civiles, antes de que Roma se convirtiese en imperio; los diálogos son muy inteligentes, con algunos guiños a los textos clásicos; y la interpretación es magnífica, con actores perfectamente caracterizados y que representan a la perfección los estereotipos de los personajes más conocidos de este convulso periodo de la Historia.

No obstante, como los que me conocen saben que una de mis aficiones preferidas es destripar las películas y que mi ojo crítico disfruta encontrando errores y anacronismos, aunque, lo repito, he disfrutado como nunca viendo Roma y la considero la mejor serie de la historia de la televisión, no me resisto ha hacer algunas puntualizaciones, sobre todo respecto al tratamiento y la caracterización de algunos personajes. La personalidad y la fisonomía tanto de Marco Antonio como de Cicerón han sido bordadas. Sin embargo, sobre Catón tengo que decir que, aunque se le retrata de acuerdo con la imagen que la iconografía literaria nos ha transmitido, esto es, como un tipo severo e incorruptible, un estoico de los de verdad, no era tan mayor como lo pintan. Quizá porque se le confunde con Marco Porcio Catón, su bisabuelo, al que apodaron «el Viejo», pero lo cierto es que era más joven que Cicerón, Pompeyo e incluso que César. Otro aspecto que no aparece bien reflejado es el de la muerte de este mismo personaje: tras la derrota de Tapso, Catón decide suicidarse en Útica --por cierto, que estas escenas están rodadas en Tozeur (Túnez)--, pero la tradición nos cuenta que no falleció en el momento, sino que fue socorrido por un esclavo que, a su vez, llamó a un médico que logró detener la hemorragia que se había provocado en el vientre. Pero Catón, que deseaba haber puesto fin a su vida, para no caer en manos de César, en cuanto tuvo la ocasión de quedarse sólo, se arrancó los vendajes y con sus propias manos se extrajo los intestinos, completando de esta forma tan horrible su suicidio. Puede que los guionistas no considerasen esta cruel escena como la más idónea para la sensibilidad del espectador, y por eso decidieron suprimirla.

Sobre el personaje de César, reitero lo que ya he dicho, en este caso respecto a la interpretación del actor que hace del conquistador de las Galias: es magnífica. Su personalidad y sus actitudes son tal como, por ejemplo, las describe Suetonio. Ahora bien, se les ha escapado algo importante en la caracterización: César sufría de alopecia, que trataba de ocultar --como muchos hoy día-- peinándose desde la coronilla hacia delante su escaso pelo (Suet., Caes., XLV). En el último capítulo, cuando es asesinado por un grupo de senadores conjurados, también hay algo que no aparece. Aparte de que no le dirige a Bruto la lapidaria frase Tu quoque, filii mihi? --aunque vayamos a saber si, de verdad, le dijo eso o cualquier otra cosa--; nos cuentan las fuentes que, mortalmente herido, llegó arrastrándose hasta los pies de la estatua de su antes amigo y después enemigo Pompeyo, donde se desplomó desangrado.

Mientras espero que se me descargue del eMule la segunda temporada, podemos ir haciéndonos una idea de cómo continuarán las aventuras de Lucio Voreno y Tito Pullo, sabiendo que de telón de fondo transcurrirán los años posteriores al asesinato de César y el desarrollo de la última guerra civil entre Marco Antonio y el joven Octavio. Para ello aquí va un adelanto, aunque (lo siento) está en portugués.

Imagen de Extremadura


Desde hace más de una semana, se reparte gratuitamente en la calle un nuevo número de la revista Imagen de Extremadura (el 8, concretamente). La publicación viene acompañada esta vez por un suplemento, en el que se recogen espectaculares fotografías de nuestra región, que no son más que un aperitivo para promocionar el libro --también editado por Marca Extremadura-- donde aparecen muchas más. Tuve la suerte de que me lo regalaran en el acto del que voy a hablar; y sobre el mismo tan solo diré que, al hojearlo, uno no puede reprimir un vuelco en el corazón al ver tanta belleza plasmada en imagen. No voy a hacer propaganda ni de la revista, ni de mi tierra, pues creo que falta no les hace, ya que en ambos casos la calidad se aprecia a simple vista.

