El otro día me puse a discutir si era posible, o acaso conveniente, considerar a ciertos personajes extremeños como cantautores. Mis amigos dudaban, pero yo me oponía de manera categórica a que pudiéramos siquiera denominarlos como tales. Si alguien se atreviera a llamarlos así, en mi opinión estaría desprestigiando a quienes de verdad se merecen ese nombre. Una vez más, cuando los términos de una comparación son tan distantes, es preferible no considerar al que se encuentra por debajo.
Un cantautor con todas las letras es, por ejemplo, mi admirado Silvio Rodríguez, un grande entre los grandes, impulsor de la Nueva Trova cubana junto a otro genio como es Pablo Milanés. Y para demostrar lo que digo, traigo aquí su canción quizá más conocida: Ojalá. A primera vista, puede parecer una simple canción de amor y desengaño, y como tal su autor la ha considerado siempre; pero para muchos otros, entre los que me incluyo, hay algo más.
Un cantautor con todas las letras es, por ejemplo, mi admirado Silvio Rodríguez, un grande entre los grandes, impulsor de la Nueva Trova cubana junto a otro genio como es Pablo Milanés. Y para demostrar lo que digo, traigo aquí su canción quizá más conocida: Ojalá. A primera vista, puede parecer una simple canción de amor y desengaño, y como tal su autor la ha considerado siempre; pero para muchos otros, entre los que me incluyo, hay algo más.
Silvio compuso esta canción, junto con otros de sus temas más conocidos, cuando en 1969 se embarcó en el pesquero Playa Girón para recorrer el océano Atlántico y las costas africanas durante cinco meses. Por cierto, durante el trayecto hizo escala en Gran Canaria y Lanzarote, según él mismo dice en su libro Canciones del mar, editado años más tarde.
Como he comentado, Silvio Rodríguez siempre ha manifestado que la letra de Ojalá no tiene más trasfondo que el de la realidad que expresan sus palabras, que en ningún caso existe un sentido oculto, ni ningún mensaje disfrazado de metáfora:
Ojalá yo la compuse a una mujer que fue, podríamos decir, mi primer amor. Fue un amor que tuve cuando estuve en el ejército, haciendo mi servicio militar. La conocí cuando tenía 18 años, fue mi primer amor importante en el sentido de que fue el primer amor que me enseñó cosas. Era una muchacha mucho más evolucionada que yo, mucho más inteligente, más culta. Me enseñó, por ejemplo, a César Vallejo. Después nos tuvimos que separar, estaba estudiando medicina y en fin, no le cuadró. No sé por qué estudió medicina, cosa loca de ella, en realidad siempre fue de letras. Después estudió letras, se fue a su pueblo Camagüey, a estudiar eso y yo me quedé solo aquí en La Habana, totalmente desolado. Pasaron los años y el recuerdo de aquel amor tan bonito, tan productivo, tan útil (ojo, no confundir con utilitario), enriquecedor, de aporte a uno… pues, estaba obsesionado yo con esa idea. Y porque fue un amor frustrado, tronchado por las circunstancias, por la vida, no fue una cosa que se agotara, pues se me quedó un poco como un fantasma y por eso compuse esta canción en un momento quizás de delirio, de arrebato, de sentimiento un poco desmesurado: ojalá esto, ojalá lo otro…
Como he comentado, Silvio Rodríguez siempre ha manifestado que la letra de Ojalá no tiene más trasfondo que el de la realidad que expresan sus palabras, que en ningún caso existe un sentido oculto, ni ningún mensaje disfrazado de metáfora:
Ojalá yo la compuse a una mujer que fue, podríamos decir, mi primer amor. Fue un amor que tuve cuando estuve en el ejército, haciendo mi servicio militar. La conocí cuando tenía 18 años, fue mi primer amor importante en el sentido de que fue el primer amor que me enseñó cosas. Era una muchacha mucho más evolucionada que yo, mucho más inteligente, más culta. Me enseñó, por ejemplo, a César Vallejo. Después nos tuvimos que separar, estaba estudiando medicina y en fin, no le cuadró. No sé por qué estudió medicina, cosa loca de ella, en realidad siempre fue de letras. Después estudió letras, se fue a su pueblo Camagüey, a estudiar eso y yo me quedé solo aquí en La Habana, totalmente desolado. Pasaron los años y el recuerdo de aquel amor tan bonito, tan productivo, tan útil (ojo, no confundir con utilitario), enriquecedor, de aporte a uno… pues, estaba obsesionado yo con esa idea. Y porque fue un amor frustrado, tronchado por las circunstancias, por la vida, no fue una cosa que se agotara, pues se me quedó un poco como un fantasma y por eso compuse esta canción en un momento quizás de delirio, de arrebato, de sentimiento un poco desmesurado: ojalá esto, ojalá lo otro…
Después, algunos han sugerido que tal mujer nunca existió y que de esta manera Silvio quería manifestar su decepción con el régimen cubano, eso sí, de una manera muy velada y que casi podríamos considerar como críptica, ya que en sus declaraciones públicas siempre ha defendido la revolución y nunca se conoce que haya expresado ningún amago de crítica u oposición, más bien todo lo contrario. Según los partidarios de esta teoría, algunas frases tales como Ojalá se te acabe la mirada constante, / la palabra precisa, la sonrisa perfecta. / Ojalá pase algo que te borre de pronto… o Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones, estaban dirigidas al mismísimo Fidel Castro.
Personalmente, no comparto esta opinión, me parece bastante paranoica. Sin embargo, sí que creo en el sentido oculto de Ojalá, y siempre he pensado que se trataba de una invectiva muy sutil pero atroz contra el capitalismo e imperialismo de ya sabemos quien. Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado. / Ojalá que el deseo se vaya tras de ti, / a tu viejo gobierno de difuntos y flores… parece referirse a un sistema agotado, basado en la avaricia y el egoísmo, que camina lentamente hacia el fracaso, algo que se podía pensar hace treinta años, pero que ahora mismo está de plena actualidad. Incluso, en algún momento es como si deseara que todo eso acabase de una vez, de manera trágica y fulminante: Ojalá pase algo que te borre de pronto: / una luz cegadora, un disparo de nieve. Se me antoja una bonita alegoría de un holocausto nuclear.
Dejando aparte elucubraciones y fantasías, sólo espero que disfrutéis de la canción, y si fuera necesario, os recomendaría que olvidéis todo lo que he dicho y simplemente la consideréis como una de las más bellas canciones de amor que se hayan escrito.
Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.
Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones.
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.
Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.
Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones.
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones.
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.
Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.
Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones.
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.
Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.
Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones.
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones.
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.
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