Pero si me refiero a este número de la revista es por puro egocentrismo, porque un servidor aparece en ella. En noviembre, se me invitó al edificio de la Asamblea, en Mérida, para compartir una mañana con otros jóvenes de mi misma quinta, la del 83. El motivo no era otro sino porque este año se cumplen 25 de la aprobación del Estatuto de Autonomía de Extremadura, que es precisamente la edad que los jóvenes convocados cumpliremos en breve. Nos juntamos allí desde informáticos, ingenieros, un peluquero, pasando por un torero y una concejala… hasta yo mismo, de profesión arqueólogo. Tras las entrevistas y la sesión de fotos que aparecen reflejadas en el reportaje, compartimos la ocasión de hablar con el presidente de la Asamblea y, entre nosotros, pusimos en común experiencias y valoramos cómo habíamos vivido y qué habían supuesto, desde la perspectiva de cada uno, estos veinticinco años.

Para acceder a la edición digital de la revista, pincha aquí.

Las huellas de Sefarad

Ayer leí en la prensa que el Ayuntamiento había publicado un libro titulado Las huellas de Sefarad en Cáceres, con el que se pretende difundir y potenciar el rico legado cultural que la comunidad judía dejó en nuestra ciudad durante los siglos que estuvo asentada en cada uno de los dos barrios que todavía hoy se conservan: ya sea el primitivo (el que aparece en las guías, aunque sigue sin atraer lo suficiente a los turistas) o la judería nueva (desconocida para la mayoría de los cacereños, aunque, tan cerca de la Plaza, que más de uno en alguna ocasión seguro que habrá aliviado sus necesidades en cualqiera de sus esquinas).

Espero en breve conseguir algún ejemplar, sobre todo para disfrutar de la buena pluma con que mi amigo Fernando Jiménez Berrocal --como siempre sabe hacer-- habrá plasmado la ardua investigación en la que ha estado inmerso estos últimos meses.

No quiero entrar en la polémica sobre las fotos que ilustran el libro, pues, como digo, éste aún no ha llegado a mis manos. Sólo quería llamar la atención acerca de la que ilustraba la noticia de ayer y que es la que aquí muestro. La puerta que aparece tras Al Pacino no tiene nada que ver con el pasado hebreo de Cáceres. Corresponde a lo único que queda en pie del cementerio musulmán, que se creó en la guerra civil para enterrar a los soldados moros que combatieron en el ejército de Franco.

Precisamente el pasado Día de los Santos, me hicieron una entrevista para Televisión Española en este mismo lugar, donde tuve la ocasión de hablar al respecto. Para el que no lo sepa, este cementerio musulmán se encontraba en las traseras del municipal, justo en el lugar donde recientemente se ha construido el crematorio. Según pude averiguar, leyendo el libro de registro del cementerio, en él se enterraron un centenar de soldados magrebíes fallecidos durante la guerra civil. El que a ambos lados del arco de herradura de esta puerta aparezcan sendas estrellas de seis puntas, no tiene nada que ver con la fe hebraica ni con el pasado judío de nuestra ciudad.

La noticia y la fotografía aparecieron publicadas ayer, 6 de febrero, en el periódico Hoy: http://www.hoy.es/20080206/caceres/critica-libro-sobre-caceres-20080206.html

De regreso

Hace exactamente un año inauguré este blog con la ingenua intención de que, al menos cada semana, podría escribir un par de entradas, y que, según me sintiera inspirado, hablaría aquí de uno u otro tema, ya fuera sobre lo personal o sobre lo ajeno, sobre lo humano o sobre lo divino, sobre lo cercano y conocido o acerca de lo universal e ignorado. Al final, el 2007 ha resultado ser un año intenso, me habrían sobrado motivos para redactar líneas y líneas, pero si no lo hice fue por falta de tiempo, por dejadez, o por ambas.

2007 será un año que recordaré con especial cariño. En este tiempo he disfrutado con mi trabajo en el Museo de Cáceres y, gracias a esta circunstancia, fue publicado mi primer libro. También terminé (al fin) y pude presentar mi Memoria de Licenciatura, un trabajo del que me siento muy satisfecho, con el que me he recreado investigando y escribiendo (y quizás por eso he tardado tanto), y que de aquí a un tiempo espero completar y enriquecer, para que también vea la luz en una futura publicación. Y así podría seguir enumerando actividades y circunstancias, que me hubiera gustado plasmar y compartir en este blog, pero que precisamente, al haber sido tantas y estar tan ocupado, me arrastraron a olvidar este proyecto que me planteé hace un año.

Espero en las próximas semanas poder echar la vista atrás, para rescatar del naufragio algunos recuerdos de este año que se marchó; aunque al principio parecía eterno, luego resultó ser como el amor, efímero y evanescente. Sólo el recuerdo nos puede salvar de que Saturno, amenazante con su guadaña y su reloj de arena, nos devore como a uno de sus hijos.

domingo, 4 de febrero de 2007

El oro de América

Esta mañana leo en El Periódico Extremadura una de esas noticias que resultan descorazonadoras para tantos que sentimos algo especial por nuestra ciudad. El reportaje se refiere al fracaso del proyecto de una gran exposición que habría girado en torno a la íntima relación de Cáceres con el descubrimiento, conquista y colonización el Nuevo Mundo. De haberse celebrado, hubiera tenido por título El oro de América.

La idea partió hace cuatro años de la Federación Empresarial Cacereña (FEC), pues a quien realmente le interesa el turismo de la ciudad es a los hosteleros, cansados de comprobar cada puente o fin de semana cómo los que nos visitan no paran por aquí más de una noche, pues no hay nada más para ver que cuatro piedras mudas y eternas. Pensaron entonces que sería bueno montar una exposición de gran envergadura, a imagen de otras ciudades patrimoniales que ya han tenido las suyas y las seguirán teniendo, como Toledo, Córdoba…

Se llegó incluso a encargar un estudio al respecto de la posible exposición, que fue elaborado y presentado a finales del 2004 por Juan Valadés, director del Museo de Cáceres. Pero después de haber invertido tiempo y trabajo, y con la ilusión puesta en el proyecto y en el futuro de la ciudad, se llegó a la vía muerta indicada por quienes se supone que deberían haber cumplido las funciones de jefe de estación, es decir, el alcalde y sus concejales. Parece ser que el Ayuntamiento sólo ha aportado reparos, ha demostrado pocas ganas de colaborar y trabajar y, aparte de escurrir el bulto en el tema de la financiación, para justificar esta postura ha llevado el asunto al terreno de lo personal, argumentando que no sabían si lo de la exposición sería competencia de la Concejalía de Turismo (del extinto Rodríguez Cancho) o de la de Cultura (de la señora Leirachá).

Comprendo y me solidarizo con los promotores de esta genial idea de montar una exposición titulada El oro de América. Hace dos años yo tambien acudí al Ayuntamiento con un trabajo de historia local y mucha ilusión bajo el brazo. Me recibieron de manera muy cordial, con muy buenas palabras y amplias sonrisas, para convencerme de que valía la pena publicarlo. A los pocos días, recibí una escueta llamada de teléfono y un auxiliar administrativo me comunicó que ya no estaban interesados, que también «les faltaba dinero» para esto.

En fin, si piensan que editando sólo las guías de la Semana Santa y poniendo árboles de Navidad ecológicos llegaremos a ser algún día Ciudad Europea de la Cultura, van listos.


La noticia a la que me refiero aparece publicada hoy, 4 de febrero de 2007, en El Periódico Extremadura: http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/noticia.asp?pkid=283699

viernes, 2 de febrero de 2007

La pieza del mes

Durante este mes de febrero, en el Museo de Cáceres se muestra como pieza del mes una de las dos fíbulas aquiliformes del tesoro de Galisteo. Como me ha correspondido a mí redactar el texto de la exposición, lo pongo aquí:

Los conocidos como pueblos germánicos, y en concreto los godos, aportaron a la tradición romana, entre otras cosas, una nueva forma de entender el vestido y el adorno personal. Estas fíbulas son un ejemplo de las innovaciones que introdujeron en el ámbito de la joyería, tanto en lo que se refiere al diseño como a las técnicas de elaboración.

Las fíbulas aquiliformes fueron unas de las creaciones más genuinas del grupo visigodo. La técnica por la que en un reticulado de metal se engarzan piezas de pedrería recibe el nombre francés de cloisonné, ya que siglos después, a principios del XX, los seguidores de la vanguardia artística del Art Decó emplearían este mismo procedimiento para el diseño de joyas y otros objetos decorativos.

En este caso, como en la mayoría de las fíbulas hispanogodas, el material utilizado fue el bronce, que, originalmente, se disimularía bajo un baño dorado que remataba la factura de estos ricos objetos, y que en esta pieza todavía se conserva en parte. La excepción la representa otro par de fíbulas encontradas en la Tierra de Barros (provincia de Badajoz) y que actualmente se conservan en la Walter Arts Gallery de Baltimore (EEUU), pues son las únicas de este tipo elaboradas completamente en oro.

Las celdillas, con diferentes trazados geométricos, acompasados con las diferentes formas de cada parte del águila, acogieron vidrios de distintos colores, fundamentalmente el verde y el rojo. Solamente en la parte del cuello del águila se aprecia un engaste de vidrio azul. El que fuera así, en vez de contener gemas o piedras preciosas, nos da idea de la intención del artista de aparentar la estética del objeto por encima de su valor material. Hasta este momento, los visigodos habían sido un pueblo errante, y como tal trataban de concentrar todo el lujo en su atuendo personal, aunque éste fuese más ficticio que real.

La fíbula que aquí se expone formaba parte del ajuar de un enterramiento que se encontró de manera fortuita en el lugar conocido como La Jarilla, en la localidad cacereña de Galisteo. Por su tipología, podría adscribirse al siglo VI; así pues, a una época en la que la población visigoda todavía se estaba asentando en nuestro territorio y, por tanto, no se había producido una asimilación con el resto de la población de raíz hispanorromana.

Objetos como éste solían integrar el ajuar de alguna persona distinguida, en este caso de una mujer, dado que las fíbulas aquiliformes eran propias de su uso. Normalmente se utilizaban en pares, para sujetar la indumentaria a la altura de los hombros, a modo de broches o imperdibles. Según algunas interpretaciones simbólicas, las aves enfrentadas estarían representando a las dos águilas que el dios Odín llevaba sobre sus hombros: Huqui (la reflexión) y Munin (la memoria), las cuales le murmuraban en sus oídos cuanto veían y comprendían sobre los hombres.

Además de la pareja que acompaña a esta fíbula, el enterramiento encontrado en la finca de La Jarilla proporcionó también un broche de cinturón con cabujones y seis cuentas de collar.

La Pieza del Mes se puede ver en el Museo de Cáceres (Palacio de las Veletas)
de martes a sábados: 9,00 - 14,30 y 16,00 - 19,15
domingos: 10,15 - 14,30
(entrada gratuita)

Apagón

Ayer a las ocho menos cinco se había convocado un apagón. Se trataba de un gesto simbólico que tenía la intención de concienciar sobre el cambio climático y el consumo responsable de energía. Proponían que durante cinco minutos, en todos los hogares y algún edificio público, se apagaran las luces. No sé hasta qué punto la iniciativa fue un éxito: si el personal aceptó participar, o si los cinco minutos de oscuridad tuvieron un efecto visible sobre el índice de consumo eléctrico de ayer tarde.

Cinco minutos sin luz no son nada. Existen apagones más largos, más intensos… más tristes. Más allá de los que no conocen qué es un bombilla (ni lo que es comer todos los días, porque ni siquiera tienen sueños con los que soñar…), a miles de kilómetros de ellos, existe el apagón de las conciencias de los que no quieren ver, no porque la luz no venga al pulsar el interruptor, sino porque les han enseñado a eso: a vivir a oscuras. La corriente eléctrica regresa a los cinco minutos, pero este otro apagón del que hablo suele ser eterno y heredarse de unas generaciones a otras. Igual o más peligroso que el calentamiento terrestre puede ser la ignorancia, pues sus efectos (el hambre y el crimen) siempre estarán más cerca de abocarnos al final de nuestra especie.

Quizás sería bueno llamar la atención sobre esto, idear una manera de apagón espontáneo y colectivo, para señalar que se está en contra de esta otra oscuridad que dura ya siglos y amenaza con dejarnos ciegos para siempre. Apaguemos nuestra mente durante cinco minutos y pensemos sólo en qué podemos hacer para cambiar el mundo. Y si acaso cayésemos en la cuenta de que lo peligroso es pensar, dediquemos ese tiempo a hacer el amor con quien más nos apetezca. A oscuras.
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